Opinión
Hace unos días la subsecretaria Paula Daza puso énfasis en el sostenido aumento de llamados por atención psicológica en “Salud Responde”, destacando que será uno de los temas a abordar en la posible modificación del Plan Paso a paso.
Asimismo, se dio a conocer recientemente por parte de la Posta Central el aumento de un 50,7% de los casos de intentos de suicidios en relación al período enero-abril de 2020. Cerca de un 80% eran casos no diagnosticado previamente.
Sin duda, son alertas importantes que hay que observar, más aún considerando los efectos que pudieran estar relacionados a la crisis sanitaria, social y económica de los últimos meses. Antes de la pandemia, cerca de 3,8 millones de residentes en nuestro país declaran problemas de salud mental, sin embargo, sólo un 20% recibe algún tipo de atención.
No obstante ser la primera causa de las licencias laborales, a la salud mental sólo se destina el 2% del presupuesto de Salud, menos de la mitad de lo recomendado por la OMS. La disponibilidad de Siquiatras en el Sistema Público es de 5 por cada 100 mil habitantes, muy lejos de lo aconsejado por los organismos internacionales que triplican dicha cifra. U
n informe realizado por Mónica Kimelman, directora del departamento de psiquiatría y salud mental de la Universidad de Chile, junto al doctor en Psicología Infantil, Felipe Lecannelier, reveló que los niños chilenos menores de 6 años sufren la peor salud mental del mundo.
Dentro de la OCDE, Chile tiene la más alta tasa de suicidio adolescente. Las estadísticas de la Posta Central mostraron que cerca de la mitad de los intentos de suicidio presentan antecedentes por consumo de drogas y alcohol. Lo anterior es muy relevante, pues aproximadamente 650 mil personas en nuestro sistema de Salud declaran algún tipo de problema de consumo, 17 mil de ellas son menores de 18 años. Del total, sólo 120 mil consultan por tratamiento y poco más de la mitad accede efectivamente (SENDA 2019).
El aislamiento social, la falta de controles preventivos en salud mental ante patologías de base, la incertidumbre en distintos ámbitos, van erosionando las condiciones que permiten mantener los resguardos necesarios para contar con espacios protectores. Desde el año 2014 junto con la Universidad de Washington, la Fundación San Carlos de Maipo implementa el sistema “Comunidades que se cuidan” que trabaja con los vecinos para prevenir conductas negativas y problemas de salud en niños y adolescentes, dentro de las cuales están la depresión y ansiedad.
El involucramiento de padres y cuidadores es clave para hacer frente a los desafíos y proporcionar a los niños el mayor cuidado posible y la detección temprana de síntomas que afecten su integridad.
Todos estos factores de riesgo que han estado presentes en los últimos meses, hacen necesario reforzar los dispositivos de prevención y tratamiento, aunque ha habido avances en la cobertura Auge para adolescentes, es importante generar nuevos apoyos, en especial en el entorno familiar mejorando las coberturas para el acceso a terapias cuando existen situaciones que amenazan la vida en un miembro de la familia.
Los problemas de salud mental están próximos a nuestro círculo, son transversales y requieren de una mayor comprensión de su impacto y de las formas de abordarlos, sin estigmas y fortaleciendo las capacidades para la atención oportuna en los distintos ámbitos en que suceden, proteger desde la escuela, en la familia y al interior de la comunidad, contener y acompañar para prevenir, construir relaciones sanas y contar con una oferta de cuidados especializada y con la cobertura adecuada es fundamental para enfrentar los desafíos que vienen durante los próximos meses.
