“En medio de una pandemia global se hace urgente que el Estado Chileno se plantee necesariamente recuperar cierta capacidad productora de vacunas humanas, aunque ésta sea mínima”, dice especialista.
Desde el año 2002 en que se cerró el Departamento de Producción de Vacunas, dependiente del Instituto de Salud Pública (ISP), por falta de inversión e implementación de nuevas tecnologías, Chile dejó de ser productor de vacunas.
El año 2020, en medio de la crisis sanitaria, el académico e investigador de la U. Austral Carlos Fuhrhop viajó a Alemania y se reunió con el investigador chileno Felipe Tapia, quien es líder de grupo en el Instituto Max Planck (MPI) y cofundador de una spin-off del MPI para producción de vacunas.
Desde entonces se iniciaron las conversaciones para idear un proyecto que permita la creación de un “Laboratorio de cultivos celulares para vacunas y biosensores” en el sur de Chile, específicamente en la Universidad Austral de Chile, iniciativa que ya cuenta con diversos apoyos incluido el de la Universidad de Los Lagos.
“Chile no posee capacidad instalada de producción de vacunas humanas, por lo que este proyecto pretende hacer transferencia de tecnología desde Alemania para instalar laboratorios capaces de hacer investigación, desarrollo y producción de vacunas virales humanas en Chile. Dado que desarrollar vacunas humanas tiene un grado de complejidad mayor al de vacunas veterinarias, el laboratorio también será capaz de desarrollar vacunas veterinarias de interés para la industria regional y nacional”, señala el Dr. Fuhrhop.
De acuerdo a las conversaciones sostenidas al interior de la Universidad Austral, existe apoyo de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería para instalar este laboratorio en el Centro de Innovación 14K, lugar en que se pretende no solo desarrollar vacunas, sino también desarrollar nuevas tecnologías de sensores y control necesarias para mejorar y optimizar el funcionamiento de los biorreactores y purificadores, que es en donde se producen las partículas virales para desarrollar vacunas.
“Éste será un laboratorio de I+D+i enfocado también a la formación de capital humano tanto de la U. Austral como de otras que cierren convenios de cooperación con nosotros. Se espera crear en el laboratorio nuevas tecnologías para licenciamiento y patentes que a su vez se cristalicen en nuevas Spinoff formadas por estudiantes, investigadores y académicos”, señala el investigador del Instituto de Electricidad y Electrónica de la U. Austral.
La pandemia de Covid-19 es un problema mundial y claro está que existen riesgos de pandemias futuras que podrían no diferenciar en edades y ser incluso más letales, por ejemplo, con algunas cepas del virus de la influenza o del mismo coronavirus.
Por ello nuestro país “debe plantearse necesariamente recuperar cierta capacidad productora, aunque sea mínima. El primer problema que se presenta es que producir vacunas es caro. Una planta capaz de producir suficientes dosis para todo Chile en un año, cuesta entre 50-80 millones de dólares, algo que en Chile es difícil de conseguir sin un apoyo político transversal y con fondos del presupuesto nacional”, precisa Fuhrhop.
«Nuestro objetivo apunta a construir una fábrica a pequeña escala (micro fábrica), mucho más barata y capaz de producir unas 100 a 500 mil dosis al año. Dicha fábrica podría utilizarse para producir por ejemplo, vacunas de la influenza (en temporada de invierno) en periodos normales y lo fundamental utilizarse para hacer vacunas pandémicas en caso que ello ocurra. Una microfábrica tiene un costo menor, quizás de 8 millones de dólares, y permitiría producir suficientes vacunas para mantener al país funcionando», agrega.
La tecnología a transferir desde el Instituto Max Planck de Alemania es la necesaria para desarrollar y producir vacunas virales con cultivos celulares bajo estándares de Buenas Prácticas de Manufactura (BMP) que incluye, en parte, biorreactores y sistemas de purificación. Dado que se planea instalar un laboratorio con bioseguridad nivel 2, la tecnología a transferir puede ser utilizada para desarrollar y producir vacunas virales del tipo inactivadas, atenuadas, partículas similares a virus y recombinantes.
En el caso de producir vacunas con VLPs (partículas similares a virus) solo se necesita un laboratorio de nivel 1, para el caso de vacunas virales del tipo inactivadas y recombinantes se necesita un laboratorio de nivel 2. En ambos casos estamos hablando de procesos que no requiere de altos estándares de bioseguridad como sería un laboratorio de nivel 3, que son aquellos que trabajan con virus atenuados que no tienen vacuna. En nuestro caso trabajaremos con virus atenuados que ya tienen vacunas por eso se habla de laboratorio de nivel 2.
El académico explica que lo que falta ahora es “convencer a las autoridades que producir vacunas de forma local no es un gasto, sino un activo público que nos protege de catástrofes naturales como las pandemias. Deben saber también que la próxima pandemia podría ser peor, pues existen cepas virales más mortíferas que el Covid-19 y, cuando eso ocurra, ningún país nos enviará vacunas a tiempo para salvarnos. Por lo tanto, construir y mantener una planta productora de vacunas en Chile, que pueda producir vacunas estacionales y pandémicas, es un seguro para la población y el quehacer nacional”.
Finalmente el investigador sostiene que “debido a que Chile no cuenta con una industria biotecnológica desarrollada que permita dejar esta problemática en manos de privados, el financiamiento inicial debe necesariamente venir, en su mayoría, de fondos públicos”.
Carlos Fuhrhop ha sido contactado por el Instituto de Salud Pública (ISP) y la seremi de Salud de la Región de Los Ríos, Regina Barra, con interés en conocer la iniciativa “lo que que representa un buen punto de partida, y ojalá que ese interés se concrete en financiamiento para este 2021”, asegura el académico.