Aunque el reciclaje mueve millones de dólares, lo que perciben los recicladores apenas llega para su sustento. DW hace un repaso sobre su situación en la región.
Latas y botellas abandonadas en las esquinas de las calles y los parques se convierten en bienes preciados con los que poder sacar un poco dinero de la nada. Aunque podría ser una situación que ocurre en América Latina, se trata de una escena habitual en las ciudades alemanas, donde se acostumbra a dejar este tipo de residuos fuera del contenedor.
«Gente con un buen salario o salario medio los dejan ahí porque no les importa los 25 céntimos de euro que inicialmente pagaron” de garantía, explica a DW Henriette Schneider, experta de Economía Circular de la organización Deutsche Umwelthilfe. Se trata de un depósito cuyo precio viene integrado en la venta del envase.
«La gente que recoge botellas es gente que quiere ganar dinero extra o gente sin techo”, detalla, apuntando que estos «recogen las botellas, las llevan al supermercado y recuperan el depósito de estos envases”. Este sistema permite que haya «una proporción muy pequeña de botellas que se dejan en las calles”, dice. «Se devuelven un 98,5% de las botellas y latas”, recalca.
Al otro lado del Atlántico, centenares de miles de personas han hecho de esta actividad una profesión y pasan largas jornadas recorriendo las calles de las ciudades en busca de papel, cartón, metal o cristal. Ese es el día a día de los recicladores de base de América Latina, el primer eslabón del reciclaje en la región. Y también el más precario. La crisis mundial del coronavirus fragilizó aún más la delicada situación de los recicladores, debido a las cuarentenas impuestas por los distintos países de la región, con pocas excepciones.
«En Colombia empezaron a hacer cuarentena de materiales, pero seguían trabajando y recolectando”, explica a DW Jadira Vivanco, Coordinadora para Colombia y Centroamérica de Latitud R. Esta organización de reciclaje inclusivo a nivel regional luchó para obtener permisos y que «dentro de esas excepciones se incluyeran recicladores de base, porque hacían parte esencial de la prestación del servicio, no todo podía terminar en el relleno sanitario y muchos de los recicladores tenían que seguir trabajando para subsistir”, explica.
«Colombia los tuvo desde su primera instancia y como parte de las excepciones, podían salir. Logramos tener permiso en El Salvador, en los municipios del gran San Salvador, para que los recicladores pudieran salir por horas. Perú logró tener esas negociaciones a través de una guía que nosotros ingresamos”, recuerda, apuntando otros casos como Ecuador, Chile, Brasil donde también se hicieron excepciones que facilitaron la libre circulación de los recicladores de base durante la cuarentena. «A pesar de la cuarentena, en la mayoría de los países muchos recicladores salían por horas a recolectar”, agrega.
Igualmente, avanza que «los gobiernos entienden que es necesario que si vuelve a existir una cuarentena de esas condiciones tan estrictas como las tuvimos al inicio, los recicladores tienen que seguir trabajando para seguir recuperando materiales”.
Según Latitud R, alrededor de 2 millones de personas se dedican a esta actividad en América Latina y El Caribe, aportando el 50% de lo que se recicla en la región. No obstante, Vivanco recalca que hay que tener en cuenta que no se dispone de censos de todos los países. «Brasil, Chile, Argentina, Ecuador y Colombia son los países que tienen un poco más de conciencia frente al número de recicladores que tienen”, apunta. En este último país, «solo en Bogotá, en 2019, la empresa encargada de tener estos censos actualizados, la Unidad Administrativa de Servicios Públicos (UAES), declaró tener entre 25 y 30 mil recicladores”, agrega.
«En Colombia, tendríamos cerca de 100 mil recicladores, no todos identificados, porque no todos están en un proceso de formalidad”, dice, refiriéndose a los que no pertenecen a una cooperativa de recicladores. Según sus datos, tan solo el 10% están organizados. El resto todavía están en un proceso de informalidad y trabajan en condiciones de marginalidad y de precariedad laboral. Por este motivo, aunque Brasil y Colombia destacan como referentes en la formalización de estos trabajadores en la región, muchos países como Argentina siguen en proceso. Aunque «Buenos Aires es una de las ciudades que está implementando temas de política, no hay una política de alcance nacional”, dice, recalcando el papel que ha llevado a cabo la Asociación de Cartoneros de Argentina.
En Centroamérica destaca el caso del Salvador, donde «varios recicladores de oficio se empezaron a organizar en el proceso de recolección domiciliaria, es decir, que pueden ir de puerta en puerta”, explica la coordinadora para Centroamérica de Latitud R.
«El tema de la organización de recicladores de base está surgiendo con muchísima fuerza para hacer frente a todos los problemas que están empezando a tener”, como la instalación de contenedores en los edificios, afirma.
Igualmente, estos trabajadores son clave «para implementar los modelos de economía circular en América Latina”. «Una de las herramientas más poderosas hoy en día y ya realizándose en este momento en América Latina, es el reciclaje en los materiales aprovechables, y como principales proveedores de ese reciclaje están los recicladores de base, así que creemos que el reciclaje inclusivo es una de las herramientas que claramente van a viabilizar modelos de economía circular”, asegura.