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Bicicletas en América Latina: mucho camino que recorrer Sustentabilidad

Bicicletas en América Latina: mucho camino que recorrer

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A raíz del Día Internacional de la Bicicleta, DW repasó los logros y retos de este medio de transporte sostenible en las principales ciudades de la región. Bogotá, Rosario, Santiago y Ciudad de México están a la vanguardia.


Hace una semana, Perú aprobó por unanimidad la ley que promueve y regula el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible. Así, los trabajadores del sector público recibirán un día de descanso remunerado por cada 45 veces que desplacen al trabajo en bicicleta, mientras que los del sector privado tendrán incentivos como flexibilidad en la hora de entrada o días libres.

La idea no es nueva. Desde septiembre de 2016, en Sao Paulo (Brasil) se establecieron recompensas a los empleados que opten por este medio de transporte. Además de esta ventaja económica, el uso de la bicicleta aporta beneficios medioambientales en la reducción de gases de efecto invernadero y la mejora de la calidad del aire. Una tendencia consolidada en Europa que en América Latina debe afronta diversos retos para conseguir su implementación.

El estudio «Ciclo-inclusión en América Latina, guía para impulsar el uso de la bicicleta como transporte urbano”, publicado en 2015 por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), apunta a Bogotá (Colombia) y Rosario (Argentina) como las ciudades con un mayor uso de bicicletas, con el 5 y 5,3por ciento respectivamente.

La ciudad argentina empezó hace más de 30 años a promover la bicicleta. «Rosario, posee una calle recreativa donde por 28 km se impide la circulación de vehículos motorizados los domingos de 8:30 a 12:30, donde acuden en promedio 50.000 personas cada domingo”, dijo Javier Cantarella, extrabajador de organismos de transporte de la ciudad de Rosario.

No obstante, el informe también destaca a Bogotá como la ciudad con mayor número de viajes en bicicleta al día, con 611.472, siguiéndole Santiago, con 510.569. Tras analizar 56 ciudades de la región, el reporte contabilizó una infraestructura de 2.513 kilómetros para bicicletas, siendo Bogotá la ciudad con mayor cantidad (392 km), y Monterrey con la menor, solo 0,4 km. Y es que según otro estudio, ‘Aprender de los países vecinos, Experiencias de ciudades de América Latina en la promoción de la bicicleta como modo de transporte cotidiano’, existe una relación clara entre la construcción de infraestructura y el aumento del uso de la bicicleta.

Voluntad política

Además de invertir en infraestructura ciclista, hay que «ganar espacios para el desarrollo seguro de la movilidad ciclista y sumar servicios de bicicletas públicas de calidad”, apuntó Cantarella, actualmente Subsecretario de Planificación de Transporte de la Provincia de Santa Fe (Argentina).

La capital mexicana cuenta con el mayor número de bicicletas públicas de la región. Puesto en marcha en febrero de 2010 con 84 cicloestaciones y 1.200 bicicletas, el servicio de alquiler de bicicletas públicas Ecobici, cuenta actualmente con 480 estaciones y más de 6.800 bicicletas, de las cuales 28 estaciones y 340 bicicletas son eléctricas.

Se creó tras llevarse a cabo un diagnóstico para desarrollar una estrategia de movilidad de bicicleta. «Se analizó el sistema de transporte que no alcanza a conectar a los vecinos de puerta a puerta”, recordó Iván de la Lanza, quién trabajó durante ocho años en la estrategia de movilidad del gobierno local.

De la Lanza subrayó algunas de las condiciones que propiciaron el servicio, que «representa un hito en América Latina”, como el hecho que «el 50 por ciento de los viajes son de 8 kilómetros o menos, distancia muy asequible en bicicleta y transporte público”.

Así que tras implementar vías recreativas, se puso en marcha el servicio a la vez que se empieza a construir la red de 300 kilómetros de ciclovías, de las que actualmente existen 171 km.

Una carrera de obstáculos

Además de factores políticos y económicos, existen diversos problemas sociales que resolver como ”la inseguridad y la poca cultura de seguridad vial”, dijo Daniel Peláez, uno de los autores del informe comparativo. Así destacó el»problema de robos y asesinatos de ciclistas que hoy afecta a Bogotá”, una lástima, considerando que «es imposible que estos modos prosperen en una región con la violencia más alta del mundo”.

Finalmente existe otros aspectos culturales que marcan la mentalidad de la región, como que el «automóvil está asociado a un determinado status que la bicicleta no ha logrado reemplazar. por otor lado, el argumento de la sustentabilidad no alcanza para hacer políticamente rentable el cambio de paradigma”, aseguró Florencia Rodríguez, otra de los autores del estudio comparativo.

Por este motivo, consideró que «las organizaciones de la sociedad civil son una pieza clave para empujar la voluntad política”. En el caso de la capital mexicana, «ha sido crucial para dar continuidad a los esfuerzos gubernamentales”, dijo a DW Areli Carreón, fundadora de la entidad Bicitekas. «La demanda constante de mayor inversión y políticas públicas para la movilidad urbana sostenible empiezan a dar frutos. La Ley de movilidad, entre otros instrumentos regulatorios, fueron elaborados e impulsados por organizaciones civiles especializadas en movilidad y seguridad vial”, se congratuló.

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