Publicidad
Burning Man: el festival en el desierto que pasó del secretismo de la contracultura a la era de Instagram Viajes

Burning Man: el festival en el desierto que pasó del secretismo de la contracultura a la era de Instagram

Publicidad

Cada año se congregan en el desierto de Nevada, Estados Unidos, 70 mil personas que conviven en una ciudad fantasma durante siete días donde no se vende nada -solo hielo y café- y se busca compartir y ser libre. O por lo menos, eso es lo que propone sus 10 principios.


Desde hace casi 30 años que en el desierto de Nevada, Estados Unidos, se realiza uno de los eventos más llamativos y exóticos del mundo: el Burning Man. El festival de una semana se celebra religiosamente cada año entre finales de agosto y principios de septiembre y congrega a miles de personas atraídas por vivir una experiencia única.

Y es que este no es un festival tradicional. No hay escenarios, ni bandas, ni horarios rígidos que seguir, aunque hay música, luces y grandes estructuras.

El éxito de este encuentro no parece coherente: las temperaturas extremas pueden alcanzar más de 40ºC durante el día y bajar drásticamente a 0ºC por la noche y casi siempre hay tormentas de arena. Además hay que convivir con mucho polvo que se impregna en la piel, la ropa y cualquier elemento que lleven los asistentes.

Tampoco hay mucha cobertura de celular, por eso las fotos empiezan a aparecer por estos días. Y pese a que la entrada tiene un valor de US$425 (sobre 260 mil pesos), se agotan a los pocos minutos de ponerse a la venta.

El originen de Burning Man se remonta a 1986 en una playa de San Francisco, cuando un grupo de amigos quemó una figura de madera de un hombre de más de dos metros de altura para celebrar el solsticio del verano boreal. Ellos pertenecían a un grupo de pensadores anticapitalistas que se hacían llamar La Sociedad Cacofónica y quisieron hacer una especie de rito pagano.

Con los años, empezó a congregarse más y más gente, por lo que a principios de los 90 el festival tuvo que trasladarse al desierto de Nevada, donde 70.000 personas cada año se se encuentran en una ciudad ficticia llamada Black Rock City.

Sus edificios son estructuras y templos destinados a ser quemados y sus calles se organizan en torno a un ídolo de madera conocido como El Hombre (The Man). Él también arderá al final de los sietes días mientas los habitantes de la ciudad fantasma -llamados burners celebran el fin del festival.

La idea es interactuar con desconocidos y sentirse libre. Sus promotores lo describen como «un experimento en comunidad de autoexpresión y autosuficiencia radical». Un festival particular que se basa en 10 principios inquebrantables:

-Inclusión radical
-Donación
-Desmercantilización
-Autosuficiencia radical
-Autoexpresión radical
-Esfuerzo común
-Responsabilidad cívica
-No dejar rastro
-Participación
-Inmediatez

El conflicto con los nuevos asistentes

En Burning Man tienen cabida múltiples formas de expresión artística y está prohibido el intercambio de dinero, por que lo que se busca es compartir. De hecho, muchos de los asistentes llevan cosas para regalar. Lo único que se vende es hielo y café.

Los participantes deben llevar todo lo que necesiten para subsistir durante una semana. La ciudad más próxima, Reno, está a más de 197 km.

Hasta 2008, los voluntarios de la organización controlaban el uso de celulares para que no hubiera imágenes ni registro, pero ahora esa tarea se volvió imposible.

Aún así se ha convertido en una verdadera peregrinación, primero de hippies de todo el mundo, luego de amantes de la electrónica -con consumo de éxtasis incluido- y, últimamente, para algunos de los integrantes de la élite tecnológica de Silicon Valley y celebridades que buscan una experiencia única y algo de anonimato.

Según la prensa estadounidense, los magnates de Silicon Valley acuden a Burning Man para ver quién gasta más dinero en agasajar a sus invitados, levantando lujosos campamentos temporales en el desierto. Y nadie puede acceder a ellos sin autorización.

El paquete puede incluir traslado al festival en aviones privados, un buffet de los mejores chefs del mundo, asistentes para distintas funciones -a los que llaman sherpas-, y servicios como electricidad e internet.

Mark Zuckerberg, Larry Page (fundador de Google), Cara Delevingne, Heidi Klum, Katy Perry, Paris Hilton, Jared Leto son algunos de los reconocidos asistentes al evento.

Publicidad

Tendencias