En octubre jugarán la Copa de las Américas camino a los Parapanamericanos 2023, dos de los eventos en los cuales concentran sus energías sorteando diversos obstáculos, desde no contar con un espacio estable para los entrenamientos hasta la necesidad de pedir días libres y sin goce de sueldo en sus trabajos para continuar el entrenamiento. Falta de reconocimiento a su carrera, de presupuestos, inclusión real y efectiva. A esto y más se refirió el actual director técnico de la selección, David Soto.
Hace más de 15 años, la Selección Nacional de Fútbol para Ciegos está presente en las canchas pero aún en la espera del reconocimiento social como deportistas, representantes nacionales y de una inclusión efectiva. David Soto Contreras, DT de la selección, señaló de manera enfática que el deporte paralímpico en Chile está “todavía está en pañales”, algo con lo cual le tocó convivir estos tres años en la dirección del equipo.
Soto es profesor de educación física, Magister en Educación, subdirector de un colegio inclusivo y entrenador de fútbol. Según contó, en agosto del 2020, cuando la pandemia obligó a restringir actividades y confinar personas en sus casas en períodos más y menos flexibles, arribó al equipo.
Antes de eso fue futbolista profesional y un ex alumno suyo le hizo llegar la convocatoria para reclutar al nuevo o la nueva DT de la roja paralímpica. Y aunque había trabajado con personas con otras discapacidades, principalmente físicas, nunca lo había hecho con personas ciegas. Esta oportunidad se le presentó como un desafío “y lo sigue siendo todos los días”.
Libros, videos, viejos apuntes. Tiempo antes de llegar a la selección, David Soto recopiló todo el material que le sirviera para llegar preparado al nuevo desafío que se le sumaba a un reto aún mayor: el contexto epidemiológico. Hasta diciembre del 2020, los entrenamientos se hicieron a través de videollamadas, allí recién pudo estar frente a los rostros de quienes hoy, de acuerdo a su relato, “son candidatos a los primeros podios” en las copas que se vienen por delante.
“En diciembre recién pudimos hacer algunos entrenamientos presenciales porque las restricciones fueron muy rígidas en este sentido, tuvimos el problema de los aforos porque sólo autorizaba reunirse a diez jugadores, incluidos los entrenadores, entonces no nos alcanzó para un entrenamiento de calidad”, aseguró el DT.
Para 2021 recién se pudo hacer un diagnóstico del estado de la selección para poder detectar problemáticas y necesidades a resolver. Uno de los primeros problemas observados, sostuvo el docente, era el origen centralizador de la selección. “Me di cuenta que en la selección participaban casi puros jugadores de la Región Metropolitana, no había una búsqueda de jugadores en regiones”, subrayó el profesional oriundo de Iquique, quien además contó que este fue el punto de partida para el desarrollo de programas especiales para iniciar este reclutamiento fuera de Santiago.
En febrero de 2022, solicitó a la Confederación brasileña poder sumarse como partícipes de la fase de concentración. Según explicó Soto, los deportes paralímpicos funcionan en base a concentrados, es decir, cada dos semanas se concentran al 100% sólo en la práctica. Para llevar a cabo este viaje, costeó él mismo la travesía y se convirtió en el primer chileno en participar de esa etapa en Brasil, lo cual le sirvió además para conocer y sumergirse en las herramientas y metodologías con las que trabaja una de las selecciones más destacadas en el mundo paralímpico.
A partir de esa experiencia reorganizó el staff para concentrarse en la táctica y estrategia de cara al viaje de equipo que harán la primera semana de julio a Sao Paulo (costeada por ellos mismos y colaboraciones), primera instancia en que la roja paralímpica asistirá a un campeonato preparatorio.
Por estos días, el Estadio Nacional trabaja los últimos detalles del Centro Paralímpico con miras a los próximos juegos Panamericanos en los que Chile es sede, de allí que los entrenamientos de la roja paralímpica se llevan a cabo en la Universidad Católica Silva Henríquez, donde llegaron en mayo y esperan continuar hasta el viaje a Brasil.
“Ese viaje lo estamos costeando nosotros”, destacó el DT.
Como profesor y subdirector, para Soto el problema del reconocimiento social de este deporte, y de las personas con discapacidad en sí, viene desde el colegio: “En Chile tenemos escuelas para ciegos, tenemos Teletón, pero no tenemos un plan específico donde para formar deportistas desde la infancia”, dijo. Y agregó además que, de existir una inclusión efectiva, no se tendría que hablar de educación integral. Esto en primer lugar.
