Un cambio natural en los vientos del Océano Pacífico podría aumentar aún más las temperaturas globales en 2023, causando estragos en el clima de todo el mundo.
Si los vientos se ralentizan sobre el Océano Pacífico, pondrán en marcha una cadena de acontecimientos que podría hacer que fuertes lluvias azoten California, más olas de calor lleguen a Europa y sequías acaben con las cosechas en varios países, desde Brasil hasta Indonesia.
Eso es lo que algunos científicos esperan que ocurra en 2023, aunque advierten que no lo sabrán con certeza hasta el mes de mayo. Un estudio publicado la semana pasada, que utiliza métodos establecidos pero que aún no ha sido revisado por otros científicos, estima que el fenómeno de El Niño tiene alrededor de un 90% de probabilidades de volver este año.
“Predecimos que será un fenómeno de moderado a fuerte: más de 1,5 grados Celsius (2,7 grados Fahrenheit)”, afirma Josef Ludescher, científico del Instituto Potsdam de Investigación del Impacto Climático, en Alemania, y autor principal del estudio.
Tal cambio, que se produciría después de tres años de La Niña, un fenómeno climático frío, provocaría olas de calor más intensas y alteraría las pautas meteorológicas en todo el mundo. “El Niño es responsable de muchos fenómenos extremos. Todos los países, de una forma u otra, se ven afectados”, afirma Regina Rodrigues, oceanógrafa de la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil.
El Niño y La Niña son nombres de patrones complejos de viento y temperatura en el Océano Pacífico. Los vientos en el océano pueden adoptar una de estas tres fases: una es neutra, en la que los vientos soplan de este a oeste; la otra es El Niño, en la que disminuyen la velocidad o incluso se detienen; y luego está La Niña, donde soplan con más fuerza.
“Estos fenómenos son vertederos de agua sin precedentes en un lugar que suele ser bastante seco. De repente, por ejemplo, podrían producirse lluvias masivas cerca de la costa de Perú”, explica Erin Coughlan de Pérez, autora del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y científica del Centro del Clima de la Cruz Roja.
Los efectos de El Niño se extienden por encima del Océano Pacífico y por toda la Tierra. Alteran la trayectoria de las corrientes en chorro (fuertes vientos muy por encima del suelo) que recorren el planeta guiando las lluvias.
El Niño y La Niña son fenómenos naturales. Los científicos no entienden aún por completo qué los provoca, pero por los arrecifes de coral y los anillos de los árboles saben que siempre han variado.
Hay indicios de que se han acentuado -los episodios de El Niño más intensos registrados han tenido lugar en las últimas décadas-, pero no está claro si se trata de una mera casualidad.
El IPCC, un organismo científico que evalúa periódicamente las investigaciones sobre el cambio climático, ha llegado a la conclusión de que existe poca probabilidad de que el calentamiento global haya modificado los fenómenos de El Niño. Según algunos modelos informáticos, el fenómeno se intensificará en el futuro, mientras otros dicen que se debilitará.
Pero el IPCC también concluyó que es probable que los efectos de los fenómenos extremos de El Niño y La Niña sean más graves a medida que el planeta se siga calentando.
Debido a que el aire más caliente puede absorber más humedad, cuando llega el fenómeno de El Niño eso significa que caerá más lluvia a nivel local, explicó Ludescher.
El aire puede contener un 7% más de vapor de agua por cada 0,1 grado Celsius que se calienta el planeta. Al quemar combustibles fósiles y destruir bosques, la humanidad ha calentado el planeta 1,2 grados celsius desde la Revolución Industrial.