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La brecha del idioma en los jardines infantiles Opinión

La brecha del idioma en los jardines infantiles

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Alejandra Fuenzalida
Por : Alejandra Fuenzalida Directora ejecutiva de United Way Chile.
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Nuestro país tiene una población considerable de niños y niñas migrantes no hispanoparlantes en edad preescolar. Según datos oficiales del INE, a 2019 alrededor de 3.500 niños y niñas de 4 años provenientes de Haití se encontraban en nuestro país, y de acuerdo con un informe de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Fundación Colunga, Unicef Chile y World Vision Chile, un 43% de ellos asiste a jardines infantiles locales.

Según varios estudios, el idioma se constituye actualmente como una de las principales barreras para la integración de las familias haitianas. Y aunque algunas acciones, como la creación de informativos en créole y la traducción de algunos documentos oficiales -sobre todo de programas como Chile Crece-, han ayudado a integrarlas, en Chile no han existido muchas instancias formales de capacitación en aspectos culturales e idiomáticos que faciliten el trabajo con las comunidades haitianas.

Específicamente en los equipos de Jardines Infantiles, el problema del idioma se ha resuelto por lo general de manera intuitiva, por ejemplo, fidelizando a quienes manejan mejor el español para que sirvan de intérpretes de los demás. Pero durante la pandemia, dado el bajo acceso a internet de muchas familias migrantes, se está generando un fenómeno creciente de exclusión respecto del acceso a la educación inicial. La situación es particularmente crítica en zonas como Paine y el sur de Santiago, donde se ha establecido una proporción mayor de esta población.

La experiencia internacional señala que la migración supone un estrés adicional para las familias, por la pérdida de referentes y apoyo social, y porque deben elegir entre criar sus hijos bajo los parámetros culturales de su país o aceptar las demandas culturales del país que los recibe. Según se ha comprobado en estudios, cuando no se logra integrar las pautas de crianzas que traen las familias, éstas tienden a sentirse poco competentes en su rol y a tomar una actitud pasiva en la crianza, lo que trae consecuencias importantes en la comunicación familiar y en el desarrollo de niños y niñas.

Los jardines infantiles deben seguir trabajando para abordar de modo institucional este tema, sumando además todos desde nuestro rol, de manera que las familias migrantes no se sientan excluidas en ninguna etapa del proceso educativo y tengan el mismo acceso a la formación de aptitudes básicas para todos los niños y niñas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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