demás, de un proyecto piloto para la producción de hidrógeno verde, la región lidera el testeo a través de PCR para la identificación del SARS-CoV2 y realiza secuenciación genómica para la identificación de nuevas variantes.
En 1945 fue el descubrimiento de un yacimiento de Petróleo en Tierra del Fuego el que marcó el desarrollo industrial y económico de la Región de Magallanes, y ahora en pleno siglo XXI una nueva fuente de energía se alza como una alternativa para aportar al impulso de esta zona austral y del país. Pero no solo eso, también como un aporte a la descarbonización, y con ello al cuidado del medio ambiente.
Se trata del hidrógeno verde, una fuente de combustible que puede ser utilizado en la producción de amoniaco, metanol verde y gasolina sintética o verde. Según explica el director del Centro de Estudios de Recursos Energéticos (CERE) de la Universidad de Magallanes, Humberto Vidal, este gas, que no se encuentra por sí mismo en la naturaleza.
Está presente en el agua, que está compuesta de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y para poder utilizarlo se debe realizar un proceso que permite separar ambos elementos. Una vez realizado aquello, el hidrógeno puede ser usado para generar otros productos.
Eso sí, todo el proceso debe ser realizado con energía producida de manera renovable y para ello es fundamental contar con plantas de producción de electricidad en base a energía eólica. Y en eso, Magallanes tiene una posición privilegiada.
¿Por qué? Debido al viento. Vidal detalla que si bien en el norte del país se identificó hace algunos años un buen potencial asociado a plantas solares, que pueden producir electricidad solo en las horas de luz, la Región de Magallanes es una alternativa más atractiva ya que el viento está disponible de manera más permanente, es decir de día y de noche lo que permitiría producir hidrógeno verde las 24 horas del día.
“Para producir el hidrógeno se requiere energía eléctrica, pero no cualquiera, sino que aquella generada de manera renovable, en este caso a través de la energía eólica. Dicho de otra forma, para que se llame hidrógeno verde, este debe ser producido de forma renovable y la electricidad es un factor primordial porque entre un 60 y un 70 por ciento del costo final del hidrógeno, depende del costo de la electricidad que tu utilices para producirlo”, acotó el director del CERE.
«Entonces en realidad los inversionistas andan buscando alrededor del mundo en qué lugares se produce la energía eléctrica más barata», aseguró.
Justamente una empresa, HIF (Highly Innovative Fuel), se interesó en este potencial y comenzará en los próximos meses a construir una planta para producir hidrógeno verde en la austral región, a través de un proyecto piloto que va a prospectar la real capacidad de generación que tiene la zona.
Además, la empresa firmará este jueves un convenio de colaboración con la Universidad de Magallanes (UMAG) mediante el cual la casa de estudios aportará en la preparación de profesionales para esta industria, pero de manera mancomunada con la empresa para generar los perfiles que se requieren en toda la cadena de valor de este nuevo vector energético.
El proyecto también permitirá que se instalen laboratorios en la UMAG para realizar las pruebas que se requieran en el proyecto piloto y en el que los estudiantes podrán beneficiarse del conocimiento de estos nuevos procesos.
“Como universidad estatal tenemos un rol fundamental en el desarrollo del territorio donde nos ubicamos y de todo el país. Y en ese sentido, aportar en la generación de energías limpias es una de nuestras líneas prioritarias y el hidrógeno verde concentra la atención del mundo porque es un pilar fundamental para avanzar en la descarbonización”, afirmó el vicerrector de Investigación y Postgrado de la UMAG, Andrés Mansilla.
«Para este trabajo nos vinculamos con iniciativas regionales y también con los ministerios de Ciencia y el de Energía y además con el sector privado, en este caso con este consorcio internacional que va a producir hidrógeno verde en Magallanes», agregó.
En agosto comenzará la construcción de la primera planta de producción de hidrógeno verde en Chile. Se trata de un proyecto del consorcio HIF (Highly Innovative Fuels) que tiene como socios estratégicos a AME, Siemens, ENEL, Porshe, Enap y Gasco.
La planta comenzaría a operar a fines de 2022 y se proyecta un período de funcionamiento durante dos años para evaluar el potencial y la factibilidad del negocio que permita pasar a una escala comercial. Y en todo el proceso va a participar la universidad gracias al convenio que se va a firmar.
El plantel no solo aporta al país en temáticas energéticas. Desde el inicio de la pandemia la Universidad de Magallanes estuvo en la primera línea del manejo de la emergencia sanitaria. En sus laboratorios se realizaron los primeros test PCR del país.
“La llegada de la pandemia nos demostró la necesidad que hay de tener una base de desarrollo científico más o menos amplia, y no dirigida, para poder enfrentar estos desafíos. Es decir, si no hubiéramos tenido los laboratorios, estaríamos perdidos, porque tenemos una característica de insularidad que hubiera obstaculizado mucho las cosas como fue las primeras semanas», afirmó el director médico del Laboratorio de Medicina Molecular del Centro Asistencial Docente y de Investigación de la Universidad de Magallanes (CADI), Marcelo Navarrete.
«Fuimos el primer laboratorio de procesamiento de muestras que comenzó a operar en el país. Hicimos las primeras PCR en marzo de 2020. Y, a la fecha, somos el principal centro de diagnóstico de la región, ya que procesamos el 70% de las muestras», añadió el doctor en Inmunología.
En ese sentido, el aporte más eminente y más visible es el diagnóstico “considerando que somos cerca de 170 mil habitantes y haber hecho 155 mil PCR habla un poquito de la dimensión del esfuerzo que se está haciendo, que es de una alcance casi totalmente a nivel poblacional.
«Eso tiene un impacto directo en los sistemas de vigilancia epidemiológica y en el control de la pandemia, es una de las principales herramientas en el bloqueo a través de las medidas sanitarias, creo que eso es fundamental para el nivel de control que alcanzamos hoy”, destacó.
A ello agregó el programa piloto de vigilancia genómica, los estudios con plasma inmune y otras acciones que, a su juicio, no hubieran tenido una premura sin la contingencia, pero que son indicativas de la relevancia de “hacer ciencia asociada, de capacitar y especializar a gente y, sobre todo, de tener el equipamiento”.
“A través del Centro Asistencial Docente de Investigación (CADI) montamos un laboratorio para hacer los análisis de PCR y eso permitió tener información oportuna para la toma de decisiones en la región», sostuvo el vicerrector de Investigación y Postgrado.
Además, están abordando otros temas importantes para la comunidad como lo son las enfermedades prevalentes tales como hipertensión, de tipo reumático, obesidad, entre otras, las que serán abordadas con especialistas provenientes de un consorcio de Instituciones Nacionales e internacionales y donde el Hospital Clínico de Magallanes y el Servicio de Salud de Magallanes.
Otros trastornos tales como el Alzheimer, Parkinson, Diabetes están siendo abordados por investigadores del Centro de Biomedicina Avanzada de Magallanes-CEBIMA y donde se colocarán a prueba biomoléculas provenientes de la biodiversidad austral, representada por especies únicas en el mundo.
El Centro Sub Antártico Cabo de Hornos está ad portas de ser inaugurado y representa investigación de frontera científica en un Laboratorio Natural de relevancia mundial que hoy representan los ecosistemas subantárticos.
“Va a apoyar nuevas alternativas de formación técnica, por ejemplo en Puerto Williams y va a desarrollar temáticas muy interesantes, no solamente científica, sino relacionadas con formación técnico profesional para el desarrollo de líneas estratégicas tales como gastronomía regional saludable y el turismo de intereses especiales, entonces son muchas cosas que ocurren en Magallanes y dónde la Universidad está totalmente involucrada en trabajar para la sociedad”, destacó Andrés Mansilla.
Este espacio está a cargo de la Universidad de Magallanes y la Fundación Omora. “Es importante que a nivel central se reconozca el rol de las Universidades regionales. Son muchas iniciativas de gran relevancia para el desarrollo de la región y el país que surgen en este caso, desde Magallanes y que su Universidad está totalmente involucrada en trabajar para la comunidad local y para el desarrollo del país”, puntualizó.