La actividad se realizará el jueves 19 de mayo de 2022, entre las 11.00 y las 13.30 horas y se transmitirá telemáticamente. Los exponentes compartirán sus reflexiones luego de años de trabajo en la medicina nacional. Los temas que abordarán son cambios epidemiológicos, cambios científicos y tecnológicos, medicina basada en evidencia, irrupción de la bioética, aseguramiento de la calidad, evolución de la educación médica y mercantilización de la medicina.
El año pasado la Academia Chilena de Medicina formó un grupo de trabajo integrado por los participantes de este seminario para elaborar un artículo sobre transición y cambios en medicina y salud que está publicado en los Anales del Instituto de Chile 2021 que es la base de este seminario al que hemos incorporado una visión actualizada y con profundizaciones personales de los ponentes.
“Intentaremos una mirada global de la medicina como la hemos vivido en nuestros años como médicos. Queremos motivar la discusión de los temas expuestos y también de los que no alcancemos a tratar, y al final de las intervenciones entregar algunas conclusiones surgidas de nuestro trabajo, de este seminario y de los nuevos aportes.”, explica Arnoldo Quezada, miembro de Número de la Academia
“Desde hace ya varios años la medicina ha estado enfocándose a la persona enferma, al paciente como persona, con necesidades afectivas, con una biografía que es suya y que no puede omitirse. La tecnología tiende a fijarse en cifras e imágenes y eso no puede distraer del centro de la medicina que es la persona enferma. A la vez que se ha desvalorizado la persona del médico, que ya no puede actuar conforme a sus pareceres, sino que sometiéndose a normas con base científica”, dice Rodolfo Armas, past presidente de la Academia.
Otro aspecto que se abordará es la mercantilización de la medicina. Detrás de las personas enfermas están la industria farmacéutica, la de insumos e instrumentos, los seguros, los establecimientos asistenciales, etc. cuyo fin es el lucro aun llegando a la colusión y a modificar contratos con tal de aumentar sus utilidades.
“Todas estas instituciones y persona son indispensables en la atención médica, pero deben armonizar sus intereses con los de la persona enferma”, enfatiza el Dr. Armas.
Este análisis evidencia que la profesión médica ha tenido numerosos y muy profundos cambios en los últimos 60 años, y que algunos, serán muy trascendentes, aunque todavía no han alcanzado suficiente desarrollo. Por ejemplo, se percibe que hay necesidad de una medicina preventiva mucho más desarrollada, con campañas eficaces en contra de la obesidad, el consumo de tabaco, de drogas y de alcohol, y de la importancia de las vacunas, de la pesquisa precoz de enfermedades que frecuentemente tienen largas etapas asintomáticas.
«No es aceptable que costos desmedidamente elevados impidan a las personas someterse a tratamientos o a procedimientos diagnósticos que necesitan y no pueden pagar. El mercado puede operar, pero respetando las vidas humanas. Cabe pensar en un seguro estatal que efectivamente resuelva estas situaciones. Los cuidados de la salud y de la enfermedad debieran aproximar a la equidad, solidaridad y fraternidad, y no a lo contrario», sostiene.
«Reiteramos que la epidemia de coronavirus ha dejado en evidencia la precariedad laboral de una alta proporción de la población que no tiene previsión alguna de salud ni de vejez. El Estado debiera encontrar la forma de exigir a los empleadores el cumplimento de las leyes laborales, incluidas las obligaciones previsionales», agrega.
Si bien es difícil saber cuáles hechos ocurridos en esta transición de 60 años son los más relevantes, es evidente que uno de ellos es la implantación de sistemas de control de calidad. Es experiencia internacional y confirmada por lo vivido en Chile, que tales controles deben ser completamente externos a las instituciones que acreditan y gozar de plena autonomía.
Ese no es el caso de Chile, donde al Estado pertenecen la mayor parte de los centros asistenciales y, a su vez, controla los sistemas de acreditación. Parece oportuno señalar que, junto con estos cambios y avances, hay áreas donde el progreso ha sido menor o incluso desilusionante.
Es el caso de la resolución de las listas de espera; el acceso amplio a las nuevas tecnología y tratamientos; el manejo del dolor y cuidados paliativos; la disponibilidad de órganos para trasplantes; la prevención y manejo de adicciones y enfermedades mentales; la prevención y control de pandemias; la reducción de errores y accidentes en los establecimientos de salud, en el hogar o en los lugares de trabajo.