La Lengua es patrimonio esencial y símbolo de la cultura e identidad de los pueblos originarios, los procesos históricos que han vivido son muy similares al ciclo inevitable que hemos tenido que vivir como Pueblo Sordo. Daniel Oliva nos habla acerca del Indigenismo, entendido como la manera de interpretar al indígena desde lo no indígena, y desde esa óptica tomar decisiones relacionadas con ellos en que se construyen políticas, prácticas e ideologías sin participación de los mismos Indígenas. Estoy pensando en usar un referente equiparable en relación con las personas Sordas, y me arriesgaré a usar el concepto de “Audismo”, neologismo creado en la década de 1970 por el profesor sordo Tom Humphries. El concepto hace referencia a la discriminación negativa o arbitraria o a la marginación sufrida por las personas sordas a lo largo de la historia debido a la toma de decisiones o acciones de quiénes no son Sordos; éste último concepto es aún mucho más devastador en sus consecuencias que el de Indigenismo pero lo usaré en esta comparativa.
Clases de Derecho Indígena, nuestro profesor hace un relato fascinante acerca de los procesos vividos por el Pueblo Indígena a lo largo de la historia inspirado en la obra del autor Daniel Oliva “Los Pueblos Indígenas a la Conquista de sus Derechos”. Aprecio en su narrativa, una réplica de la historia de mi propia comunidad: La Comunidad Sorda. Previa campaña en las redes sociales para adquirir un ejemplar, con apuestas en Facebook incluidas, una amiga y colega Sorda logró conseguir una copia desde España. El análisis de Oliva caló hondo en mis reflexiones personales acerca de la lucha que vivimos todos los días por los derechos lingüísticos y culturales de la Comunidad Sorda. No todos saben que nuestra comunidad ha vivido procesos muy semejantes a los de los pueblos originarios. De hecho para la mayoría de las personas el ser Sordo se encuentra asociado a concepciones de imposibilidad, incapacidad, inhabilidad y varios otros “in” o “im”. En mis clases de Lengua de Señas Chilena siempre les pregunto a mis estudiantes: ¿Qué significa Ser Sordo?. Deténgase aquí, usted lector o lectora, haga una breve interrupción y elabore un concepto; imagínese que intenta explicar a un niño pequeño que significa el “Ser Sordo”… Las respuestas no varían mucho: “Es una persona que no escucha”, “Es una persona que no oye”, “Es una persona que no puede hablar”. Las representaciones sociales que tienen las personas oyentes acerca de quiénes somos Sordos se encuentra enfocadas en la imposibilidad; toda la conceptualización que hacen de nosotros está acompañada en definir lo que “no podemos” hacer. A nivel inconsciente conceptuamos a partir de binomios opuestos; es decir; que si la mayoría de las personas en el mundo funcionan de una forma; los que no hacen así; sólo pueden ser algo negativo con respecto de ellos mismos. Supongamos que a cierta persona se le pregunte ¿Qué es una mujer? y ésta le responda: “Es una no hombre”, creo que deberá correr mucho más rápido que Forrest antes que lo atrapemos varias de nosotras. ¿o no?.
Muchos Sordos hemos vivido a lo largo de nuestra vida un proceso de “Deafhood” (Sordedad); que es el llegar a aceptarnos y comprendernos como colectivo socio-cultural; que somos una comunidad con una diversidad funcional comunicativa distinta; una biología existencial distinta; una en la cual NO nos conceptuamos desde la deficiencia ni desde la imposibilidad, no nos decimos “Soy Sordo porque no oigo”; nuestra autoconstrucción como seres humanos no reside en un dibujo de una oreja con una raya diagonal, al contrario; los que hemos logrado en este largo camino del “Deafhood”, es un proceso asertivo y positivo. ¿Quién soy como persona Sorda? Soy una persona visual; cuya comunicación reside en las potencialidades de mis manos, mis ojos y mi cuerpo que requiere a su vez una vida comunitaria con otros seres visuales, formo parte de una cultura y una lengua que nos son propias debido a nuestras particulares experiencias vitales. Lo que salvaguarda nuestra esencia es el convivir con nuestra Comunidad y nuestro patrimonio más valioso que nos cohesiona a unos con los otros es la Lengua de Señas Chilena. Un tesoro que en todo nuestro proceso histórico ha sido vapuleado, descartado, ninguneado, robado, apropiado, valorado y gracias a las manos de nuestros antecesores, conservado.