En segundo lugar, señaló como un obstáculo la falta de un campus fijo de entrenamiento. A diferencia de Brasil o Argentina, que tienen varias canchas y equipos de fútbol, el país cuenta con un sólo campo de fútbol para ciegos “no hay más vallas en Chile”, destacó. Las canchas de entrenamiento de fútbol paralímpico, divididas en tres partes, requieren de vallas laterales para que los jugadores se ubiquen en el rectángulo, sin ellas no se puede jugar.
“Ese es un gran problema porque tenemos que hacer un calendario anual para no toparnos con otras prácticas cuando deberíamos poder trabajar de manera paralela. Tenemos que ir rotando y cambiando de lugar y eso no es bueno porque algunos tienen buena autonomía para trasladarse y otros no, entonces si se los cambias es incómodo y la idea es poder concentrar, alojarnos, entrenar y mantenernos en burbuja”, aseveró el director técnico.
Dentro del equipo hay jugadores que trabajan en empresas y oficinas con un contrato fijo y estable, también quienes generan su sueldo en las calles, cantando o realizando otras actividades. En el primero de los casos, relató Soto, pese a que existe una Ley del Deporte que garantiza su ejercicio, los jugadores se ven obligados a pedir permisos, días sin goce de sueldos o vacaciones porque los lugares que los emplean no les otorgan los permisos con la facilidad y los derechos laborales que establece la ley. Al contrario, “hay que enviarles cartas y solicitudes que son un dolor de cabeza”, comentó David Soto.
“La Ley del Deporte los avala como representantes del país pero no se materializa en la práctica y por eso tenemos que adecuar horarios, entrenamientos, eso altera toda la rutina, la concentración, el entrenamiento”, agregó.
“Tenemos que convivir con esas dos realidades, los que nos cuesta que los dejen salir y los que están de pie todo el día cantando en el transporte público, además se entrena poco en cancha, hay mucho trabajo personal en las casas, donde no tienen las condiciones necesarias para un buen entrenamiento”.
Pese a la situación, el entrenador destacó el talento de los seleccionados, a quienes ve como candidatos a los primeros lugares en las próximas convocatorias que se vienen.
A un año de los parapanamericanos que se jugarán entre octubre y noviembre del 2023 y Chile será el anfitrión, la roja paralímpica se prepara desde antes con dos eventos previos: el encuentro en Brasil que será en julio próximo y la Copa de las Américas en la que Córdoba será la sede de esta Copa América de Fútbol para Ciegos.
En este camino, los jugadores aún no tienen acceso universal en los espacios que habitan con frecuencia. “A veces nos quedamos en hoteles que no tienen menús en cartografía táctil, no tienen lector sonoro, yo espero que con los logros deportivos que tengamos les cambie la vida a los jugadores y tengan una mejor calidad de vida”, remarcó el entrenador.
“Esperamos con mucha ansiedad estos desafíos. Desde que llegué a la selección hemos hablado de estas instancias como los espacios para demostrar nuestra capacidad histórica de estar en un medallero y para eso estamos trabajando”, destacó Soto. La copa de Córdoba es la última que se juega en el año y da cupos para el Mundial de Inglaterra en 2023, allí radica su importancia.
El anhelo del equipo, avalado por más de 15 años de entrenamiento sorteando diversos obstáculos, es estar dentro de los primeros lugares ya que eso les va a permitir que los jugadores obtengan becas y se profesionalice el deporte.
“Hace un tiempo nos juntamos con gente de Racing (Argentina) y nos comentaron que la mayoría de los equipos tienen un departamento de discapacidad y eso es algo que yo sueño que pase en Chile. En su momento, para que los equipos chilenos pudieran optar a una copa internacional tenían que tener selección de mujeres, hoy todos lo tienen pero costó, me gustaría que pasara lo mismo”.
David Soto no sueña en pequeño, aspira en grande junto al equipo: “Quiero que los parapanamericanos nos dejen eso, que equipos como Colo-Colo o la Universidad Católica tengan su departamento de discapacidad y una selección de fútbol para ciegos, que ese sea un requerimiento para participar en copas internacionales y que esto se expanda más allá de la disciplina, eso nos permitirá encaminarnos a ser un país más inclusivo”.