Mauricio Salazar es neurólogo del Hospital san Juan de Dios y creador del Proyecto de Teleneurología en el recinto de salud. Él es también parte de una iniciativa que utiliza robots sociales para brindar teleasistencia en salud mental a pacientes con covid-19, para reforzar el vínculo con sus familias.
Mauricio Salazar, Verónica Vargas-Araya y Javier Ruiz del Solar forman parte de la tríada interdisciplinaria que desarrolló el robot Pudú, que busca apoyar en la atención de la salud mental a los pacientes hospitalizados por coronavirus. Esto lo haría a través de una tablet instalada en la parte superior del robot, por la que el paciente podría comunicarse con otros sin necesidad de tener mascarillas y protectores faciales de por medio.
Verónica es psicointensivista del Hospital Clínico de la Universidad de Chile (HCUCH) y durante estos meses le ha tocado atender la salud mental de pacientes covid-19. Mauricio es neurólogo y trabaja en el Hospital San Juan de Dios. Junto al equipo de neurología del centro de salud, ha intentado resolver las interconsultas y también ver la posibilidad de hacer teleconsultas. Al ver las consecuencias psicológicas que estaban sufriendo los pacientes hospitalizados por no tener contacto ni con sus médicos ni con sus familiares, decidieron buscar una forma de aliviar esta situación.
Fue en ese proceso que se contactaron con un grupo de ingenieros de la Universidad de Chile, liderados por Javier Ruiz del Solar, académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile (FCFM), quienes ya llevaban un periodo trabajando con un robot social. Decidieron adaptar este trabajo para que cumpliera con los requisitos necesarios para realizar labores en centros de salud. En Chile se han hecho pruebas con robots sociales en algunas áreas, pero aseguran que la diferencia con el modelo Pudú, es que estos no interactúan con los pacientes.
Mauricio Salazar da cuenta de cómo fue todo el proceso de la creación del Pudú (modelo oficial) y sus clones, Adol y Gabo. Este último llegará al hospital San Juan De Dios el próximo día miércoles 22 de julio.
Salazar también destaca la importancia de la atención de la salud mental de los pacientes hospitalizados por coronavirus, mientras el equipo está trabajando en los protocolos de resguardo y lineamientos éticos, en referencia a su aplicación y futuras investigaciones en la utilización de robótica en salud, propuestas exploratorias al ser únicas en el país.
¿Cuál fue la problemática que dio inicio al proyecto?
Verónica Vargas se dio cuenta que, el entrar y salir de las áreas con pacientes contagiados, tanto de ella como de muchos otros profesionales de la salud, implica un gasto enorme de los equipo de protección personal (EPP), por lo que había que buscar una manera de poder interactuar con el paciente a través de un dispositivo que permitiera estar más tiempo con él. Alguien que pudiera estar disponible 24/7 sin tener que utilizar EPP.
Por otra parte, en el Hospital San Juan de Dios también nos dimos cuenta la dificultad de mantener una comunicación con un paciente que no puede sostener un teléfono o una tablet y que está en una sala con muchos otros pacientes sintomáticos, por lo tanto, la persona que entre siempre se va a estar exponiendo. Los dos vimos la problemática y empezamos a pensar en la posibilidad de utilizar un robot que permitiera este contacto directo con el paciente y una atención que no necesitara interacción física, pero sí voz y video.
¿Cómo fue el proceso de creación?
En Chile no hay experiencia al respecto y en el mundo es poca. Ha salido un poco de información ahora con el tema de la pandemia, y hay algunos reportes de casos con muy buena referencia. Así que comenzamos a investigar, primero con algunos privados, centros que trabajan con robots, los cuales no nos dieron mayor respuesta; y las soluciones que nos dieron no podían ser insertadas en un centro de salud, que requiere de ciertas medidas de higiene, de posibilidades de limpieza y de comandos a distancia que hemos tenido que superar. Empezamos a buscar más gente y nos contactamos con la FCFM, con Javier Ruiz del Solar, quien nos comentó que ya tenían un dispositivo que se podría adaptar. Empezamos a hacer todas las adaptaciones, reuniones y protocolos. La gente que trabaja con Javier comenzó con un diseño más robusto, que pudiera cumplir con ciertas características para poder insertarse en un sistema de salud.