La Lengua es patrimonio esencial y símbolo de la cultura e identidad de los pueblos originarios, los procesos históricos que han vivido son muy similares al ciclo inevitable que hemos tenido que vivir como Pueblo Sordo. Daniel Oliva nos habla acerca del Indigenismo, entendido como la manera de interpretar al indígena desde lo no indígena, y desde esa óptica tomar decisiones relacionadas con ellos en que se construyen políticas, prácticas e ideologías sin participación de los mismos Indígenas. Estoy pensando en usar un referente equiparable en relación con las personas Sordas, y me arriesgaré a usar el concepto de “Audismo”, neologismo creado en la década de 1970 por el profesor sordo Tom Humphries. El concepto hace referencia a la discriminación negativa o arbitraria o a la marginación sufrida por las personas sordas a lo largo de la historia debido a la toma de decisiones o acciones de quiénes no son Sordos; éste último concepto es aún mucho más devastador en sus consecuencias que el de Indigenismo pero lo usaré en esta comparativa.
Tenemos al menos, un conocimiento elemental del significado de la llegada de los españoles a nuestras tierras; irrumpieron en las vidas de los indígenas, colonizándolos; imponiendo su civilización dominante; utilizando su superioridad tecnológica para imponer su cultura, idioma y creencias; al tiempo de considerar a los indígenas como seres naturalmente inferiores, según los presupuestos de la desigualdad natural de Aristóteles. La imposición de la Lengua Castellana en América culminó con la desaparición de al menos la mitad de las 1.500 lenguas y dialectos indígenas que existían a su llegada en estos últimos cinco siglos, según la Academia Chilena de la Lengua. Como nota curiosa, los indios de las llanuras de América del Norte utilizaron también Lenguas de Signos en su comunicación cotidiana. Este período denominado por Oliva como “Indigenismo Segregacionista” tiene su equivalente en nuestra Comunidad. En el año 1880 se celebró un Congreso en Milán; Italia; en el cuál profesores oyentes de Sordos decidieron erradicar las lenguas de señas de las escuelas de Sordos; para que como miembros de la sociedad oyente dominante imponer su lengua oral, su efecto destructor se ha expandido aún hasta nuestros días; decenas de profesores sordos fueron obligados a dejar la enseñanza. En Chile, este “Audismo Segregacionista” se ilustra en las historias que nos repiten nuestros ancianos Sordos chilenos: en las escuelas les pegaban en las manos cuando se atrevían a usar la lengua de señas o bien se las amarraban a sus espaldas. Eran considerados mejores estudiantes quiénes acataban esta coerción comunicativa, quiénes “hablaran oralmente” constituían el modelo del éxito; quiénes no lo hicieran estaban condenados a dedicarse a realizar meras labores manuales debido a su “inferioridad” comunicativa. Como en toda opresión siempre aparece la Resistencia; los estudiantes rebeldes se reunían en los baños de las escuelas para mantener viva su lengua y su cultura.
Cuando los ideales de la República y los procesos independistas se expandieron por el territorio americano; nace este deseo de construcción de nacionalidad; crear una identidad y conciencia social homogénea, por ello la diversidad de patrones socio-culturales y la multiplicidad de las lenguas originarias atentan contra ese propósito, surge una nueva etapa denominada “Indigenismo Asimilacionista” en la cuál bajo el paradigma de la igualdad de los seres humanos se establece como principal objetivo el “desindigenizar” a los indígenas, lo que significó el abandono de sus patrones socio-culturales, de su comunidad, de su cultura, obligados a asimilarse a la sociedad. Ya que la diversidad étnico-cultural era conceptualizada como un problema. Nuestro “Audismo Asimilacionista” pretendió “oyentizar” a los Sordos, por lo que los esfuerzos se concentran en convertirlo en un ser oyente para que exista en homogeneidad oyente, la utilización de la tecnología para convertirlo en un ser auditivo como los otros, implantes, audífonos y terapias fonoaudiológicas marcan la pauta. La asimilación ha sido nefasta tanto para los indígenas como para los Sordos ya que por mucho tiempo se avergonzaron y se negaron a sí mismos, se negaron a autoaceptarse y autovaloraarse por razones externas a su propia esencia.
