Son diversos los sistemas de salud adoptados por cada país, pero todos se han visto enfrentados a la crisis de salud que estamos viviendo actualmente, algunos han podido adaptarse de mejor medida que otros. Posterior a la pandemia esta experiencia global va a servir para pensar en posibles reformas que puedan mejorar la salud pública de nuestro país.
El funcionamiento de los sistemas de salud existentes en el mundo y la posibilidad de hacer reformas en nuestro país recogiendo ejemplos de estos fue parte de los que se conversó en la primera charla del ciclo de diálogos sobre salud organizado por la Universidad Católica y Laboratorio Roche.
En tiempos de crisis como la que ha provocado el covid-19 en el mundo, se cuestionan los paradigmas establecidos en distintos sectores de la sociedad, incluyendo la salud. Durante estos meses el debate con respecto a nuestro sistema sanitario ha estado presente en la población, sobre todo en perspectiva de la preparación de nuestro país a una situación de esta magnitud, y las diferencias que se han visto entre el sistema público y privado.
Este cuestionamiento también se está llevando a cabo a nivel internacional, ya que la pandemia está mostrando las fortalezas y debilidades de todos los sistemas de salud latentes en los distintos países. En efecto, es probable que las futuras reformas se trabajarán con la revisión de estas experiencias.
El Dr. Jorge Jiménez de la Jara, exministro de Salud y presidente del Foro Nacional del Cáncer, hace énfasis en que la salud depende del contexto social, histórico y económico en que se desarrolle y que no es sólo imitar el modelo de un país, ya que no necesariamente va a funcionar de la misma manera.
En Chile nos encontraríamos en un momento de refuerzo y modernización de lo público. Para que esto llegue a funcionar adecuadamente habría que hacer una revisión en conjunto en donde se elaboren las reformas que permitan mayor igualdad frente a la salud. Además de encontrar la manera adecuada de progresar con la tecnología sin dejar de lado a los pacientes.
En Europa se pueden encontrar modelos de Seguridad Social y Servicios Nacionales de Salud. El primero es un modelo de bienestar que se puede ver en algunos países de Europa Central, en él se establecen seguros sociales de salud. Existe un derecho a la salud y su acceso, el cual está dando en concordancia a la categoría ocupacional de las familias.
“La cotización es obrero-patronal, es decir, hay un impuesto al trabajo que genera primas y un sistema de copago al momento de uso”, explica el Dr. Luis Pérez, especialista Senior en Salud Pública del Banco Mundial. En algunos casos esto se complementa con un servicio público para aquellos con problemas laborales.
Por otro lado, el Servicio Nacional de Salud se configura por la base ciudadana, es decir, el solo ser ciudadano de un país tienes derecho a acceder a los servicios de salud. Este sistema tiende a tener una cobertura universal, como es el caso de Reino Unido, donde se financia de impuestos generales y presupuesto nacional, siendo 100% estatal.
Entre estos dos se puede ubicar uno más liberal que se ve en Estados Unidos, país que tiene seguros privados y que el acceso a la salud se basa en la capacidad de pago. Hay un servicio público al que puedes acceder si demuestras ser pobre, un 34% de la ciudadanía estaría cubierto por un seguro de salud estatal. Habían planes para reformar este mecanismo, los cuales se encuentran congelados actualmente.
Los especialistas afirman que no todos los sistemas tienen el alcance mundial que promueve la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en su Modelo de Salud para el 2000 buscaba tener, entre otras cosas, una capacidad de respuesta del sector y protección financiera adecuada para entregar un servicio igualitario y de calidad.
Actualmente en Latinoamérica predominan los modelos mixtos o híbridos, donde se intenta cubrir las debilidades de uno con medidas que son del otro, se le califican como modelos “patchwork”, porque se van parchando los errores.
Pérez especifica que en la región hay tres modelos presentes actualmente: Sistema Nacional de Salud financiado por impuestos generales (por ejemplo en Cuba y Brasil), un tipo de híbrido donde “son sistemas con diverso grado de integración organizada entre el financiamiento contributivo y presupuesto general” (Chile, Uruguay, Costa Rica), y otro híbrido en el cual “no hay articulación importante entre los subsistemas de seguridad social y el público” (México y Argentina).
El modelo chileno es una red compleja que “tiene pegoteos de sistemas privados y públicos. El sistema privado tiene otro sistema de valor, valoriza la tranquilidad, el orden, la limpieza del lugar y el tiempo. El sistema público está atiborrado por un mayor número de exigencias, atiborrado con más gente con muchos problemas”, asegura el exministro de salud.
El principal malestar de la población hacia la salud del país gira entorno a las diferencias de calidad entre estos dos sistemas (Fonasa e Isapre). Además, de la imposibilidad de acceder a un servicio de buena calidad, o en el que no haya espera para la atención, sin que esto signifique un gasto inalcanzable para el bolsillo de la mayoría de la población.
Ambos médicos concuerdan en que no se puede mirar ningún sistema extranjero específico, debido a que no hay ninguno que funcione perfectamente, pero que lo esencial después de esta pandemia va a ser rescatar las partes que la experiencia haya mostrado que funcionen en problemas que nos afectan en Chile.
Lo primero sería concentrarse en reformular y mejorar el modelo público del país, para esto el Dr. Jiménez asegura que habría “mejorar la calidad de prestación que se da en los hospitales públicos a través de mejores remuneraciones, mayor inversión y mayor tecnología”.