Actualmente, solo existe un estimado de prevalencia y ese número es superior al registrado en países como México, Colombia o Estados Unidos. Especialistas abordan los principales beneficios que traerá esta nueva normativa, entre ellas un estudio formal, y cómo ayudará a identificar nuevos diagnósticos a tiempo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 160 niños, es decir, un 0,625%, está dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA) presentándose en diversos grados de severidad.
Datos entregados por National Health Stadistic Reports, apuntan a que la mayoría de los niños y niñas con TEA lo presenta a nivel leve (58.3%), mientras que el 34,8% a nivel moderado y un 6,9% severo.
En el caso de nuestro país, el único estudio que arroja una cifra es el titulado “Estimación de la prevalencia de trastorno del Espectro Autista en población urbana chilena” y calcula que 1 de cada 51 niños padece TEA, con una prevalencia mucho mayor a la de otros países como México, Colombia o Estados Unidos.
Y es que la nueva evidencia científica disponible apunta a que existen múltiples factores, entre ellos genéticos y ambientales, que hacen más probable que un menor pueda padecer autismo, y esto sumado a la tardanza en los diagnósticos, el TEA estaba pidiendo a gritos una normativa legal.
Así, el pasado 2 de marzo, la Ley TEA fue promulgada asegurando el derecho a la igualdad de oportunidades y resguardando la inclusión de pacientes de todas las edades.
Para María Jesús Navarrete, psicóloga de Nueva Clínica Cordillera, la ley “era un SOS sumamente importante que los profesionales de la salud mental estábamos pidiendo a nivel nacional. No todos los niños, niñas y las personas pensamos y tenemos las mismas condiciones a nivel intelectual y emocional, por lo tanto, es una muy buena aprobación y apunta a que se desarrolle progresivamente el rol de servicio”.
Ahora bien, la especialista aclara que la función psicológica no es solucionar el trastorno, sino ayudar con las dificultades específicas derivadas del autismo.
Según añade Navarrete, su experiencia ha mostrado que, con pocos síntomas, el autismo se diagnostica entre los tres y cuatro años. “Sin embargo, este diagnóstico va depurando con el tiempo y te diría que se podría diagnosticar dentro de los cinco años, cuando comienza el proceso de lectoescritura formal. Cinco años después, puede existir otro tipo de diagnóstico más adelante”.
La psicóloga es enfática en señalar que, desde el punto de vista psicológico, tener un diagnóstico temprano para los padres de niños TEA significa un apoyo, una contención, una entrega de habilidades parentales sumamente importante que cambia la condición, la calidad de vida y la salud mental de todos los integrantes de la familia.
“Ayuda totalmente a aprender a tratar y aprender a tratarse los trastornos. Actualmente, no hay un estudio nacional que entregue data real. Hacerlo es sumamente importante porque el objetivo es crear planes y bajarlos como capacitaciones, ya que hoy día los colegios tienen que dar inclusión”.
La Ley TEA ayudará a promover un abordaje integral de dichas personas en el ámbito social, de la salud y de la educación, junto con concientizar a la sociedad sobre la temática.
Además, apunta a desarrollar progresivamente la red de servicios para poder hacer dicho tamizaje, diagnóstico y atención específica del TEA para niños, niñas, adolescentes y adultos durante el transcurso de su vida, y a financiar la promoción al acceso de estas acciones considerando ciertos atributos como la integralidad, la interdisciplinariedad y la oportunidad, entre otros.
Se suma, además, evaluar la incorporación de las prestaciones asociadas a la atención de personas con TEA al siguiente procedimiento de elaboración del GES.
Existen alternativas para mejorar la calidad de vida de personas con la condición TEA. Una de ellas, es la terapia MeRT, que combina tecnología de estimulación magnética transcraneal repetitiva (rTMS) personalizada, basándose en el perfil de las ondas cerebrales de cada persona.
En el fondo, su objetivo es incentivar una comunicación cerebral saludable lo cual puede llevar a mejoras clínicas significativas en diferentes aspectos. Es importante además resaltar que se trata de una terapia no invasiva, indolora y libre de fármacos.
En los pacientes dentro del espectro del autismo es habitual observar diferentes niveles de dificultad para cada área, ya sea en la comunicación, interacción con otros, dificultad para transitar desde una actividad a otra o temas sensoriales.
Por otro lado, también dificultades en el lenguaje, la organización y planificación y síntomas ansiosos son frecuentes. Es por esto, que el protocolo MeRT comienza con un mapeo cerebral que explora la eficiencia de la actividad neural local y la comunicación entre áreas cerebrales.
Así, contempla un protocolo personalizado de estimulación cerebral para que la actividad y comunicación neural sea potenciada.
Al mejorar la sincronización y la comunicación neuronal, los pacientes, pueden experimentar mejoras generales en la calidad del sueño, la concentración y enfoque, el estado de ánimo y regulación emocional. Así como también, mejoras en el contacto visual, el uso de la comunicación y lenguaje y la capacidad para enfrentarse a situaciones nuevas.