En el Siglo XX, el “Indigenismo Integracionista” tiene como propósito la integración del Indio en la sociedad nacional, esta vez permitiéndole conservar gran parte de su bagaje cultural, proporcionándole, sin embargo; los instrumentos necesarios para desenvolverse en la civilización occidental y en la sociedad moderna, aparece la actitud paternalista en que se les visibiliza como seres vulnerables que necesitan ser protegidos, aparecen estrategias que deben ser implementadas por los Estados, surge una nueva ideología indigenista por científicos sociales no indígenas, siendo la participación de los indígenas simbólica, casi ornamental en la práctica; nula e intrascendente. La Aculturación termina por imponer las pautas de la sociedad integradora sobre los “integrados” y aparecen los efectos negativos del relativismo cultural; es decir son los integradores quiénes deciden lo que debe conservarse y lo que debe desecharse bajo el presupuesto de conocer lo que es mejor para los Indígenas. El indígena abandona su colectivo, su pueblo, su comunidad lingüística y cultural; pero sin embargo la integración no es tal; sigue siendo indígena, en condiciones de pobreza pero esta vez sin el resguardo de su comunidad, de su tierra y de su colectivo social.
En Chile, mientras usted lee estas líneas ocurre un penoso ejemplo de este “Audismo Integracionista”; hoy en Temuco se está cerrando un ícono de la Educación para Sordos; uno de los centros que persistió ante los bamboleos y presiones de las etapas anteriores, hoy se derrumba: La Escuela Anglicana para Sordos; un corazón que da sus últimos latidos, está cerrando sus puertas debido a las decisiones políticas integracionistas destructoras. Fue por décadas uno de los templos que protegieron y reguardaron la Lengua de Señas Chilena, al mantenerla viva entre los estudiantes. Las decisiones de los expertos oyentes sobre cuál es la mejor manera de educar a los niños y niñas Sordos; integración en entornos en los cuales no existen los otros seres visuales como él; la llama de la pertenencia a una comunidad específica se apaga ante el poder integrador. Se impone una lengua distinta para el aprendizaje. Para el niño o niña Sordo su lengua natural es la Lengua de Señas Chilena; para asegurar el desarrollo cognitivo e intelectual, el aprendizaje y la apropiación del mundo; necesita imperativamente interactuar con otros Sordos, con modelos lingüísticos- culturales de aprendizaje del otro que vive en el mundo en una existencia vital similar a la suya. Compañeros Sordos; Personas Sordas, Educadores Sordos como actores principales y no secundarios en la Enseñanza, son una salvaguarda que se persigue para conservar y proteger nuestro principal patrimonio. Por otra parte y en forma similar a lo que ocurrió con el indigenismo integracionista, se realizaron un sinnúmero de congresos en Chile y el mundo para hablar de los Sordos, de la educación de los Sordos, de la Integración de los Sordos, del Desarrollo de los Sordos pero sin los Sordos.
En la actualidad el nuevo indigenismo/la nueva Sordedad se aleja de los postulados integracionistas para favorecer marcos de desarrollo autónomos; las políticas deben favorecer la participación de los pueblos indígenas/Sordos, el reconocimiento de sus derechos específicos y la capacidad de decidir dónde quieren dirigir sus destinos. Se sitúa la problemática del progreso indígena/Sordo desde una perspectiva renovada de los Derechos Humanos, dónde lo étnico, la identidad, el derecho a la diferencia, la autodeterminación y la dimensión colectiva son fundamentales. Bonfill Batalla lo define como “Etnodesarrollo” cómo la capacidad de una sociedad culturalmente diferenciada para guiar su propio desarrollo. Significa control sobre las políticas culturales, sociales y educativas por parte de los propios indígenas/Sordos, políticas que deben tender a la revitalización cultural. El nuevo indigenismo/la nueva Sordedad ha de afianzarse a partir de la participación directa en la toma de decisiones de los grupos indígenas/Sordos involucrados, sobre todos aquellos asuntos que les afectan.
La Comunidad Sorda ahora mismo se encuentra en una batalla por preservar su bien más preciado; la que se ilustra en una Declaración emitida por este Pueblo Sordo Chileno y que se resume en el extracto que transcribo a continuación:
“Las Personas Sordas somos los llamados a resguardar, proteger, promover, difundir y enseñar la Lengua de Señas Chilena, toda vez que ella, es nuestro patrimonio cultural y lingüístico, que es propia, natural e inherente a nuestro ser al surgir ella de nuestra condición de personas Sordas, es nuestro idioma natural, primario, instintivo, que no puede ni debe jamás ser de competencia ni injerencia de las personas oyentes sin que nosotros estemos presentes ni seamos consultados ni oídos como titulares de dicho derecho. Profundizando aún más, señalamos con fuerza que su enseñanza desreglada, desordenada e irresponsablemente ejercida por sujetos que se la arrogan, pasando a llevar nuestra voz, nuestra decisión colectiva es una grave vulneración a los avances que hemos logrado, constituye un grave retroceso en materia de derechos”.
Nada sobre nosotros los Sordos; sin nosotros los Sordos.