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Cibereducación: el desafío de crear buenos hábitos digitales en niños y niñas  Digital

Cibereducación: el desafío de crear buenos hábitos digitales en niños y niñas 

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Con la pandemia, el uso de internet aumentó en un 324% y por eso, desde el inicio de las cuarentenas, padres, madres y tutores se han cuestionado sobre cómo educar en el uso responsable de la tecnología y cómo llevar a cabo una óptima crianza digital.


Una mayor conexión arrastra consigo una mayor responsabilidad. Y así como aumenta la digitalización, existe también una mayor exposición a los ciberataques. Un informe de la Comisión Económica para América Latina detalló que en 2020, el tráfico de sitios web y uso de aplicaciones relacionadas al teletrabajo y educación aumentó más de 324%, un contexto que en Chile es acompañado por el 86% de niños y niñas que tienen un celular propio, según datos del Ministerio de Desarrollo Social y Familia. 

Además, los datos de Fortinet apuntan a que América Latina sufrió más de 41 billones de intentos de ciberataques, lo que de inmediato prende las alarmas respecto a cómo el contexto de crisis sanitaria ha conformado un escenario propicio en el que los usuarios maliciosos se pueden aprovechar del trabajo remoto y la educación a distancia para explotar diferentes tipos de vulnerabilidades, en especial el factor humano.

Para enfrentar esta amenaza, es fundamental que cada usuario sea consciente de las acciones que realiza y de los datos que comparte en el entorno digital. Y esto es todavía más importante cuando hablamos de los menores de edad. El apoyar la mediación parental en el uso de la tecnología es particularmente relevante hoy en día, ya que la crisis sanitaria ha llevado a que muchas acciones cotidianas se trasladen a la esfera digital, especialmente la educación, lo que implica que niños, niñas y adolescentes estén aún más conectados.

La psicóloga del Centro Monteverde del Business Center Puertas de Chicureo, Claudia Sepúlveda, explica que los niños no tienen desarrolladas ciertas estructuras mentales y por eso les es fácil pasar de una app de trabajo escolar hacia un juego sin medir el tiempo.

“La clase de 45 minutos se les hace eterna, pero tres horas de juego se les pasan volando. Eso tiene que ver con mecanismos de autorregulación que aún están en una etapa de desarrollo y que si no se acompañan de una correcta orientación pueden derivar en un uso incorrecto -y perjudicial- de la tecnología”, advierte la especialista en salud mental infanto-juvenil. 

Consejos concretos para una navegación más segura

Claudia Sepúlveda enumera recomendaciones claves, basadas “en tiempo y paciencia”.

1.-Límites: “Establezca espacios de tiempos determinados del uso de dispositivos. La ausencia de límites genera ansiedad en los niños, colocando en riesgo el desarrollo de una conducta adictiva”.

2.-Normas de conductas: “Enseñe códigos de comportamiento. Refuerce que en internet no se comparte ni se publica información personal, menos con desconocidos; tampoco se ingresa a sitios con contenido para adultos”.

3.-Recompensas sanas: “Fomente otras conductas de hábitos, a través, de la recompensa de tiempo adicional de uso de tecnología/videojuego. Por ejemplo, por cada día que ordene su pieza obtiene 10 minutos adicionales de uso de tablet para el fin de semana”.

4.- Lo digital a lo presencial: “Los videojuegos y las plataformas online pueden incluso llegar a enriquecer las instancias de juego offline, replicando las dinámicas de trabajo en equipo y resolución de problemas aprendidas”

5.-Ambiente familiar acogedor: “Para que la tecnología sea aliada de los padres y tutores, desde el comienzo tienen que generar un espacio significativo que estimule la curiosidad de conocimiento, saber y creatividad con un solo click”.

Finalmente, una buena herramienta es la que brinda el control parental. De esta manera, niños, niñas y adolescentes solo pueden acceder a contenido apropiado para ellos, limitando el tiempo y uso de la red. Además, estas aplicaciones permiten tener un registro de las actividades que llevan a cabo en los dispositivos móviles o plataformas de streaming. Sin embargo, no reemplazan el hecho de que los adultos deban acompañar a los menores. 

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