Los medicamentos falsificados constituyen una amenaza para la salud pública, al no estar certificado los ingredientes activos, entre otros factores.
Aduanas Chile incautó 266.99% más unidades provenientes de tráfico ilícito en el 2020, en comparación con el 2019, lo cual incluye medicamentos, cosméticos, dispositivos médicos, juguetes y alimentos.
En números, esto corresponde a casi 19 millones de unidades en el 2020 frente a aproximadamente 5 millones de unidades en el 2019, aumento significativo que se debe principalmente a las categorías de dispositivos médicos, alimentos y medicamentos, mayoritariamente por procedimientos de contrabando y medidas en frontera.
En específico, la organización decomisó un poco más de 3 millones de unidades de medicamentos falsificados en estos procedimientos en el 2020, un año marcado por la crisis sanitaria de la pandemia.
Por su parte, la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) emitió por esta causa una alerta en la cual señalaba que desde el inicio de la pandemia por Covid-19 “se ha incrementado de forma considerable el peligro planteado por los medicamentos y productos médicos falsos debido a que los grupos delictivos organizados se están aprovechando de la gran demanda en el mercado de medicamentos y productos de higiene y protección personal y están obteniendo abundantes beneficios con la venta de productos falsificados”.
Al respecto, José Luis Cárdenas, director de Asuntos de Gobierno y Acceso del Laboratorio Chile- Teva, señala que “la falsificación de medicamentos es un problema gravísimo que no sólo atenta contra el derecho de propiedad intelectual, sino algo mucho más grave aún: constituye una amenaza para la salud pública, pues estos productos no cuentan con ningún tipo de autorización sanitaria”.
Por su parte, el director del Instituto de Salud Pública (ISP), Heriberto García afirma que “en Chile, la definición establecida por la normativa vigente considera producto farmacéutico falsificado a todo aquel medicamento que no cuenta con registro sanitario, lo cual es relevante porque asegura su calidad, seguridad y eficacia; es producido o importado por quien no cuenta con autorización para ello, por ejemplo, aquellos fabricados en forma doméstica. Asimismo, un producto que haya sido distribuido o vendido en lugares y por personas no autorizadas, como ferias libres, vía pública, redes sociales, internet, entre otros”.
El ISP alerta que entre los riesgos de ingerir un producto farmacéutico está el consumir sustancias activas imprevistas que pueden afectar de forma adversa la salud de las personas, al contener ingredientes incorrectos. Igualmente, la institución advierte que algunos productos falsificados son de naturaleza tóxica por contener concentraciones mortales de principios activos incorrectos u otros productos químicos tóxicos.
De igual forma, puede ocurrir que, si el producto no cuenta con los principios activos, no producirá el efecto terapéutico deseado o, si los tiene en cantidad insuficiente, no se producirá el efecto terapéutico de la manera prevista.
En paralelo, el director del ISP afirma que “el hecho de que pueden contener desechos, impurezas o contaminantes nocivos para la salud y, al desconocer las condiciones de fabricación, se desconocen también las condiciones a las que estuvo expuesto el componente activo y los demás ingredientes».
«Además, los productos falsificados suelen producirse en malas condiciones y sin la higiene adecuada, por lo que pueden contener impurezas desconocidas o incluso estar contaminados por bacterias. A su vez, pudo haberse degradado o no estar apto para el consumo o pudo haberse deteriorado”, agrega.
La Interpol brinda algunas recomendaciones al comprar medicamentos, sobre todo si se hace por Internet: