Más de una década se demoró la iniciativa en transformarse en ley: desde un conversado café en el 200, hasta convertirse en una de las herramientas más importantes del mundo para combatir la malnutrición. Así lo que grafica el libro “Ley de Etiquetado, la salud por sobre el negocio”.
La obesidad es un problema mundial que se acrecienta cada año y Chile no es la excepción. Nuestro país rankea los índices en la región, incluso en niños.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 1 de cada 3 chilenas y chilenos padece de esta enfermedad, lo que nos ubica a como uno de los países con mayor obesidad de la OCDE.
Por eso Chile fue pionero en el desarrollo de los sellos de advertencia como política pública en la Ley de Alimentos, lo que se ha repicado en países como México, Perú e Israel y está en discusión en varios más.
La historia de cómo se gestó esta normativa es la que cuenta el libro «Ley de Etiquetado: La Salud por Sobre el Negocio», que se lanzó este lunes y cuya autoría es de los doctores Tito Pizarro, Lorena Rodríguez, el senador Guido Girardi y el Premio Nacional de Ciencia, Ricardo Uauy.
Ellos fueron además los principales responsables de la creación e implementación de la Ley 20.606, sobre composición nutricional de los alimentos y su publicidad, que debió sortear una fuerte resistencia de la industria alimentaria, hasta convertirse en una de las herramientas más importante para combatir la malnutrición mundial.
El rector de la Usach, Juan Manuel Zolezzi, afirmó que el texto “documenta el arduo proceso de esta ley -12 años- busca sistematizar su profundidad y complejidad política, así como también sensibilizar respecto a la amenaza que representa la obesidad, en términos individuales y sociales”.
Por su parte, el senador Girardi afirmó que la obesidad es “una pandemia silenciosa, más brutal que el Covid, que cada año mata 41 millones de personas por enfermedades asociadas al exceso de peso: infarto, diabetes, hipertensión, etc., pero que no tiene la atención porque es un gran negocio para las trasnacionales de comida basura y las farmacéuticas que obtienen el 60% de sus utilidades en paliativos, pero que las curan”.
Por eso desatacó que “este es un trabajo colaborativo de un conjunto de actores que hemos logrado crear una de las políticas más importantes del mundo para enfrentar uno de los mayores desafíos de la humanidad (…) Me ha tocado narrar nuestra experiencia en más de 30 países. ya se aprobó en Perú, Uruguay, México, Canadá, Israel y Argentina. Es un orgullo para Chile ser país exportador de políticas públicas”.
La Ley de Alimentos estableció desde junio de 2016 nuevas normas en el empaquetado y publicidad de los productos alimenticios. Estas consideran sellos de advertencia de productos altos en azúcares, calorías, grasas saturadas y/o sodio sobre un umbral de concentración de cada 100 gramos.
“La industria utiliza rotulados inentendibles y la ley, con los sellos, establece el derecho a saber y transforma a los consumidores pasivos en ciudadanos informados. Los padres tienen la opción de decidir si a sus hijos le dan basura o alimentos saludables”, dijo Girardi.
El parlamentario realizó un reconocimiento especial a Ricardo Uauy -delicado de salud- como “el mayor impulsor de esta iniciativa”.
Por su parte, Tito Pizarro afirmó que el libro relata “cómo la academia construye los límites -que no existían- de cuando un nutriente crítico supera lo establecido como saludable. Recoge los diálogos entre la sociedad civil, los colegios Médico y de Nutricionistas, etc.”.
Y agregó que “la ciudadanía apoyó el proceso, para tener conciencia de lo que se compraba. Aunque sigue habiendo importantes brechas de acceso alimentos saludables”.
En tanto Lorena Pizarro dijo que “esta ley y su reglamento a través de un etiquetado frontal de advertencia mejoró el entorno alimentario de niños y niñas, prohibiendo la publicidad y la venta en colegios de productos con sellos”.
Por eso aseguró que “los resultados han sido muy exitosos, tenemos una política pública que ha sido bien evaluada en las distintas etapas. Aún nos quedan desafíos, más entornos alimentarios saludables, subsidios, una tarjeta verde, impuestos a los alimentos no saludables, más plazas, más deporte y actividad física”.
“La tarea no ha terminado, pero esta ley es un ejemplo para muchos países y nos sentimos orgullosos de aportar a las políticas públicas, de América Latina y el mundo”, concluyó.