¿Qué significa que sea un robot social?
Son aquellos que interactúan directamente con una persona, de una manera sencilla y habitual, pero que además de eso, sigue ciertos patrones que nosotros ahora conocemos como comunicación, a través de un video con una comunicación verbal. Permite la sociabilización entre robot y persona, en este caso por sus características para lo que es la atención de salud.
Este robot les llevó entre un año y medio a dos años de desarrollo, y fue adaptado para las situaciones de salud, por eso tiene importancia, porque es el primer robot que se adapta y el primero que inicia trabajos de asistencia directa con el paciente.
¿Cómo funciona Pudú?
Funciona con un comando a distancia, uno puede estar entre 15 a 20 metros del paciente, es decir, totalmente fuera del alcance de algún tipo de contagio. Tiene dispositivos para el manejo, también de cámara y de sensores, que permiten que el robot no pase chocando. A su vez, tiene un pedestal con una tablet y una cámara en la parte superior, que permiten que el paciente se pueda comunicar. También la persona que está a distancia va a poder establecer un contacto directo con el paciente, es decir, sin todos estos artefactos de protección que han hecho que en todo este tiempo nosotros literalmente no nos veamos las caras, ellos no están viendo quién los está atendiendo.
Esta tablet también tiene sus manejos, puede ser movida y adaptada a la altura y necesidad del paciente, hay algunos que pueden no sostenerlo o que, por las condiciones que están, no puedan moverse de la cama, por lo tanto la idea es que el robot haga todo eso por ellos.
¿A quiénes va a ayudar?
En esta primera etapa está el HCUCH y el Hospital San Juan de Dios. La idea es que tanto servicios del primero, que absorbe gran parte de la población de la Zona Norte, como el segundo, que atiende a la población del sistema público de la Zona Occidente (junto con el Hospital Félix Bulnes), puedan acceder a este tipo de dispositivos. A veces tendemos a pensar que todo el mundo puede tener una comunicación directa a través de un teléfono o de internet, y la verdad es que no es así. Hay muchos usuarios que no tienen esa posibilidad, o que ahora no pueden acceder a eso por limitaciones de movilidad. La idea es que Pudú pueda darles la posibilidad de este contacto.
¿Qué es lo que más va a aportar?
Sobre todo va a aportar a la salud mental de estos pacientes, sus síntomas ansiosos o angustiosos, la posibilidad de hacer evaluaciones, de establecer un seguimiento con estos pacientes. Ya ha demostrado en otras partes que realmente es un aporte, disminuye los tiempos de hospitalización, de intubación, las complicaciones, los síndromes post UCI, los síndromes por estrés post-traumático. También puede disminuir las siguientes atenciones psicológicas, ya que se hacen de manera temprana y se pueden identificar los factores de riesgo en estos pacientes.
Va a ser una especie de funcionario disponible 24/7 y que no se va a cansar, excepto que se les agoten las baterías, lo cual es recargable. También es fácil de limpiar y no tiene riesgo de contagio.
¿Y en el contexto de la pandemia?
Actualmente, en muchos casos ocurre que el familiar llega con él a urgencia, luego se hospitaliza y no ve más a su familia hasta que sea dado de alta, pero ahí también queda en una cuarentena preventiva en su casa. Es decir, la posibilidad de interactuar, de verlo, de saber de su evolución, se hacen escasas. A excepción de algunas iniciativas, en las cuales se ha podido contactar a los familiares, eso se ha ido disminuyendo.
