En Chile se generan cerca de 360 toneladas de plumavit al año, un material que no es biodegradable y que además ocupa mucho volumen en los rellenos sanitarios. Por eso dos químicas chilenas buscaron cómo poder reciclarlo y lograron crear una empresa rentable con ello.
Fue en 2014, cuando dos mujeres chilenas formaron Idea-Tec con el objetivo de buscar una solución al reciclaje de plumavit, nombre con el que se conoce al poliestireno, material que se desecha en gran volumen en nuestro país y en el mundo, pero que no es biodegradable.
De hecho, según las estimaciones, se demora más de 400 años degradarse y, lo que es peor, al demorarse tanto eventualmente forma microplásticos que son ingeridos por los animales y que se acumulan en su cuerpo.
Actualmente, en Chile se descartan al año cerca de 60 toneladas de desechos de plumavit desde las plantas productivas. A eso hay que sumarle una cantidad indeterminada de plumavit que entra por importación de envases para alimentos, electrodomésticos, electrónica, entre otros, que se calcula que podrían ser 300 toneladas más al año.
Esos desechos terminan en los relleno sanitario, donde además ocupan un gran volumen, o se exporta a países como China, siempre que cumplan con ciertos requisitos técnicos, como por ejemplo, estar limpio.
Las químicos Cristina Acuña Rougier y Constanza Cifuentes Eaglehurst comenzaron a conocer el mundo del reciclaje a partir de trabajo con municipalidades y ahí supieron que el plumavit no se reciclaba por dificultades técnicas. Y es que al ser más del 90% aire, su transporte es muy caro.
Eso las motivó a buscar una solución al problema y buscar cómo poder tratar este material a partir de sus conocimientos. «Creamos un proceso que permite transformar el plumavit en pintura vial, cuyo mercado ofrece la posibilidad de reciclar toneladas de plumavit, y a precios competitivos. Para desarrollar el proceso, primero fueron varios años de desarrollo a escala de laboratorio, después se trabajó en el escalamiento de la tecnología, lo que demoró un año más, ya que además de la fabricación de la pintura, se tuvo que optimizar el proceso de reciclaje y conseguir fondos», cuenta Cristina.
Fueron varios los ensayos de laboratorio que se realizaron en una pieza chica de su casa. Inicialmente, pensaron en transformar el plumavit en pegamento, pero no quedó como esperaban. Luego surgió la idea de convertir el poliestireno en barniz, pero tampoco resultó.
Sin embargo, esa idea derivó en hacer pintura, que si mostró una buena proyección. «A fines del 2014 desistí de renovar mi contrato en la USACH, y en enero de 2015 empecé de lleno a dedicarme al emprendimiento, gastándonos todos los ahorros», sostiene.
«Al inicio se trató en su mayoría de levantar fondos públicos como Corfo y desarrollar el proceso de transformación a escala de laboratorio, lo que logramos el 2015 al adjudicarnos un Start Up Chile. Con esa plata desarrollamos el proceso a escala de laboratorio y también estudiamos las diferentes pinturas que podrían venderse», agrega.
El 2016 Constanza también decidió renunciar a su trabajo para dedicarse de lleno a la empresa. «Ese año nos enfocamos en las diferentes aplicaciones que le podíamos dar a la pintura (optaron por vender pintura vial), visitar a diferentes posibles clientes para mejorar el producto que ya teníamos y levantar más fondos», explica Acuña.
A mediados del 2016 se adjudicron otro fondo de Corfo y también lograron levantar fondos privados. Con eso pudieron arrendar un lugar más grande para desarrollar un producto vendible, lo que fue un largo tiempo en laboratorio y pruebas técnicas.
«El 2017 ya teníamos una pintura de tráfico lo suficientemente buena como para la venta y un tipo de pintura que podía entrar al mercado, así que ese mismo año logramos instalar un equipo para fabricar pintura vial a escala un poco mayor. Esto significó poder iniciar las ventas y ahora estamos en etapa de crecimiento, lo que se junta con el continuo desarrollo de productos», afirma.
Para lograr hacer la pintura, primero eliminan el aire del plumavit, lo que se logra usando sustancias y maquinaria desarrollada por ellas mismas y luego a ese producto mas líquido se sigue tratando para su limpieza. «Este proceso permite fabricar una pintura de características técnicas iguales o superiores a la mayoría de las pinturas de tráfico usadas actualmente y a precios de mercado», asegura.
Con eso, han logrado reciclar alrededor de 200 kilos de plumavit al mes, lo que equivale a unos 25 m3. Pronto esperan poder operar a capacidad máxima para tratar más de 1.7 Ton al mes, lo que equivale a más de 220 m3 mensuales.