Los parámetros cambian y una nación no sólo debe tener números azules para progresar. En la última versión de Congreso Futuro, tres expertos aseguran que el cuidado del medio ambiente y la felicidad de sus habitantes son los nuevos criterios a considerar para garantizar el avance de un país.
Después de un 2020 que azotó con crisis sociales y una pandemia, la idea de replantearnos la forma en que medimos el progreso de un país se hace cada vez más urgente. En el panel “Indicadores en Jaque” de la décima versión de Congreso Futuro, dos reconocidas economistas, Cristina Carrasco y Nicola Borregaard, junto al Secretario Comisión Nacional para la Felicidad del Reino de Bután, Karma Tshiteem, nos explican la importancia de considerar la felicidad y el cuidado del medio ambiente a la hora de medir el avance de una nación.
“La dinámica expansiva ilimitada (del sistema económico) es absolutamente incompatible con la vida humana y no humana, por eso decimos que es un sistema biocida, que atenta contra la vida”, afirma Cristina Carrasco, doctora en Economía por la Universidad de Barcelona y una de las expositoras del Congreso Futuro 2021. Carrasco asegura que los indicadores económicos existentes están dando cuenta de una parte del funcionamiento económico, pero están ocultando los verdaderos procesos que sitúan el campus sobre la vida.
Ante esta situación, la economista asegura que la solución no sería generar nuevos indicadores, sino que cambiar el paradigma y desplazar el objetivo desde la acumulación de capital hacia lo que ella denomina como sostenibilidad de la vida. Carrasco señala que las distintas escuelas de la ciencia económica analizan la parte superior del iceberg, es decir, el sistema financiero, el mercado y el Estado, y dejan fuera del análisis el sostén de esos sistemas: la naturaleza, el trabajo de cuidado y las comunidades.
Entendiendo que estamos en una economía de mercado, Nicola Borregaard, doctora en Economía de Recursos Naturales, afirma que es necesario trabajar con los indicadores de mercado y así ponerle un precio adecuado a la crisis climática. “El carbono en Chile tiene un precio de aproximadamente 5 dólares y mundialmente, el precio de la crisis climática está valorado en más de 100 dólares. Tenemos que subirle el precio al carbono”, con esta frase Borregaard ejemplifica que es necesario aterrizar la crisis climática a nuestra realidad y usar los indicadores para conectar con acciones directas.
En esta línea, la economista explica que detrás de todas las estadísticas hay caras humanas, las que actualmente se ven gravemente afectadas por la crisis climática, por lo que necesitamos de manera urgente aplicar los indicadores en acciones concretas. Así, tanto Carrasco como Borregaard, coinciden en que en esta etapa de transición es necesario “elaborar indicadores que, por una parte visibilizaran todos los procesos económicos, no solo los monetarios, y también que estos indicadores pudieran dar cuenta de las nuevas posibilidades de avanzar hacia un paradigma que estuviera por la vida de todos y no por la muerte”, concluye Carrasco.
Bután fue el primer país del mundo en cambiar la tradicional medición del Producto Interno Bruto (PIB) por el de Felicidad Nacional Bruta (FNB), innovador concepto que actualmente tiene al país como el más feliz del mundo.
En esta última versión de Congreso Futuro, el Secretario Comisión Nacional para la Felicidad del Reino de Bután, Karma Tshiteem, explicó que “lo que las personas quieren al final del día es felicidad, por lo que el gobierno tiene que hacer programas para asegurar y conseguir esa felicidad”.
Es por esto, que Tshiteem explica que para calcular la FNB, el gobierno de Bután creó una medición basada en cuatro pilares y nueve áreas que se evalúan cada dos años en una encuesta que busca medir la felicidad -entendida como «aquello que permite un desarrollo que balancee las necesidades del cuerpo con las necesidades de la mente»- de sus habitantes. El primer sondeo fue realizado en 2007 y registró datos sobre bienestar psicológico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida y gobierno.
Pero eso no es todo. Según los resultados de esa medición el gobierno ajusta sus políticas públicas. A modo de ejemplo, como la encuesta registró el deseo de una gran cantidad de habitantes de tener una vida mentalmente más relajada, tras realizar diversos estudios el ejecutivo se convenció de que la meditación podría ser un gran factor protector de la salud mental de las personas. Por eso Bután la incorporó dentro de su malla curricular escolar como una forma de hacer frente al estrés y la depresión.
Los cuatro pilares del nuevo paradigma son: la conservación del medio ambiente, el desarrollo socioeconómico sustentable y equitativo, la preservación y promoción de la cultura y el buen gobierno.
En base a estos pilares se definen ciertos indicadores, como el uso del tiempo para el trabajo, la familia y los amigos. La vitalidad comunitaria, que comprende lazos significativos con los vecinos, por ejemplo. La cultura y la resiliencia, que incluye el respeto y promoción de las tradiciones y pueblos originarios. Un buen gobierno, con participación de la sociedad civil y transparencia. Y, por último, la felicidad individual.