La idea es concientizar, pero no sería sorpresa que primero batiera récords. Habiendo conquistado varias de las aguas más temperamentales del globo, la nadadora sudafricana Sarah Ferguson espera que su esfuerzo sirva para evidenciar el impacto que tienen los plásticos en la isla polinesia.
Nadar los 65 kilómetros de perímetro de la isla, irregulares y con mareas frías y de corriente peligrosa. Y para que sea un verdadero desafío, planea hacerlo en 24 horas. Esa es la meta que se impuso la sudafricana Sarah Ferguson, nadadora y activista por la eliminación del plástico en los océanos, para ayudar a visibilizar el problema de acumulación de residuos plástico de Rapa Nui.
Es un desafío monumental, pero Ferguson espera ansiosa el momento de marzo en el que se lance definitivamente hacia las aguas isleñas. «Mi pasión por la protección de los océanos y la rehabilitación de ellos es una tremenda motivación que alimenta este sueño», señala la deportista y fundadora de Breathe Conservation, organización que, junto con Plastic Oceans Chile, organizan el desafío de la nadadora en la isla.
La campaña además planea actividades de limpieza en las playas de la isla, además de jornadas educativas para concientizar sobre la situación del lugar. Junto a la comunidad se estarán realizando programas para determinar las causas de la contaminación y una vez identificadas trabajarán juntos por las soluciones. Los resultados y acciones derivadas de estos hallazgos serán compartidos con toda la comunidad local y organizaciones.
También se realizará la premiere del documental Eating up Easter -del director Sergio Mata´u Rapu- que explora los dilemas ambientales de la isla producto del creciente turismo y aumento de la población, que amenazan la sustentabilidad de Isla.
«El planeta necesita líderes que hagan un llamado ante la gravedad del problema generado por el plástico -que amenaza el océano, nuestras fuentes de alimentación y el medioambiente-. Mostrándole al mundo que hasta los rincones más remotos y valorados del planeta no son inmunes a este daño, queremos inspirar a las personas a buscar soluciones y eliminar los plásticos de un sólo uso”, destaca Mark Minneboo, director ejecutivo de Plastic Oceans Chile.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la isla y su ecosistema marino se ven amenazados por tener una de las concentraciones de microplásticos más altas del mundo, en su mayoría proveniente de lugares a miles kilómetros de distancia, con más de 800 partículas por metro cuadrado. Además, 20 toneladas de basura se generan diariamente en la isla, incrementando los problemas de gestión de residuos y contaminación.