Estamos transitando por un momento histórico que nos invita a multiplicar los espacios de participación y discusión política, que nos permitan definir aquellos contenidos indispensables de la nueva constitución. En especial que reconozca el cambio demográfico que ha experimentado Chile y permita construir una sociedad donde envejecer no signifique perder derechos fundamentales. Ud, yo y con más certeza sus hijos y nietos superarán los 80 años, no permitamos que la experiencia de envejecer siga siendo de pérdida.
La Fundación del Adulto Mayor Clotario Blest Riffo en conjunto con Flacso-Chile y con el apoyo de la Universidad de Antofagasta, la Universidad de Magallanes, la U3E de la Universidad Mayor y diversas redes de dirigentes de personas mayores, ha promovido el debate a lo largo del país para recoger y promover contenidos fundamentales que creemos deben incorporarse a la discusión en materia de envejecimiento y vejez.
La vejez no es única, en este sentido, resulta fundamental considerar y respetar las vejeces. Las personas mayores son sujetos diversos, que habitan diferentes territorios y de distintas maneras, no obstante todos son sujetos de derechos y requieren ser reconocidos y protegidos en el marco del Constitucional.
El pensar la vejez como una experiencia estática y homogénea también ha estado acompañado de lo que se ha denominado edadismo o discriminación por edad, en este sentido, la vejez ha sido caracterizada como una cargada de estereotipos negativos a la que nadie le gustaría llegar. Si bien la vejez tiene elementos de declinación y de vulnerabilidad que deben ser atendidos y protegidos, también conlleva un componente de aporte, de construcción social y de participación que debe ser debidamente reconocido si se pretende revertir la discriminación estructural que afecta a las personas mayores. En este sentido, la dirección correcta sería superar la infantilización y el asistencialismo.
Respecto a la mayor participación, esta solo es posible si se establecen formas de protección de las personas que vayan más allá de la familia. Para esto es necesario garantizar un mayor involucramiento y protagonismo del Estado respecto a esta. El involucramiento del Estado permitirá visibilizar que las tareas de cuidados de las personas mayores que, más que en las familias, recaen casi exclusivamente en las mujeres. Desfamiliarizar el cuidado no solo implica reconocer los derechos de la mujer, sino también reconocer que los cuidados son apoyos que deben tener mínimos de calidad y enfoque centrados en las personas, por lo que el desarrollo de normas que lo garanticen se hace indispensable.
Sin embargo, no se trata únicamente de garantizar el cuidado, sino también permitir un envejecimiento saludable donde los derechos fundamentales de las personas mayores no puedan ser vulnerados en tiempos de crisis. Un ejemplo claro de esta situación ha sido la respuesta al COVID-19, y el tratamiento discriminatorio e infantilizador que se le ha dado a las personas Las acciones deben estar orientadas fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez, facilitando la calidad de vida: no se trata solo de vivir más, sino también vivir mejor.
Considerando estos ejes, el proceso de diálogo llegó a seis propuestas preliminares para la redacción de la nueva constitución: