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Las señales dan optimismo respecto a una descarbonización anticipada en Chile Sustentabilidad

Las señales dan optimismo respecto a una descarbonización anticipada en Chile

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A un año del plan presentado por el Gobierno, la organización llamó a no perder de vista la crisis de biodiversidad y la necesidad de una transición justa.


En el balance del primer año del Plan de Descarbonización lanzado por el Gobierno a inicios de junio de 2019, hay señales que, a pesar del contexto de pandemia, se han dado desde diversos actores del sector y que podrían contribuir a adelantar las metas fijadas originalmente.

Este Plan estableció el año 2040 como plazo máximo para el cierre de las 28 centrales a carbón que operaban hasta ese momento en el país, un paso clave para la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) comprometida por Chile en sus contribuciones nacionales determinadas (NDC) en el marco del Acuerdo de París contra el cambio climático.

“En su momento, enfatizamos que era necesario adelantar el cierre a 2030 y también concentrar los esfuerzos en romper las principales barreras que impedían un compromiso mayor, entre las que se cuentan la necesidad de avanzar en mayor eficiencia energética, responder a cómo almacenaremos la energía, los desafíos para construir líneas de transmisión, promover la energía distribuida, así como electromovilidad e instrumentos de precio al carbono”, comentó Ricardo Bosshard, director de WWF Chile.

En particular, es muy relevante que se inicie a la brevedad una discusión sobre la necesidad o no de una nueva línea de transmisión que permita abastecer la zona central de energía solar generada en el norte o, por el contrario, promover una mayor energía distribuida y eficiencia energética que puedan evitar la necesidad de una línea de estas
características.

Para apoyar estos procesos, la organización ambientalista no solo ha empujado la descarbonización a nivel nacional, impulsando compromisos más ambiciosos y mejoras en las NDC, sino que también ha utilizado diferentes estrategias a nivel global para acelerar el fin del carbón.

“Un ejemplo son las finanzas verdes, donde podemos destacar que la oficina de WWF en Noruega influyó fuertemente en los criterios de carbón que por primera vez se implementan en los fondos soberanos de pensiones de ese país, con lo que se pusieron límites y condiciones para que grandes productores en base a carbón pudieran pertenecer a esa cartera, excluyendo o poniendo en observación a compañías mineras o energéticas que actualmente operan en Chile”, detalló Bosshard.

Además, la eléctrica Enel anunció en mayo el adelanto del cierre de sus dos últimas centrales a carbón en Chile: Bocamina I y II, cuya salida estaba programada para 2023 y 2040, respectivamente. “Son señales positivas que muestran que es posible anticipar el cierre de estas centrales, y que se suman a las conversaciones que actualmente está teniendo el Ministerio de Energía con las generadoras”, agrega Bosshard.

“Asimismo, la deseada mayor celeridad en el cierre de termoeléctricas debe contemplar planes de salida consensuados con las comunidades locales, porque no se trata solo de cerrar procesos e instalaciones, sino que deben crearse las condiciones para que esto se lleve adelante de la mejor forma en términos ambientales y sociales”, puntualizó Bosshard.

Junto con descarbonizar, existen otras variables de la crisis ambiental que no deben dejarse de lado, como la pérdida y degradación de hábitat, que incide en la desaparición de especies y de servicios ecosistémicos vitales para el ser humano; también avanzar en una reactivación sostenible, implementar una transición justa y medidas de adaptación al cambio climático, especialmente para las comunidades más vulnerables que sufren con mayor intensidad el impacto de fenómenos como la persistente sequía y la escasez de agua en nuestro país.

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