El transporte eléctrico se abre paso como opción sostenible para retomar la movilización luego de la pandemia, tanto los vehículos eléctricos como las bicicletas y scooters permitirían reducir las posibilidades de contagio como el impacto ambiental por el flujo de movimiento. En Chile la eficiencia energética es un foco clave en las discusiones sobre el futuro del transporte.
La nueva forma de movilizarse es parte del debate post pandemia que se ha generado alrededor del mundo. Muchos expertos coinciden en la importancia de aprovechar esta instancia para fortalecer la eficiencia energética en el transporte.
Dentro de las medidas que han surgido para esto, se encuentra la promoción de la movilidad eléctrica en las ciudades, tanto en vehículos particulares, como en públicos. A la vez que se espera un mayor interés por otras opciones de transporte como la bicicleta eléctrica o el scooter eléctrico.
«El covid es una invitación a revaluar la movilidad de nuestras ciudades en aras de mayor equidad y sostenibilidad, ya que los transportes públicos tal y como los conocemos obligan a viajar a muchas personas en espacios relativamente reducidos, una práctica de riesgo en estos tiempos de coronavirus», afirmó a Télam, Daniel Rodríguez, director del Instituto de Transporte de la Universidad de Berkeley, Estados Unidos. “La pandemia encuentra a la región con problemas que ya veníamos arrastrando, como el tema del financiamiento del transporte público, su envejecimiento por falta de mantenimiento y la necesidad de expansión para competir con el transporte privado».
Asimismo, durante estos meses se han visto progresos en los índices ambientales debido a la disminución de flujo de personas y vehículos en las ciudades. Esta situación lleva a un cuestionamiento sobre la sostenibilidad de la manera en que nos movilizamos, tanto en los vehículos particulares como en el transporte público.
En Santiago también ha mejorado la calidad del aire, en comparación con años anteriores, por una menor circulación de autos en las calles de la capital. El 18 de junio, Gloría Hutt, ministra de Transportes y Telecomunicaciones, anunció que, con la cuarentena de 50 comunas del país, en Santiago se redujo en un 84% la demanda de pasajeros en transporte público y el flujo vehicular había disminuido en un 59% hasta entonces.
Sin embargo, la ministra mostró preocupación por un explosivo retorno de autos a las calles luego de la cuarentena, principalmente por el miedo inicial de contagio en el transporte público. En la misma línea, otros países como España, vieron esta vuelta progresiva como una oportunidad para el aumento de vehículos de dos ruedas, como las bicicletas y motos.
A esto se suma que el acceso a movilidad eléctrica está más a la mano que hace cinco años, permitiendo que en nuestro país hayan incrementado las opciones de bicicletas eléctricas y scooters eléctricos, los cuales permitirían recorrer tramos más largos que se evitaban en bicicletas tradicionales.
A inicios de marzo, antes de la llegada del coronavirus a Chile, la empresa de scooters eléctricos compartidos Lime -con 15 meses en nuestra país en esa época- había llegado a los 2 millones de viajes. El servicio también lo ofrecen Scoot, Bird, Grin o Movo.
La opción por este transporte, que es rápido y sin que implique un ejercicio físico como pedalear, ha tenido además un importante aumento en las ventas. La búsqueda tras el estallido social creció un 80% según diversas plataformas de e-commerce, acrecentada en jornadas como cyberday.
Carlos Barría, jefe de la División de Prospectiva y Análisis Regulatorio y de la División de Ambiente y Cambio Climático del Ministerio de Energía, mencionó en la conferencia “Industria Energética y Pandemia: cómo gestionar la incertidumbre” -realizada por el Grupo Editorial Editec en mayo- que el transporte terrestre es responsable del 24% de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y que, frente a esta cifra, “la electromovilidad es clave en nuestro desarrollo y no creo que se vea afectada por esta pandemia”.
El desarrollo del transporte eléctrico en nuestro país es una medida añorada por muchos especialistas. Hoy en día las principales esperanzas para que se imponga un marco regulatorio que permita avanzar en esta área reposan en el proyecto de ley de eficiencia energética y la Ley Larga de Distribución.
Ambas normativas tienen como foco la eficiencia energética, en orden de reducir el nivel de uso energético al momento de producir productos o servicios. Francisco López, subsecretario de Energía, destacó a principios de año, que el proyecto de eficiencia energética presente en el Congreso “busca generar las condiciones para que las automotoras incorporen modelos eléctricos en su cartera de vehículos a la venta”.
En marzo el gobierno planeaba ingresar un protocolo de reformas que conformarán la Ley Larga de Distribución; debido a la pandemia, esto se retrasó y solo se presentaron avances. Esta situación causó malestar en la Comisión de Minería y Energía del Senado, considerándose una muestra de poco interés en la temática.
