A juicio de la reconocida climatóloga y doctora en física los desastres naturales -como los que ya ocurren y se esperan por parte del cambio climático- golpean aún más fuerte a las mujeres que no cuentan con la libertad y los recursos con los que sí cuentan los hombres. También ellas podrían ser la solución.
Aumento del nivel del mar, olas de calor, inundaciones y sequías, destrucción de ecosistemas. El calentamiento global nos coloca en una guerra en múltiples frente al mismo tiempo. Y si bien hemos intentado quitarle terreno a su avance durante los últimos años, una de sus consecuencias ha pasado inadvertida por muchos: la diferencia de impacto de sus efectos entre hombres y mujeres.
Siendo uno de los efectos más notables el aumento de eventos extremos, el cambio climático también afecta de diferente forma a quienes deben enfrentar situaciones como sequías o inundaciones. A opinión de la investigadora chilena Maisa Rojas esta clase de circunstancias también tiene víctimas de primer y segundo grado.
«Toda la literatura de desastres en general, pero en particular en cuanto el cambio climático, muestra que un evento extremo afecta de manera desproporcionada a los más vulnerables: mujeres y niños en este caso. Las mujeres tienen que estar a cargo de los niños o personas mayores porque son en general más pobres», comenta la investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia.
«La otra consecuencia importante es que, una vez que ocurre un evento extremo, mujeres en general también tienen menos acceso a financiamiento y a créditos para recuperarse, por lo que quedan en una peor posición. Eso explica el hecho de que hay más refugiadas climáticas mujeres», agrega Rojas sobre la cifra que indican que el 80% de esos refugiados son mujeres.
Caso similar al desarrollo de la agricultura de subsistencia en los países más vulnerables y en vías de desarrollo, en donde también las mujeres son más afectadas en promedio por causas del cambio climático: «Son las que en promedio más practican esta actividad, mientras que son menos dueñas de las tierras que trabajan. Cuando hablo de eventos extremos, como una precipitación fuerte o una inundación, para la agricultura tienen un efecto importante».
Pero la invitación no es caer en la desesperación. Maisa insta a las mujeres a hacerse cargo de un problema que nos compete a todas y todos como sociedad: «Hay valores que relacionamos más bien con lo femenino, como el cuidado y la preocupación por otros (…) Ellas son las que crían, las que se tienen que preocupar por los más desvalidos. Esos valores y competencias son fundamentales para la sustentabilidad, que es por lo que surge la crisis del cambio climático».
En la misma línea, ve con buenos ojos los esfuerzos de las universidades y centros educativos para integrar a la mayor cantidad de mujeres en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingenierías y matemática), las que históricamente han sido terreno masculino. Pero la investigadora prefiere tomar los avances con la cabeza fría.
«Una podría pensar de que ya es un poco tarde, porque ya existe un sesgo cultural durante la educación básica y media, en las cuales una toma las decisiones sobre lo que una va a estudiar. Tiene que ir acompañada de una educación primaria y secundaria distintas», sostiene.
Coherente con lo anterior, Maisa reconoce que la tarea próxima es monumental. Pero tiene esperanzas en lo que puedan agregar las mujeres a la discusión: «La transformación social, tecnológica y política que se requiere, en particular para enfrentar el cambio climático y limitar el calentamiento 1,5°, es una que no tiene precedentes en la historia de la humanidad. No lo vamos a lograr con los mismos métodos para crear este problema. Necesitamos muchas voces y mentes para lograrlo».