El dolor crónico tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes, desde el punto de vista físico, económico y emocional.
En Latinoamérica, la automedicación es una práctica común a la que recurre entre el 42% y el 80% de la población. En Chile es una preocupación sanitaria porque esta conducta tiene varios riesgos para la población: pueden presentar una reacción adversa, el tratamiento puede resultar ineficaz para su dolencia o enmascarar u ocultar la enfermedad que verdaderamente padece, sobre todo en aquellos pacientes afectados por dolor crónico.
La Asociación Chilena para el Estudio del Dolor y Cuidados Paliaticos (Ached-CP) realizó un estudio en el que señalan que un 32% de la población del país padece dolor crónico no oncológico, un 60% presenta dolores moderados y, en el caso de cuadros severos, un 20% mantiene este tipo de dolencia. Por otro lado, el 44% de las personas que padecen de la enfermedad presentan cuadros de dolor por más de un año.
Maritza Velasco, anestesióloga, especialista en Manejo del Dolor y Cuidados Paliativos del Centro de Medicina del Dolor de Clínica Las Condes, manifiesta su preocupación por la automedicación en personas afectadas por dolor crónico.
“La ingesta de fármacos no recetados por un médico es una práctica frecuente en este tipo de personas, dado que hay una tendencia inicial de uso de medicamentos conocidos o utilizados anteriormente para su manejo. Sumado a lo anterior, la consulta médica no siempre se hace en una primera etapa de aparición del dolor, salvo que éste sea muy intenso, provocando en primera instancia el autoconsumo sin prescripción médica”, explica.
«Esta práctica se da con medicamentos que habitualmente no requieren de recetas como paracetamol e Ibuprofeno. La automedicación responsable puede ser útil para dolores leves o resfríos, pero se corren riesgos si se consumen por tiempo prolongado», agrega.
Respecto a data sobre el número de personas que se automedica en Chile, la doctora Velasco comenta que “tenemos un estudio publicado en la Revista Chilena de Salud Pública en población adulto mayor en Valparaíso, donde se determinó una prevalencia de un 83,0% de automedicación cuya principal causa es ‘no me gusta ir al médico’ (24%)».
Otra investigación publicada en la Revista Médica de Chile en la población de Temuco enfocada en el dolor musculoesquelético, mostró que prevalencia de automedicación de 64,7%, en edad promedio de 40 años y el uso de analgésicos como Dipirona, Aspirina y Piroxicam”.
En cuanto a los factores que conducen a que un paciente con dolor se automedique, la doctora Velasco expone que “esta conducta se debe a diversas razones que van desde la alteración del sueño hasta un impacto directo (del dolor) en las actividades de la vida diaria y, en la medida que permanece en el tiempo, altera la calidad de vida desencadenando síntomas emocionales como ansiedad, angustia o depresión y sufrimiento».
«Es por esto que los pacientes con dolencias recurrentes tienden a buscar solución y comienzan por usar medicamentos que han sido útiles en otros tipos de dolor o bien, hacen caso de consejos de uso de medicamentos de la familia o cercanos”, explica.
Otra causa, precisa, se debe a factores económicos, especialmente a no visitar al médico en una primera instancia e intentar solucionar el problema por sus propios medios, sin pedir ayuda profesional. Generalmente, esta acción se ve reflejada en adultos mayores, quienes usan terapias equivocadas o peligrosas por tiempo prolongado, complementa la doctora Velasco.
En el caso del uso de antiinflamatorios no esteroideos (conocidos como AINES y entre los que podemos mencionar al naproxeno y diclofenaco, por ejemplo), la especialista advierte que entre el 30 y 40% de quienes toman medicamentos por cuenta propia elige esta opción para aliviar el dolor.
Maritza Velasco menciona que “estos fármacos son muy buenos analgésicos y como dice su nombre disminuyen la inflamación y son especialmente útiles en el dolor agudo y en el post operatorio inmediato, pero son de riesgo cuando se toman por períodos de más de 15 días. Ese es el problema que ocurre con su uso en caso de un dolor crónico que por definición es un dolor que dura por más de 3 meses. La ingesta no controlada puede ocasionar riesgos en el sistema digestivo y en la función renal”.
En este sentido, João García, presidente de la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (Fedelat), destaca los riesgos que supone la automedicación no controlada con AINES:
La Dra. Velasco agrega que, para solucionar esta situación, es necesario dar información acerca de las ventajas de un buen manejo del dolor bajo supervisión que se pueda hacer en la atención primaria. Asimismo, es importante contar con Unidades de Dolor con equipos multidisciplinarios en caso de dolores más complejos, que pueden ayudar al paciente en forma integral según las características de los síntomas.
La especialista también destaca la urgencia de implementar programas para la formación sobre dolor crónico en el personal de salud, ya que son los responsables de la prescripción, así como de la promoción del uso adecuado de los medicamentos.
El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable que el organismo utiliza como mecanismo para indicar daño de algún tejido, pero, cuando se prolonga por más de tres meses, pierde su función biológica y se cronifica.
Es considerado una enfermedad por sí misma, de acuerdo con la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11, por sus siglas en inglés).
La Federación Latinoamericana de Estudios del Dolor (Fedelat) estima que 190 millones de personas padecen esta condición en Latinoamérica; de ellos, alrededor de 60 millones sufren de dolor lumbar crónico y 13 millones de personas padecen de dolor neuropático
El dolor crónico tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes, desde el punto de vista físico, económico y emocional. Debido a su intensidad, interfiere en las actividades físicas, sociales y diarias, disminuye su capacidad cognitiva y los hace más propensos a sufrir ansiedad y depresión.