Si bien se suele asociar esta condición psiquiátrica a grandes exaltaciones, las personas que lo padecen se comportan más como si tuvieran depresión. Este es un trastorno que acompaña durante toda la vida, por lo que acceder a un tratamiento médico adecuado es clave para mantener los síntomas bajo control.
Cada 30 de marzo se conmemora el Día Mundial del Trastorno Bipolar (TB), “una condición que actualmente se clasifica como trastorno del ánimo y que se caracteriza por presentar episodios de ánimo alterado, de euforia o depresión, de una alta recurrencia”, según Danilo Quiroz, psiquiatra y magíster en epidemiología de la Fundación Neuropsiquiátrica de Santiago (Nepsis).
Se estima que, en Chile, 2.2% de la población vive con TB, el cual es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la sexta causa que más discapacidad genera, afectando la calidad de vida de las personas, su desempeño laboral y sus interacciones sociales y familiares.
Dentro de las condiciones psiquiátricas, Quiroz indica que “el TB es una condición que en el contexto de las condiciones de salud mental, se comporta como una enfermedad de origen bastante genético, como la esquizofrenia o los trastornos del espectro autista, con alta agregación familiar”.
El trastorno bipolar suele manifestarse con episodios de euforia o manía, o a una euforia leve o hipomanía. Es por ello que el especialista explica que la euforia corresponde a “un episodio de exaltación en el cual la persona, de repente, durante semanas o meses, está con ánimo exaltado, irritable, con alteración de la necesidad de sueño, haciendo más cosas y corriendo riesgos, siendo que no es así habitualmente. Sin embargo, la mayor parte del tiempo la personas con TB van a presentar episodios depresivos, recurrentes en el tiempo, más que euforias”.
El Dr. Quiroz señala que el diagnóstico del TB consiste en la detección de la manía o hipomanía, con episodios depresivos recurrentes. “Si la persona ha tenido manías o episodios de exaltación, va a ser un trastorno bipolar tipo I, y si hace exaltaciones leves (hipomanía), hablamos de un trastorno bipolar tipo II.
Los pacientes de trastorno bipolar I pueden demorar entre 3 a 5 años en ser diagnosticados, mientras que quienes padecen trastorno bipolar pueden demorar entre 8 y 12 porque la mayor parte del tiempo van a estar deprimidos”.
Además, el psiquiatra de la Fundación Nepsis afirma que “el trastorno bipolar a veces tiene componentes estacionales, por ejemplo, las personas pueden deprimirse en invierno, y suben de peso, se quedan en la cama, no salen a ningún lado, dejan de estudiar o les va mal en el trabajo; de manera inversa, en verano pueden presentar una exaltación del ánimo, que se caracteriza porque duermen poco, bajan de peso y hacen mucho ejercicio”; sin embargo, esto es solo un ejemplo, porque cada paciente puede sufrir un curso particular de episodios, en cualquiera de las estaciones o sin un patrón estacional, también.
Generalmente, son los familiares quienes pueden darse cuenta de estos episodios de alteración del ánimo. Perciben que la persona duerme poco, se salta comidas, habla muchos temas sin parar, tiene gastos excesivos y conductas de riesgo, o fuma mucho, entre otras cosas.
Por otro lado, en la etapa depresiva, lo observan con un ánimo decaído, poco interés en realizar actividades, baja autoestima, poca energía vital y cambios bruscos de peso en corto tiempo.
“Efectivamente, cuando se le pregunta al paciente, muy detalladamente, te responde que nunca ha estado así, no estuvo eufórico. Sin embargo, al preguntarle a la esposa, por ejemplo, te comenta que era una persona que nunca hacía deporte, pero en ese tiempo se levantaba temprano en la mañana y salía a correr y en la noche se quedaba trabajando, y se puso bueno para salir, se puso a tomar alcohol… En estos casos es súper importante lo que pueda referir la familia, porque es ella la que muchas veces se da cuenta de los episodios de exaltación, no necesariamente el paciente”, explica Quiroz.
