Fundación CompArte busca poder integrar a adultos jóvenes y niños a través de la música y de las artes, para que estas habilidades los ayuden a desarrollarse y en un futuro puedan significar un motor para el cambio.
El trabajo de CompAprte está pensado para los que quedan de lado. Aquellos a los que después de un tiempo, ni el Estado ni otras fundaciones los pueden recibir. Aquí es donde esta la diferencia, porque en CompArte tienen una oportunidad para aprender, disfrutar y crecer.
María Ester Paredes, presidenta de la Fundación Comparte, cuenta que gracias a sus talleres de música, bandas y próximamente a través de talleres de expresión corporal, podrán integrar a los tres grupos de la sociedad. Hoy, como fundación trabajan con tres grupos de niños y jóvenes: «discapacitados psíquicos, los vulnerables social y los que vienen de las cárceles y que están cumpliendo sus penas y son primerizos», cuenta Paredes.
Son varios los proyectos que tienen para enseñar artes y música, uno de ellos es la banda CompArte, conformada por jóvenes adultos con autismo o condiciones similares. Estos jóvenes se juntan para trabajar en sus canciones y las presentaciones que realizan en distintos lugares. «El joven adulto no existe para los programas sociales, por eso partimos esta fundación con mi amiga, nuestros hijos tienen síndrome Asperger y son tremendamente talentosos para la música, pero no sabíamos que hacer con ellos», cuenta Paredes.
Los jóvenes de la banda participaron en talleres musicales junto a jóvenes y adultos de la fundación Credere. «Una vez a la semana trabajamos con ellos y aprenden dentro de sus capacidades, porque no estamos hablando de personas con Síndrome de Down, los jóvenes de este centro están tremendamente dañados, hay algunos que no hablan o no sostienen su cabeza. Ellos son capaces de aprender sonidos musicales a través de un método que nosotros utilizamos que es Música en Colores, que es un método que relaciona el color con las notas musicales y así son capaces de armar melodías», cuenta Paredes.
El trabajo que realiza la fundación depende 100% de las ganas, interés y motivación de quienes participan, pero la labor que María Ester define de su fundación es hacer que se den cuenta «que la música y las artes les puede cambiar sus vidas».
Este entusiasmo lo han visto principalmente con los niños del Hogar Acógeme, de la Fundación María Ayuda, en donde reciben jóvenes socialmente vulnerables. «Nosotros el año pasado tuvimos 8 niños de los cuales algunos se fueron y otros volvieron. Este año tenemos de nuevo 8 niños y tres de ellos se están repitiendo del año pasado. Uno de ellos entendió que la prolijidad, el método de trabajo, la disciplina que te da la música y cualquier forma de arte, es tremendamente relevante en su desarrollo como persona», cuenta Paredes.
María Ester Paredes vio, en su paso por España, muchos centros que trabajaban con las motivaciones y los intereses de las personas con discapacidad, como una forma de incluir, como de dar independencia para su vida adulta. «Pude visitar varios centros que tratan este tipo de inclusión y tienen grajas, tienen espacios abiertos en onde los chicos van estudian lo que les gusta, si le gustan las plantas aprenda a trabajarla y después las vende. Todos los seres humanos somos buenos en algo», cuenta Paredes.