En los últimos meses del año los indicadores de salud mental tienden a empeorar, debido al estrés que provocan las expectativas y presiones de las festividades. Cuando aún atravesamos un período de pandemia mundial y seguimos procesando cómo ha cambiado la vida cotidiana, resulta urgente visibilizar las afecciones que pudieran haber surgido y revisar estrategias que permitan hacer frente a estos malestares.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, lo que da cuenta de la complejidad de la vida humana y las dificultades que conlleva el cuidar las diferentes dimensiones que engloba.
Entendemos el malestar como una experiencia de disgusto provocado por ciertas situaciones con consecuencias negativas sobre la vida. Este no necesariamente se transforma en un síntoma, pero ante la falta de factores protectores, como lo pueden ser una red de apoyo significativo o el desarrollo de un proyecto vital, entre otros, aumenta de manera importante la probabilidad de una escalada en la configuración de una problemática de salud mental que requiera ayuda profesional.
Desde una mirada cultural, en Chile los cuidados se perciben exclusivamente como un ejercicio de responsabilidad individual, lo que usualmente implica una pérdida del contexto general en el que emergen las diversas situaciones que van afectando nuestra salud. Por ello es importante enfatizar la importancia de la instalación y la articulación de políticas que posibiliten producir condiciones materiales para ayudar a mejorar la vida de las personas.
Al posicionarnos desde una perspectiva de género surge el desafío de generar programas y metodologías de intervención que consideren la interseccionalidad que cruza la vida actual y que trabajen desde lo cotidiano. Allí es donde podemos encontrar una muy buena herramienta en el cuaderno “Desde tu Cuento”, un material de alfabetización en salud mental que propone un punto de partida para el trabajo con jóvenes, adolescentes y comunidades educativas, fruto de un proyecto encabezado por el docente y psicólogo Rodrigo Rojas-Andrade.
El material ilustrado contiene una serie de recursos para el abordaje práctico de la salud mental y el cuidado. En sus casi 130 páginas, y a partir de un cuento, propone trabajar en diferentes sesiones que pueden abordarse en forma lineal o independiente. Cada una de ellas permite profundizar en sus contenidos a través de reflexiones y ejercicios prácticos, los que pueden desarrollarse de forma individual o grupal.
Visibilizar e identificar las problemáticas que van mermando nuestra calidad de vida es el primer paso en términos de cuidados. La responsabilidad de construir una vida suficientemente buena es un esfuerzo individual, pero también institucional, ya que los factores que van condicionando las posibilidades de ejercer los cuidados están fuera del alcance del poder de nuestra voluntad. En ese sentido, el cuento y la narrativa surgen como potentes herramientas para el cuidado individual y colectivo de la salud mental.