El National Institute of Mental Health2 señala que “el tratamiento puede ayudar a muchas personas, incluidas las que padecen las formas más graves de trastorno bipolar. Un plan de tratamiento eficaz generalmente incluye una combinación de medicamentos y psicoterapia. El trastorno bipolar es una enfermedad de por vida, por lo que el tratamiento continuo a largo plazo puede ayudar a las personas a controlar estos síntomas”.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Trastorno Afectivo Bipolar (TAB) tiene una prevalencia de 2 a 3% en la población mundial. En Chile, la depresión mayor, depresión leve y distimia afectan a un 10.7% de las mujeres y a 4.9% de los hombres mayores de 15 años. Entre ellos, se estima que 850 mil presenta este tipo de depresión que ocasiona cambios periódicos en el ánimo, que pueden variar entre depresivo, eutímico o maníaco.
“Esto no define a quienes tienen bipolaridad. La vida continua: se estudia, se crían hijos, se cocina, se ama y se sufre”, señala Flavia Gal Álvares, directora del Círculo Polar, Agrupación de Familiares y Pacientes Bipolares, organización que está impulsando la campaña que busca visibilizar la realidad de la bipolaridad y derribar prejuicios en torno a ella.
Por eso resalta que “los pacientes bipolares estabilizados son una fuente de lucidez y esperanza para toda nuestra sociedad. Ellos sí son capaces de hacerse las preguntas que nosotros callamos”.
El trastorno afectivo bipolar hoy tiene tratamiento. Se dispone de medicamentos que estabilizan el estado de ánimo con los que atajar eficazmente las fases agudas y prevenir las reincidencia. Además, el apoyo psicosocial y la psicoeducación son elementos esenciales del tratamiento.
“La prevención y el acompañamiento son claves. Sabemos que una persona que tiene bipolaridad puede tener una vida totalmente normal si es que cuenta con las condiciones y el soporte para que así sea”, destaca Jorge Cabrera, presidente de la Sociedad Chilena de Trastornos Bipolares (Sochitab) y miembro de la ‘Red salud mental, también es salud’, que reúne a profesionales de diferentes ramas, pacientes y familiares con el objetivo de fortalecer la cobertura y atención en salud mental desde diferentes perspectivas e incidir en política pública para que así suceda.
La falta de inversión en salud mental tiene altas consecuencias para la detección y tratamiento de la bipolaridad y de otros trastornos de salud mental. Datos de la DMDA (Asociación Nacional de Depresivos y Maníaco-Depresivos en Estados Unidos), indican que el 48% de los pacientes con trastorno bipolar había consultado al menos a tres profesionales antes de recibir el diagnóstico definitivo y que el 75% tardó diez años o más en obtener por primera vez este diagnóstico, cifras que se estima pueden llegar a ser un 20% más altas en nuestro país y que conllevan un importante desgaste para el paciente, su entorno y para todo el sistema de salud.
Hoy en Chile el gasto en salud mental es de aproximadamente un 2,5% del presupuesto total de salud, muy por debajo del 6% recomendado por la OMS. Cifra dramática si es que se considera la carga atribuible a este tipo de condiciones y que hoy se ha acrecentado exponencialmente por causa de la pandemia.
“La salud mental, también es salud. Es por eso que hacemos un llamado a las autoridades a dimensionar el impacto de esta realidad y a tomar medidas decididas en la materia. Invertir en salud mental, hoy es una necesidad que no puede esperar”, recalca el Dr. Cabrera. Como referencia, países como Nueva Zelanda, que cuentan con una excelente salud mental, destinan 11% del presupuesto.
“Todos conocemos o tenemos a alguna persona en nuestro círculo que tiene o ha tenido algún cuadro de salud mental. Es por ello que a través de esta campaña invitamos a la comunidad a informarse y mirar con empatía a una condición que no define a quien la tiene”, concluye la directora del Círculo Polar.
El Dr. Danilo Quiroz brinda los siguientes consejos para mantener controlada esta condición crónica, cuyos medicamentos están considerados dentro de las Garantías Explícitas en Salud (GES):