Las redes sociales son un arma de doble filo, ya que en el ciberespacio no solo encontramos datos nobles sobre algunos asuntos, sino que también, «consejos» sobre hechos que deben ser analizados por expertos de las más variadas disciplinas.
Todos sabemos lo importante que se han transformando las redes sociales, las cuales hoy son parte de un acceso a la información sin igual y en donde, con un par de segundos de consulta, podemos obtener información de la más variada índole y para cualquier uso que deseemos.
Ya sea en la política, los negocios o la vida diaria, el correcto uso que le asignemos a estas plataformas, va a la mano –irremediablemente- con el hecho de no caer en el entrampado de las noticias falsas, lo que requiere una responsabilidad crucial para quienes vivimos inmersos en el periodismo informativo.
Y es que a diario, los comunicadores nos encontramos en una constante cruzada y en un esfuerzo enorme para educar a la opinión pública y al ciudadano común y corriente para que chequeen y verifiquen las fuentes que consumen, para no caer en noticias que alarmen más de la cuenta, en un contexto donde entregar información errónea, antojadiza e irresponsable, se ha transformado en una constante por medios de comunicación de poca monta y que son perfectamente identificables mediante una segunda lectura.
En este escenario, las redes sociales son un arma de doble filo, ya que en el ciberespacio no solo encontramos datos nobles sobre algunos asuntos, sino que también, “consejos” sobre hechos que deben ser analizados por expertos de las más variadas disciplinas.
Como dato de la causa, traigo a la palestra lo que publicó un prestigioso medio de prensa internacional, el cual retrató el caso de una joven inglesa de 14 años que se quitó la vida.
A través de una entrevista, su padre indicó que «Instagram ayudó a matar a mi hija». El acongojado hombre, además, relató que la adolescente había revisado cuentas de gente que estaba deprimida, que se autolesionaba o que se planteaba el suicidio.
Ante este hecho, la pregunta cae por inercia: ¿Tenemos noción, como sociedad, de qué tan nocivas son las redes sociales para la salud de los jóvenes?
Vale la pena cuestionarse qué estamos haciendo en este sentido y qué política pública podría estar enfocada, en su totalidad, a abordar el problema de la salud mental en Chile, sobre todo en una dimensión que aterroriza y en donde la información indiscriminada que proporcionan las redes sociales, pareciera no tener una regulación clara, concreta y seria a corto plazo.
Cifras más o cifras menos, en los últimos 10 años en Chile, se han registrado 1.030 muertes por heridas autoinflingidas por adolescentes y niños escolares, transformándose en la segunda causa de muerte en nuestro país en este segmento de la población.
¿Preocupante, alarmante o un hecho que debemos dejar pasar con indolencia? Sin ir más lejos, en este segundo en el que usted está leyendo esta columna, puede estar desencadenándose una decisión para atentar contra la propia vida. ¿Es un tema prioritario el de la salud mental? Juzgue usted.