Por otra parte, los pacientes están teniendo atenciones principalmente para salvarles la vida, y a medida que esto va a avanzado, los problemas de salud mental también crecen. Hay muchos síndromes y patologías asociadas a los pacientes que se hospitalizan en estas unidades de pacientes críticos, de las que también tenemos que preocuparnos. No basta con salvarles la vida y posteriormente ocuparnos de lo otro, tiene que ir todo de la mano.
¿Cómo han sido las pruebas hasta ahora?
Esto último se ha demostrado en los pacientes con los cuales se han hecho las pruebas, hasta el equipo de salud lo agradece mucho, ya que se sienten mucho mejor cuando ven que sus pacientes salen adelante y que se empiezan a comunicar con personas. De hecho, lo primero que le dijo la paciente cero (con quien se probó primero) a Verónica Vargas, fue que era un gusto conocerla, porque había tenido atenciones antes, pero a través de mascarilla, protector facial y antiparras. Conocerse es muy importante cuando hablamos de salud mental.
¿Cómo crees que ha sido el apoyo para la salud mental estos meses? ¿Cuáles son las principales falencias en esta área?
La salud mental en Chile, si bien ha tenido muchos avances en el último tiempo, sigue siendo algo que se ha ido relegando a segundo plano, pero creo que con esta pandemia también se ha demostrado su importancia, cada vez nos vamos dando más cuenta de lo que significa la atención de salud mental en pacientes aislados y los síntomas que se producen. La idea es
fomentar eso, poder apoyarlo y sobre todo ahora que tenemos la disponibilidad de que Pudú nos puede apoyar en esta pandemia, tratar de fortalecerlo aún más. Esto ya se ha hecho con psicología interhospitalaria y psicointensivismo en el HCUCH, en el cual Verónica ha hecho un tremendo trabajo con los pacientes en UCI. Y se ve que están menos tiempo ventilados, con menos complicaciones, con menor cantidad de síntomas ansiosos, de angustia o cuadros depresivos en mucho menor cantidad. Los que salen también están en mejor condiciones, también sus familiares.
Hay una escasez de psicólogos/as en unidades de pacientes críticos. Es importante aclarar que esta atención de salud mental en la unidad de pacientes críticos no solo es para el paciente, sino que también para el equipo, para los familiares, para la comunicación de malas noticias y otros tipos de atenciones con todo el equipo.
¿Cómo se realizará su inserción oficial en los hospitales?
Va a ser gradual, el primero va a ser Pudú que va a comenzar este lunes en el HCUCH, y posteriormente los dos clones que logramos completar a través de financiamiento de privados, Adol y Gabo. Estos van a ser insertos en una semana y media más, uno se suma al HCUCH y el otro irá al Hospital San Juan de Dios. El trabajo previo que significa inserción, también conlleva elaborar protocolos de trabajo, consentimientos, pasar por comité de ética, mantener la confidencialidad. Hacer todo lo que podríamos hacer de manera presencial, a través del robot, pero de una forma mucho más estandarizada, lo cual va a permitir que las atenciones sean de mayor calidad.
Hay que recordar que estos robots, no vienen con un único fin, también se adaptan a las necesidades que tiene cada establecimiento. La idea es que progresivamente deje de ser la novedad que es ahora, sino que sea algo estandarizado y que lo pudiesen tener todos los centros.
Por último, ¿saben de casos similares en otros países que se usen y que sean un aporte?
No se ve mucha experiencia. Estuvimos investigando bastante y hay mucha en robots sociales, pero que no son de interacción directa, sino de traslados de insumos, materiales, comidas, etc. Ahora bien, hay harta evidencia de robots sociales en salud que han sido muy efectivos, sobre todo en pacientes que tienen alguna inmovilidad o alguna problemática en poder comunicarse. Pero en Chile la verdad no hay un robot que pueda interactuar, en eso somos pioneros en desarrollarlo. No es algo que todavía tengamos bien claro cómo manejar la robótica en la salud, los extremistas dicen que no podemos reemplazar la atención de salud.
Pero la visión que nosotros tenemos, no es que el robot venga a suplir absolutamente nada, sino que viene a apoyar el trabajo clínico.