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Vivienda y pobreza energética en Chile: desafíos en el contexto actual Sustentabilidad

Vivienda y pobreza energética en Chile: desafíos en el contexto actual

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Según diagnósticos realizados por el equipo de la UdeC del programa Laboratorios Urbanos de Cedeus, la situación de cuarentena ha evidenciado dos problemas en torno a la vivienda: hacinamiento y mala calidad de éstas. El primero tiene su origen en el tamaño de las viviendas, y el segundo en la calidad de su construcción.


En agosto de 2019 la temperatura interior de las viviendas de San Pedro de la Paz en el Gran Concepción era apenas 5°C más alta que la temperatura exterior. Más alarmante aún, hay casos en que la temperatura interior en invierno es 5°C más fría que la del exterior. La crisis sanitaria ha agudizado los problemas de hacinamiento y de mala calidad constructiva de las viviendas en Chile, lo que representa no sólo un problema de confort térmico, sino también de calidad ambiental al interior de los hogares y de pobreza energética.

Así lo detalla Isabel Rivera, arquitecta, académica de la Universidad de Concepción e investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus).”El abordaje del déficit habitacional debiese ser acompañado por una acción concertada del Estado para mejorar la habitabilidad de las viviendas, mediante los instrumentos con los que ya cuenta, incrementando ambiciosamente la cantidad de subsidios de acondicionamiento térmico para alcanzar al menos un millón de hogares en la próxima década, lo que requiere de simplificación de procesos de postulación, focalización de recursos y apoyo profesional”, explica.

Según diagnósticos realizados por el equipo de la UdeC del programa Laboratorios Urbanos de Cedeus, la situación de cuarentena ha evidenciado dos problemas en torno a la vivienda: hacinamiento y mala calidad de éstas. El primero tiene su origen en el tamaño de las viviendas, y el segundo en la calidad de su construcción. Lo que es confirmado por el Catastro Nacional de Condominios Sociales del Ministerio de Vivienda, el metraje promedio en las últimas décadas ha sido de 50 a 60 metros cuadrados por vivienda, lo que estimula que gran parte de estas construcciones sean ampliadas, generando nuevas habitaciones, muchas veces autoconstruidas y que mayoritariamente carecen de un resguardo por la calidad de la aislación térmica, ventilación y de la seguridad eléctrica, entre otros problemas estructurales.

Gráfico 1: Tamaño de las viviendas entregadas con subsidio del Estado.

Según el estudio de eficiencia energética y confort térmico realizado, las viviendas entregadas hasta antes del 2007 cuentan con aislación térmica deficiente dado que antes del 2001 no existían regulaciones térmicas. Según la información recopilada, entre 2001 y 2007 esta aislación sólo se exigía en muros, sistema que recién mejora parcialmente desde el año 2007 cuando se incluye pisos ventilados y techos, estando aún muy lejos de estándares internacionales. Estos bajos estándares de aislación térmica no solo implican bajas temperaturas y altos niveles de humedad al interior de las viviendas, sino también una mayor necesidad de calefacción que no siempre puede ser cubierta, lo que genera “pobreza energética”, una forma de privación derivada de las dificultades de acceso a energía de calidad porque implicaría destinar una importante fracción del ingreso familiar para costear la calefacción.

El uso de leña u otros combustibles contaminantes de bajo costo, provoca mala calidad de aire al interior de la vivienda producto de la concentración de material particulado y gases contaminantes, que se suman a la contaminación proveniente del exterior provocado por el uso de leña de otras viviendas, de industrias o del transporte.

Según explica el docente del Departamento de Geografía UdeC e investigador Cedeus Francisco de la Barrera, “este problema escala a la ciudad, generando contaminación atmosférica. Este fenómeno se puede observar en todas las ciudades del sur del país que han monitoreado la calidad de su aire, existiendo nueve ciudades del sur del país saturadas o latentes por material particulado fino (MP2,5) o respirable (MP10): Curicó, Chillán, Concepción, Los Ángeles, Temuco, Valdivia, Osorno y Coyhaique. A estas se pueden sumar otras ciudades de Chile central que también ven su aire contaminado, en parte por el uso de calefacción residencial, como Santiago y Rancagua”.

