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No más eslóganes, no más ignorancia: cómo poner en práctica una inclusión efectiva para los estudiantes sordos Opinión

No más eslóganes, no más ignorancia: cómo poner en práctica una inclusión efectiva para los estudiantes sordos

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Verónica de la Paz
Por : Verónica de la Paz Directora Ejecutiva INDESOR
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Lo primero que es necesario entender es que las personas sordas, por su condición de ser visual, pertenecen a una comunidad que tiene una cultura propia cuya visión de mundo es, en muchos aspectos distinta a la de los oyentes, siendo uno de los elementos culturales fundamentales de esta cultura su lengua, la lengua de señas.


Hoy en día es muy común escuchar y leer sobre la inclusión en los diferentes contextos de la sociedad: inclusión laboral, inclusión social, inclusión educativa. Esta última adquirió mayor relevancia luego de la promulgación de la “Ley de inclusión escolar 20.845” que regula la admisión de estudiantes en establecimientos educacionales, elimina el financiamiento compartido y prohíbe el lucro en colegios que reciben aportes del estado.

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada por nuestro país el año 2008, dice en su Artículo 24º que “Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la educación. Con miras a hacer efectivo este derecho sin discriminación y sobre la base de la igualdad de oportunidades, los Estados Partes asegurarán un sistema de educación inclusivo a todos los niveles así como la enseñanza a lo largo de la vida, […]”

Pero, ¿Qué significa inclusión escolar? ¿Cómo podemos ponerla en práctica?

Me parece importante poder plantear que la inclusión, al menos, implica la igualdad de oportunidades, la eliminación de barreras y el respeto por las diferencias.

La igualdad de oportunidades significa ofrecer al otro, cualquiera sea ese otro, las mismas oportunidades que tiene la mayoría, eliminando las barreras que le impide acceder a lo que todos acceden, considerando su característica de ser único.

El problema al que nos vemos enfrentados actualmente es que la mayoría de los actores involucrados en el ámbito educativo ha entendido esta ley como la obligatoriedad de incluir a todos los y las estudiantes con “necesidades educativas especiales” en los establecimientos regulares, sin entender en todo su dimensión que requiere cada uno de esos estudiantes para su real inclusión. Esto conlleva necesariamente a cuestionarnos cómo podemos incorporarlos en nuestras aulas ofreciéndoles las adecuaciones requeridas.

Dicha interpretación se torna aún más dramática cuando lo aplicamos a los y las estudiantes sordas. Entonces ¿Qué implica la inclusión escolar para ellos?

Lo primero que es necesario entender es que las personas sordas, por su condición de ser visual, pertenecen a una comunidad que tiene una cultura propia cuya visión de mundo es, en muchos aspectos distinta a la de los oyentes, siendo uno de los elementos culturales fundamentales de esta cultura su lengua, la lengua de señas.

Si el estado quiere entregarles a los estudiantes sordos inclusión educativa, debe considerar, entonces, que para ofrecerles igualdad de oportunidades es fundamental tener presente su diferencia cultural con el grupo dominante y su lengua.

Por otra parte, la eliminación de barreras significa para los y las estudiantes el poder acceder a toda la información ocurrida en el espacio escolar, ya sea dentro o fuera de la sala de clases. Esto implica que tanto la comunicación como el acceso a los contenidos curriculares deberían ser a través de la vía visual, incorporando la lengua de señas.

Por último, el respeto por las diferencias implica para los y las estudiantes sordas conocer e incluir su cultura como su lengua, integrando ambas de manera efectiva al quehacer educativo. Si realmente queremos incluir, la educación debe considerar en su currículo una concepción que respete, valore y acepte a esta comunidad con sus características propias.

No hay inclusión sin respeto ni aceptación de la diversidad.

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