El ultimo año transcurrido nos deja importantes evidencias de un remesón en las formas tradicionales que veníamos experimentando como personas y sociedad. El estallido social de octubre 2019 y la pandemia de este 2020 han demostrado una serie de problemas que se acumulaban sin solución o con soluciones insuficientes para promover el bienestar individual y colectivo de nuestro país.
Emergieron desde estos nuevos escenarios, momentos de tiempo libre que debimos enfrentar y gestionar en el mundo personal, en la familia, en los lugares de trabajo y en general en muchos espacios públicos y privados. De estas realidades surgen cuestionamientos respecto a la preparación que tenemos para abordar dichos desafíos, más cuando el modelo de sociedad que se instaló en nuestra cultura, lleva décadas olvidando e invisibilizando la importancia del Ocio para el Desarrollo Humano.
Ha sido común significar el concepto de Ocio como algo negativo, no útil y no productivo. Ocioso no es un adjetivo o una competencia que quisiéramos recibir o presumir. El Ocio no se enseña, al contrario, todo lo que se enseña hoy, se opone directa o indirectamente a la vivencia de esta dimensión del ser humano.
En el escenario que Chile se encuentra respecto a su carta fundamental, surge como plausible la incorporación del Ocio en el diseño de una nueva constitución, dejándolo instalado como derecho en sí mismo y otorgándole la jerarquía necesaria para impactar diferentes campos de nuestras vidas.
Educación, salud, urbanismo, artes, deportes, cultura, entre otras dimensiones de la política pública, pueden y deben estar determinadas por miradas generales desde el ocio, la recreación y el tiempo Libre, articulando así la construcción de planes y programas con coherencia en su diseño, planificación y sobre todo en el impacto sobre la calidad de vida y desarrollo de la sociedad en su conjunto.
En Latinoamérica, observamos que la recreación, el ocio y el tiempo libre, están presentes desde las cartas fundamentales de diversos países, instalando así la posibilidad de exigir y habilitar su demanda y satisfacción, justamente por ser un derecho constitucional, ya sea este acotado a un grupo en particular o la nación en su totalidad.
Es posible pensar en un Ocio positivo, que aporte al desarrollo y bienestar de la sociedad, consagrado como derecho y muy distinto al concepto de tiempo libre o recreación habitualmente asociado al mundo del trabajo o al juego y entretención. Pero ¿Qué entenderemos como Ocio y que querríamos promover y garantizar al incorporarlo en la nueva constitución chilena? ¿Cuál es el bien que se busca promover al garantizar la recreación y el ocio? ¿Qué entenderemos por bienestar y desarrollo humano? ¿Qué podremos exigirle al Estado?
Pensar y significar lo buscado en materia de calidad de vida para una sociedad, abarca campos no tradicionalmente priorizados en cuanto a políticas y estrategias de bienestar y desarrollo. Es el momento de posicionar, destacar y promover entre los convencionales constituyentes, una temática que indudablemente aportará a contar con un cuerpo legal moderno, adecuado y que represente mejor a la ciudadanía en Chile.