¿Qué tan grande es el problema?

En Chile, según en el último Censo de población (2017), existen 6,5 millones de viviendas, donde cuatro de cada cinco son casas y el resto departamentos. Entre 1990 y 2018 el Estado entregó aproximadamente 3,8 millones de subsidios, de los cuales 2,4 millones corresponden a aportes habitacionales para sectores vulnerables, medios y emergentes. Alrededor del 60% de dichos aportes corresponden a viviendas entregadas antes de la entrada en vigencia de la reglamentación térmica vigente desde el 2007. El problema es profundo.

Reconociendo que las viviendas sociales ya entregadas requieren mejoras, sea por su mala calidad inicial o por su deterioro, existen programas de subsidios para su mejoramiento. Según datos recabados por CEDEUS, se han entregado 1,3 millones de subsidios entre 1990 y 2018, de los cuales el 93% corresponde al Programa de Protección del Patrimonio Familiar (PPPF). El Subsidio para el Acondicionamiento Térmico de las Viviendas es uno de éstos, y tiene como objetivo mejorar la calidad de los muros, pisos y techos, además del recambio de ventanas simples por ventanas dobles de menor transmitancia térmica (vidrio hermético o termo-panel), para así mejorar la aislación, especialmente de aquellas construidas antes del 2007.

Como detalla información aportada por el documento de Subsidios para Acondicionamiento Térmico de Viviendas del MINVU, en un hogar térmicamente acondicionado los beneficios guardan relación con mantener el calor generado en el interior por mucho más tiempo y disminuir el consumo de combustibles usados para calefaccionar, lo que se traduce en un importante ahorro económico para las familias. Sin este tipo de acondicionamientos, la temperatura al interior de la vivienda no es confortable y la dependencia por calefacción es mayor, ante lo cual las personas acceden a los combustibles y artefactos eléctricos que puedan costear.

Ante lo que Isabel Rivera, plantea: “De la mano de una mayor necesidad de calefacción, satisfecha con fuentes de baja calidad, se generan altas emisiones contaminantes de material particulado fino, que es promotor de enfermedades e infecciones respiratorias agudas. Por esta última razón, las ciudades más contaminadas y que son objeto de planes de prevención y/o descontaminación atmosférica por material particulado fino, cuentan con recursos adicionales para financiar subsidios que mejoren la aislación térmica”.

Abrigar las viviendas y la acción del Estado

Chile cuenta con instrumentos para mejorar la calidad de la vivienda en aspectos de su aislación térmica, lo que implica beneficios a la salud y ambientales, sin embargo, el alcance de éstos ante el gran tamaño del problema hace que sea totalmente insuficiente, que según plantea De la Barrera: “Revisando evidencia de estadísticas habitacionales del MINVU, es posible comprender que solo un 3% de los subsidios otorgados para mejoramiento de vivienda entre 2009 y 2013 corresponden a subsidios térmicos”.

A lo que Isabel Rivera, agrega: “Esto permite entender que existen 1,2 millones de viviendas sociales construidas entre 1990 y 2006 y que las viviendas localizadas desde Santiago al sur de Chile equivalen a más del 75% de las viviendas del país, el escenario es desalentador: la tasa actual es imposible de mejorar en menos de un siglo. La calidad térmica del millón de viviendas requiere mejoras con urgencia.”

Gráfico 2: Total de subsidios de acondicionamiento térmico entregados entre 2008 y 2019.

Vivienda y comunidad en San Pedro de la Paz

Desde 2019, el programa Laboratorios Urbanos de CEDEUS desarrolla un trabajo territorial con vecinos y vecinas, en conjunto con la Municipalidad de San Pedro de la Paz. En este contexto se realizaron mediciones de temperatura al interior de 16 viviendas, habiendo registrado extremos en invierno, donde la temperatura dentro de las viviendas era más fría que en sus antejardines.

