Nuevamente la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena hizo noticia, esta vez por la aprobación del ensanche del Canal de Kirke, un paso marítimo situado al sur de Puerto Natales. La zona forma parte del patrimonio natural del pueblo Kawésqar, lo que ha despertado oposiciones al proyecto con los argumentos de que no es necesario, ni es legal, ni reportará los beneficios que promete.
El Canal de Kirke es un estrecho con un paso marítimo situado a 50 kilómetros al sur de Puerto Natales. Su estrechez —50 metros navegables en su parte más angosta— un fondo rocoso somero y la presencia de pequeñas islas que crean corrientes irregulares obligan a extremar los cuidados al navegar.
Actualmente se gestiona un proyecto que pretende ensanchar este canal en un área especialmente sensible y de riqueza natural inconmensurable. La idea es facilitar la navegación por el Canal Kirke, debido a que es uno de los pasos más complejos del país, con solo 60 metros de ancho.
El proyecto pretende, entre otras cosas, la remoción de “90.493 m³ de rocas mediante su fractura, y posterior dragado (obras sumergidas) y generación de talud (obras terrestres), en dos sectores del canal Kirke, denominados Punta Restinga y Punta Pasaje. El material proveniente de estas actividades será vertido en el mismo canal”, según la documentación ingresada en el Servicio de Evaluación Ambiental de Magallanes, que ha dado luz verde al proyecto.
Representa una inversión de 18 millones 600 mil dólares, y de acuerdo al Estudio de Impacto Ambiental, “el Proyecto consiste en ejecutar obras de ensanche que permitan la navegación, en condiciones de seguridad, de naves que requieran pasar por el canal Kirke, actual ruta de navegación hacia Puerto Natales”.
Los argumentos que hay detrás de la aprobación del ensanche, apuntan a que el proyecto traería grandes beneficios, ya que permitiría la navegación de barcos de 240 metros de largo (actualmente solo pueden navegar barcos de hasta 150 metros), lo que abriría una puerta a un gran comercio marítimo, brindaría empleos y beneficios a mucha gente. Además, permitiría la llegada de miles de turistas llegar al Parque Nacional Torres del Paine por vía marítima.
Pero los opositores al proyecto difieren seriamente de estos argumentos. Alex Muñoz Wilson, Director para América Latina de National Geographic Pristine Seas, advierte que el proyecto amenazará la biodiversidad, la integridad y belleza salvaje de estos parajes y, finalmente, el patrimonio natural del pueblo Kawésqar y de todos los chilenos.
Asegura que el ensanche no es necesario, ya que para la seguridad de la navegación, la Armada de Chile instaló un correntómetro en la Isla Merino, el cual transmite información en tiempo real para su correcta navegación, como datos meteorológicos y de corrientes con al menos 20 kilómetros de antelación.
Otro punto importante, es que el proyecto no es legal. El canal Kirke está en una zona triplemente protegida. El ensanche afectará la tierra dentro del parque nacional Kawésqar y el mar dentro de la reserva nacional Kawésqar. Estas áreas protegidas fueron creadas después de presentado el proyecto, lo que fue hecho ver por CONAF dentro del proceso de evaluación.
Frente a esto, el Gobierno Regional indicó que las intervenciones “no afectarán significativamente” los objetos de conservación, a pesar de que se trata de un hábitat de especies emblemáticas de la región como el delfín austral, ballenas, lobos marinos, aves marinas, centollas y bancos naturales de recursos bentónicos. Tampoco se repara en que se trata de una zona sujeta a una petición de ECMPO (Espacios Costero Marino de Pueblos Originarios) por parte de comunidades Kawésqar, lo que les otorga preferencia sobre concesiones marítimas, acuícolas, entre otras.
Leticia Caro, representante de la comunidad kawésqar Grupos Familiares Nómades del Mar, miembro de la Asociación Comunidades Kawesqar por la Defensa del Mar, Ata’p, Residentes en Río Primero, Inés Caro, asegura que los cambios significativos no van a estar evidenciados a primera vista, pero que el cambio significativo está en que el “lugar es sagrado y la intervención rompe el equilibrio natural y de la cosmovisión”. Además, se pregunta cómo es que las autoridades definen si afecta o no significativamente, si no se hizo la consulta indígena pertinente para el proceso, lo que supone otra ilegalidad más dentro del proyecto.
Muñoz asegura que el proyecto tampoco tendría los beneficios económicos esperados. Antes de la pandemia, el Parque Nacional Torres del Paine ya estaba saturado, por lo que no es posible ni deseable atraer más turistas al lugar. “No se requiere más sino mejor turismo. Uno que deje más beneficios económicos y sociales, no que exceda su capacidad de carga. De lo contrario se pone en riesgo la propia conservación del lugar. El crecimiento infinito no existe”, concluye Muñoz.
Chile se caracteriza por su turismo natural, lo que lo ha llevado a ganar varias veces el premio al “Mejor Destino Sudamericano de Naturaleza”, de los World Travel Awards. El turismo representa cerca del 10% del PIB en la Región de Magallanes y su principal atracción es la naturaleza indómita, lejos de centros urbanos. Por lo que “entre más obras de gran escala, aumento del tráfico marítimo de enormes embarcaciones y más estructuras invasivas como las salmoneras es indudable que se afectará el prestigio de este destino que atrae a viajeros de todo el mundo”, asegura Muñoz.
El proyecto todavía puede ser revertido y desde las comunidades Kawésqar y organizaciones ambientales, esperan que se tomen las medidas adecuadas para reevaluar el proyecto. En donde el proceso tome en consideración a las comunidades locales y se consideren las verdaderas implicaciones que tiene el ensanchamiento de una zona que es sagrada y lleva más de 6 mil años siendo navegada por las el pueblo Kawésqar.