Una vez pasada su vida útil, estos dispositivos se transforman en un peligro para las personas y la naturaleza. Reciclarlas es la única manera de evitar que contaminen.
Desde el lanzamiento de la Ley REP el año 2016 se han visto grandes avances en el reciclaje y conciencia ecológica. Se eliminaron las bolsas plásticas, cada vez se ven más puntos verdes y el reciclaje se ha ido haciendo parte de la vida de los chilenos. Sin embargo, el tratamiento de residuos tóxicos, como lo son las baterías de autos, no es muy conocido.
La baterías en desuso son un problema, ya que se desechan casi dos millones al año en Chile, que si no son correctamente procesadas ponen en serio riesgo la salud humana y del medioambiente, debido a sus componentes como plomo y sus sales, junto con ácido sulfúrico. Le empresa Recimat recicla el 85% de estos residuos, los que busca por todo el país, incluso en lugares tan alejados como la Patagonia. Un porcentaje nada menor, si se compara con el 8,5% de plástico que es valorizado a nivel nacional, según cifras de la Asociación de Industriales de dicho material, Asipla.
Tras reciclar las baterías, se obtiene pellets de plástico y lingotes de plomo, los que se utilizan como materias primas para otros productos nuevos. Especialmente en el caso de un metal pesado como el plomo, su reciclaje y refinación da un resultado de la misma calidad que el que se utiliza por primera vez.
Así es posible desincentivar su extracción minera, lo que trae beneficios como la generación de menos residuos en todo el proceso, menor consumo de combustible, disminución del CO2 a la atmósfera y una baja en la utilización de recursos naturales, como el agua.
Por una campaña impulsada por la Seremi de Medio Ambiente, Fecunda Patagonia y Corporación Patagonia Viva, con la cooperación de municipios y otras empresas, se hizo una recolección de baterías por varias localidades de la región de Aysén. Las baterías que reunieron eran de autos, camiones, motos e incluso de avionetas.
La iniciativa comenzó el 2018, con dos campañas de recolección. Este año se organizó la tercera, que empezó el 22 de abril, donde se reunieron alrededor de 1400 baterías en desuso, es decir, cerca de 25 toneladas de ese residuo.
“La contaminación que producen esas baterías son los ácidos que percolan cuando la batería ya está en desuso. Eso va contaminando las napas freáticas, la tierra. Si es que hay animales, porque en general esas baterías quedan en el campo, los animales las lengüetean y se enferman. Las baterías, como tienen plomo, es lo más tóxico que sueltan cuando están en desuso”, indicó la representante de Fecunda Patagonia, Paulina Monsalve.
Las baterías recolectadas serán transportadas por Recimat hasta Calama. Se estima que se hagan otras dos campañas en la región de Aysén en el resto del año.