Joselyn Yañez, miembro de la Junta de Vecinos de San Pedro de la Costa Etapa 1, comenta que el invierno es una de las épocas más difíciles, que se ha agudizado la pandemia, las restricciones de movilidad, la falta de horas disponible en el consultorio y con la imposibilidad de que sus vecinos/as puedan trabajar y proveer de insumos básicos a sus familias: “Estamos en invierno, ¿qué hacemos?, si la mayoría se calefaccionan o con leña o con parafina, y no van a tener los recursos, es un invierno frío. Los niños no pueden salir a los espacios públicos, porque nadie nos asegura de que esos espacios estén habilitados y estén sanitizados para que los niños puedan salir. Tenemos dos habitaciones, donde viven 5 niños y 2 adultos. Si tenemos una infección ¿cómo separamos a esas personas?, ¿cómo los aislamos?”, comentó.

En agosto de 2019 Cedeus encontró que la mayor parte del tiempo las viviendas presentaban en su interior una temperatura apenas 5°C más alta que la temperatura exterior, y que hay hogares que tienen temperaturas más bajas que en el exterior durante un 25% de las horas del mes. Hay casos en que la temperatura interior en invierno es 5°C más fría que la del exterior. En términos de confort térmico, 11 de las 16 viviendas evaluadas tienen temperaturas inferiores a 19°C más del 90% del tiempo. Es decir, sus necesidades de acondicionamiento térmico son urgentes, y no basta con cambiar el tipo de calefacción.

El Centro de investigación ha observado que el principal y prácticamente único instrumento de política pública para resolver la mala calidad de las viviendas es el programa de mejoramiento de vivienda del MINVU, mediante el cual se ofrecen básicamente dos opciones: mejoramiento de la aislación térmica de la vivienda y mejoras tecnológicas asociadas a la incorporación sistemas solares térmicos y fotovoltaicos.

Al respecto, Isabel Rivera, explica: “La opción del mejoramiento térmico implica una intervención sustantiva de los techos y muros, de manera de reducir las pérdidas de calor, haciendo más eficiente el uso de la energía, disminuyendo las emisiones contaminantes y mejorando el confort ambiental interior. En cambio, con la segunda opción, sólo se modifica la fuente de energía”.

Una revisión a los resultados 2019 del llamado para el programa PPPF muestra que en el primer concurso se entregaron solo 255 subsidios térmicos para San Pedro de la Paz. Aunque implicó casi la totalidad de los subsidios entregados, solo representa un 0,5% de las viviendas de la comuna.

Considerando los subsidios en este ámbito entregados entre 2008 y 2019 se ha alcanzado sólo a un 5% del total de viviendas de San Pedro de la Paz. Lo que según plantea el ecólogo Francisco de la Barrera, no es suficiente para la necesidad de abrigar los hogares. “Tal cantidad anual de subsidios para mejorar las condiciones térmicas de la vivienda no permite mejorar la grave situación que se vive en San Pedro de la Paz, lo cual refleja lo que se vive en otras comunas del país como Temuco y Chillán”, enfatizó.

El contexto de crisis sanitaria por covid-19, relevar que es importante abordar la calefacción de las viviendas, no solo por el objetivo de disminuir la contaminación atmosférica, sino que como un factor estrechamente relacionado a superar la pobreza energética y con dignidad de las personas.

Tal como explica, Joselyn Yáñez de San Pedro de la Costa, los problemas de vivienda también tienen que ver con una situación de vulnerabilidad mayor: “El tema de no trabajar trae problemas económicos y por ende hemos tenido un problema tremendo con el tema escolar de los niños, a nosotras nos están mandando trabajos, tareas, por computador, por internet y la gente no cuenta con esos servicios acá. Porque nosotros tenemos que pensar que hay gente que no tiene trabajo, y que debe decidir entre comprar pan o pagar el internet. Así de frío es. Esta es nuestra realidad”.

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