En niños y adolescentes, la actividad física se manifiesta a través del juego, los desplazamientos, deportes y actividades al aire libre, ejercicios y clases de educación física. Su práctica a diario cumple un rol clave en la mejora o mantenimiento de la condición física, la prevención de problemas de salud física y mental.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha desarrollado orientaciones al respecto. Estas sugieren que niños y adolescentes, deben realizar al menos 60 minutos de actividad física diariamente. Naciones Unidas, reconoce además que se trata de uno de los principales medios para garantizar una vida saludable, promover el bienestar en todas las edades y corresponde a uno de los actuales Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Las evidencias muestran que la práctica habitual de actividad física en estas etapas del desarrollo es, hasta ahora, insuficiente y que en el periodo de transición de la niñez a la adolescencia decrece de manera considerable.
En el mundo aproximadamente el 80% de los niños, niñas y adolescentes, no alcanzan las recomendaciones diarias y, por el contrario, emplean 2 o más horas de su tiempo libre en actividades sedentarias como ver pantallas.
Estudios liderados por la OMS reportan que en Chile el sedentarismo en estos grupos etarios, alcanza un 85%, convirtiéndose en uno de los principales retos para el país en el ámbito de la salud y educación.
La adquisición de estilos de vida saludables y, en particular, la práctica habitual de actividad física, corresponde uno de los ejes más importantes desarrollados dentro de las bases curriculares en la asignatura de Educación Física y Salud. Desde la educación inicial, el énfasis está puesto en la práctica regular vinculada con el desarrollo de habilidades motrices, deportivas, psicológicas y sociales. Los objetivos de aprendizaje apuntan a que los jóvenes además valoren los efectos positivos en su calidad de vida.
Los desalentadores resultados en nuestro país se atribuyen, entre otros factores, a una baja participación deportiva, escasez de juego y transporte activo, influencias de los padres, la escuela y una escasa presencia de comportamientos reguladores de la conducta que contribuyen a formar este hábito.
Por otro lado, factores sociodemográficos como el género, la edad y el nivel socioeconómico, son también importantes moderadores que pueden aumentar o disminuir considerablemente los hábitos de actividad física y la percepción de bienestar de los jóvenes.
Los altos de desigualdad social en Chile no contribuyen en este sentido, por eso se debe procurar poner atención permanente a este fenómeno y reforzar la implementación de políticas públicas que los promuevan, sobre todo en contextos vulnerables.