Al parecer este protocolo será presentado al Congreso dentro de los próximos días, estas reformas buscarían principalmente modernizar la distribución mediante la definición de servicios públicos de distribución, la competencia en beneficio de consumidores y la protección al usuario.
Además de estas medidas, la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) implementará una normativa técnica, mediante una consulta a actores internacionales, en torno al reglamento de pliego técnico sobre infraestructura de carga para vehículos eléctricos.
Luis Ávila, superintendente de Electricidad y Combustibles, sostuvo que esta normativa considera tres aspectos fundamentales: seguridad de las instalaciones, interoperabilidad de los sistemas de carga y eficiencia de las redes eléctricas ante el aumento de la infraestructura de carga.
“Por otra parte, está el acompañamiento a proyectos que implican la instalación o ampliación de cargadores para vehículos eléctricos en la vía pública, instancias donde factores, como la distancia entre las estaciones de servicio y los puntos de conexión, presentan eventuales dificultades para obtener suministro”, concluyó.
Ademas, el Sello de Excelencia Energética 2020 incorpora la electromovilidad como un eje esencial para el enfoque integral de las empresas. Esta iniciativa, impulsada por el Ministerio de Energía con la Agencia de Sostenibilidad Energética (AgenciaSE), busca empujar a que se implementen sistemas de eficiencia energética que les permita ahorrar energía en la producción y tener un modelo sostenible.
Ignacio Santelices, director ejecutivo de la AgenciaSE, explicó que “el sello es el programa que más ahorros genera dentro del ámbito de acción de la empresa y en las últimas dos versiones, donde han obtenido el sello 48 empresas, con cerca de 100 instalaciones, reduciendo un consumo total a un equivalente a la energía que consumen en un año 120.000 hogares”.
La pandemia se presenta como un escenario para promover estas opciones más sostenibles y para cuestionar el modelo de transporte que acostumbramos a usar. Algunos países han adoptado políticas públicas para que las personas reemplacen el transporte público por otras opciones como las bicicletas.
Por ejemplo, en Perú se ha discutido sobre un subsidio a las bicicletas; también, en Bogotá y Nueva York se han indicado pistas para ciclovías que antes eran de vehículos.
En Chile, la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) está en proceso de desarrollar un Centro de Electromovilidad que buscará promover el desarrollo de esta área en el país. El 21 de julio la Universidad de Chile realizó el encuentro “¿Por qué Chile necesita un centro de Electromovilidad?”, en el cual se discutió sobre este desafío.
Mariana Pavón, subdirectora de contenidos de la Agencia de Sostenibilidad Energética, mencionó en el encuentro que la reactivación económica post pandemia irá de la mano con la sostenibilidad, en donde la movilidad eléctrica será esencial.
Para Pavón, es importante que este centro apoye al sector público generando información, potencie la descentralización de la electromovilidad -permitiendo su ingreso a regiones- y presente toda la cadena de valor detrás de los automóviles. “Hoy Chile está bien posicionado para exportar conocimiento en electromovilidad”, afirmó.
Wiliams Calderón, profesor asociado del Centro de Energía de la Universidad de Chile, planteó que: “La electromovilidad es parte de la cuarta revolución industrial. Y el centro de la Electromovilidad puede ser el puente entre una tecnología creciente en el mundo y los usuarios en Chile”.
El profesor aseguró que aún hay desafíos tecnológicos, como la transformación digital y el fortalecimiento del capital humano, que serían un obstáculo para que la movilidad eléctrica se inserte en la sociedad.
Uno de los temas centrales en este encuentro fue la necesidad de que las opciones eléctricas sean accesibles para otras regiones del país, ya que en otros lugares también está el escenario para llevarlo a la práctica estos proyectos y se podría probar en otros rubros.
“Como somos ciudad chica (Valdivia), podemos servir para probar los ajustes en los impactos dentro de nuestras redes eléctricas y que, luego, eso sirva de experiencia a las ciudades más grandes”, expresó Lorenzo Reyes, profesor asistente del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Austral. “Aquí hay un brazo muy grande en la salmonicultura, donde existen muchas embarcaciones. La electromovilidad no es solo terrestre, hablamos de transporte de carga como de personas. Y tendremos proyectos al respecto”.
Asimismo, Miguel Arriagada, jefe de la División de Infraestructura y Transporte del Gobierno Regional del Maule, anunció que en la región también tienen interés el transporte eléctrico, principalmente con la idea de potenciar transporte público menor. “La región puede ser un laboratorio para el ensayo y error. Tenemos acceso muy directo con los gremios y las soluciones en terreno”, comentó.