A tres cuadras del jardín infantil JUNJI donde va mi hijo, resiste estoica la población San Gregorio, comuna de La Granja, periferia sur Metropolitana.
Salvador ríe, crece y aprende en una rica diversidad multicultural con haitianas, colombianos, dominicanas, peruanos y ecuatorianas; todos de formación sangregorina. Al terminar el jardín, ninguno será sometido a exámenes de admisión en colegios donde se autorreproduce la casta político/empresarial.
La educación como bien de consumo
Hoy, niños y niñas de tres años, o menos, son evaluados para acceder a colegios que garanticen mantener, o ascender, posiciones privilegiadas mediante redes de influencia. Lo educativo queda desplazado por lo social.
Para asegurar estatus social irrumpió un nuevo negocio: los planes de reforzamiento personalizados en lenguaje, motricidad y pensamiento lógico. Estos pueden durar un año entero, o cual preuniversitario, un par de meses de forma intensiva.
Las familias que más compran estos servicios viven en comunas del sector oriente de la capital: Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea y La Reina, y los cupos en competencia más cotizados son de los colegios San Ignacio El Bosque, Verbo Divino, Villa María, Santiago College, Nido de Águilas, Craighouse, Wenlock, San Francisco de Asís y San Nicolás de Myra.
Tristemente, en el reportaje Coaching para el examen de admisión un padre afirma -con orgullo- que invirtió 1 millón 80 mil pesos para que su hija de cuatro años se prepare 10 meses y logre sortear los exámenes de admisión que rindió en los colegios Manquehue, Saint George’s y The Grange. Con fiebre por estrés incluida, la pequeña tuvo éxito y sus padres optaron por el último establecimiento, en función de su nivel de inglés. Así, tal cual.
La educación como derecho social
Concebir la educación como un derecho, tiene que ver con asegurar que todos y todas tengamos acceso a las mismas condiciones materiales de apoyo para nuestra realización, pues ello haría posible un desarrollo digno e igualitario de la sociedad en su conjunto y, por ende, una sociedad más libre.
Las Bases Curriculares de la Educación Parvularia se inspiran en el enfoque de derechos e inclusión. El Estado tiene la responsabilidad de proveer educación de calidad y disponer de las instituciones, instalaciones y servicios para ello.
En cuanto a la educación inclusiva, tiene por objetivo acabar con la discriminación arbitraria y toda forma de exclusión social, que es consecuencia de actitudes negativas y de una falta de atención a la diversidad. Esta labor exige que se preste atención al curriculum, la índole de la enseñanza y la calidad, entre otras medidas. Significa además que los establecimientos educativos y otros contextos de aprendizaje no solo han de ser eficaces, sino también seguros, saludables y respetuosos de las diferencias (Bases Curriculares de la Educación Parvularia, 2018).
La memoria popular de liberación
Chile es uno de los países con mayor desigualdad en América Latina. La mano invisible del mercado segrega desde los tres años, en tanto el sistema de competencia lucra con los anhelos aspiracionales de los sectores emergentes y las necesidades endogámicas de los estratos acomodados. Las buenas intenciones de la Ley de Inclusión se desvanecen como arena entre dedos en los guetos que surcan nuestro país.
De este modo, cobran claridad las políticas públicas de carácter social que sólo han administrado la miseria. Sin embargo, la historia nos dice que la recuperación de derechos es una larga lucha que se mantiene viva y latente en la memoria popular.
A tres cuadras del jardín infantil JUNJI donde va mi hijo, un mural rinde homenaje a las mujeres que resistieron y se levantaron; Machi Francisca Linconao, Violeta Parra, dirigenta María Cano de Colombia, camarada Norah del Perú y la comandanta Tamara.
Salvador ríe, crece y aprende con sus compañeros y compañeras en un barrio que enseña respeto y dignidad, naturalizando la inclusión y multiculturalidad que enriquece nuestra patria.