Para algunos su trabajo es cantar en el metro, para otros cumplir una jornada laboral bajo un contrato estable. La diversidad de realidades en la selección masculina de Fútbol 5 da cuenta de las diferencias en la inserción laboral de personas con discapacidad visual en el país. Una investigación de la Fundación Luz encuestó a personas de las quince regiones del país y reveló preocupantes hallazgos en esta materia. Sobre esto se refirió Víctor Silva, psicólogo, seleccionado nacional y miembro de la fundación.
Entre los 10 y los 15 años, Víctor Silva (21) empezó a ver cada vez menos. Desde pequeño jugó al fútbol y se trasladó a vivir a Uruguay para perfeccionarse en este deporte. Pero de noche no veía el balón, y de día lo percibía borroso. Hasta que a los 15 años fue diagnosticado con retinitis pigmentaria, una enfermedad degenerativa poco frecuente que lo dejó con ceguera total.
Hasta ese momento (entre los 19 y 20 años), cursó sus estudios de manera tradicional y se preparó primero para “reconocerse como persona con discapacidad” y luego “tomar un bastón y hacer las adecuaciones necesarias”, contó. La entrada a la universidad, en lugar de resultar un momento traumático, se convirtió en un paso hacia la organización de las personas con esta discapacidad, su inserción laboral y la entrada a lo que llamó “el ecosistema de la discapacidad”.
De la Universidad Católica Silva Henríquez se graduó como psicólogo y posteriormente continuó con un magíster en Gestión de las personas en organizaciones. Hoy trabaja en el programa de inclusión laboral de Fundación Luz.
“En la universidad conocí grandes amigos y formamos un grupo de trabajo y estudio. Allí asumí un rol de agente de cambio desde el proponer a la universidad crear nuevos espacios, nuevos procesos de admisión, apoyo académico para estudiantes con discapacidad y también movilizando estudiantes con discapacidad en la universidad, la región y luego de manera nacional”, contó.
Fue en ese espacio que testificó las barreras educativas que aún son un desafío para las personas con discapacidad en las universidades que, según sostuvo, “parten desde la acceso a las instituciones” ya que los procesos de admisión reflejan no la falta de capacidad de estos y estas estudiantes sino que “la brecha generada desde la enseñanza media”.
“El acceso a la información para personas con discapacidad sensorial (con ceguera, sordera, y otras) es un pero en todas partes; en aplicaciones, sitio web, espacios físico, el simple hecho de comunicarte con un recepcionista, el tipo de información que se da”, explicó el joven de Melipilla.
Producto de su activismo junto a las personas con discapacidad primero de su institución y luego de otros espacios, pudo conocer la realidad por fuera de la región metropolitana ya que a través del área de vinculación con el medio de su facultad pudo viajar, postular a fondos, producir y conocer a personas que armaron un movimiento estudiantil que agrupó a personas de Magallanes, Antofagasta, Maule y La Serena.
Según una investigación realizada por la Fundación Luz, nacida en 1924 en razón de este tema, el 74% de las personas con discapacidad visual que trabajan ganan menos de 300 mil pesos, lo cual se puede comparar con el total de trabajadores y trabajadoras de Chile, donde el 50% de ellos y ellas gana menos de 400 mil pesos (Fundación Sol).
“Esta es la primera vez que hacemos este estudio como fundación, lo hicimos porque al implementar la ley de inclusión laboral teníamos que saber la situación laboral de la personas con discapacidad visual específicamente y la situación es alarmante”, expresó María Alicia Albornoz, directora social de Fundación Luz.
“Por lo mismo, trabajamos aún más con las empresas para crear una cultura organizacional inclusiva”, agregó.
-En la sección (de fútbol 5 masculina) se ven grandes diferencias en esta materia, Víctor…
-La multiplicidad de realidades se da mucho en este grupo selección, hay compañeros que son cantantes ambulantes, otros con contratos dependientes, otros que tienen emprendimientos. En este sentido creo que hay cuatro actores claves. El sujeto (nosotros como personas con discapacidad, cómo nos vamos a reconocer, si vamos a ser reflejo de un asistencialismo eterno o vamos a tomar el tomo por las astas), la familia (es muy importante, puede ser un trampolín u obstáculo ya que la sobreprotección e infantilismo frena el desarrollo), sociedad civil (compañeras y compañeros de trabajo y la valoración de las competencias) y las políticas públicas.
La Ley Nº 21.015 de Inclusión Laboral tiene por finalidad promover una inclusión laboral eficaz de las personas con discapacidad, tanto en el ámbito público como en el privado. A partir de su promulgación y tal como precisó Silva, deberían haberse realizado a la fecha 60 mil inserciones laborales para personas con discapacidad en más de 7 mil empresas. No obstante, sólo entre 2 mil y 3 mil empresas cumplen hoy con esta normativa.
De acuerdo a resultados de la investigación de la fundación, el 79% de las mujeres gana menos de 300 mil pesos a diferencia de los varones, que son el 66%.
“Otra variable a considerar para los sueldos es el nivel educativo. Se observa diferencia en el ingreso de las personas que trabajan en relación con su nivel educativo, sólo el 3% de las personas con educación básica incompleta gana más de $300.000, a diferencia del 57% de las personas con educación superior que reciben un sueldo de mayor a $300.000. A medida que aumenta el nivel educativo, aumentan las personas dentro de cada nivel que tienen salarios superiores a $300.000”, se sostiene en la investigación.
Desde 2018 la cifra de personas con discapacidad contratada fue en aumento pero esto “no depende solo de la figura de la empresa sino del compromiso y la responsabilidad de la persona para capacitarse, formarse” ya que, según él, el desafío en la actualidad más que el ingreso es “permanecer en un trabajo”, destacó el psicólogo y seleccionado nacional.
-De acuerdo a tu experiencia y percepción, ¿crees que el origen socioeconómico es un factor a considerar en la inserción laboral?
-El factor socioeconómico tiene implicancia, es distinto una persona que nace en Las Condes, con un ingreso per cápita mayor a una persona que nace en un sector muy alejado o en las periferias, porque la discapacidad y la pobreza históricamente se han conjugado, la pobreza lleva a que una persona con discapacidad visual sea más discapacitada de lo que es.
A partir de los resultados del estudio se llegó a varias reflexiones, pero una de las máximas es que la inclusión laboral “no depende sólo de las empresas”.
“Aquí hay una gran responsabilidad de la educación: hay que reforzar los programas de integración en los colegios, para que los jóvenes terminen su cuarto medio y tengan la opción de entrar a la educación superior”, dijo Albornoz.
“Ahí entramos en otro desafío. Las universidades y CFT, tienen que abrir sus puertas a la discapacidad, tenemos que formar profesionales con discapacidad, es la única forma de que puedan optar a mejores puestos de trabajo, a que haya una verdadera igualdad de oportunidades, salarios, etc… nos falta mucho aún”, sostuvo.