Publicidad
Aumenta el riesgo de sufrir trastornos alimentarios al comer solo y viendo pantallas Salud

Aumenta el riesgo de sufrir trastornos alimentarios al comer solo y viendo pantallas

Publicidad

Evidencia internacional da cuenta de que existe un 45% más probabilidad de desarrollar obesidad en hombres y un 29% en mujeres al comer solo.


Las investigaciones internacionales evidencian que comer solo y viendo pantallas aumenta el riesgo de sufrir trastornos alimentarios y evitar estas conductas es uno de los objetivos que persiguen las Guías Alimentarias para Chile recientemente publicadas.

 La doctora en Salud Comunitaria de la Universidad de Illinois en Urbana Champaign y profesora de la Universidad de Chile, Patricia Gálvez, quien participo en la fundamentación y revisión de los mensajes finales propuestos por las guías alimentarias chilenas, señala que hay abundante literatura científica que respalda la promoción de las conductas antes mencionadas.

Entre los estudios sobre el tema hay algunos que aseguran que comer solo aumenta en 45% el riesgo de obesidad en el caso de los hombres y 29% de las mujeres.

Asimismo, han determinado que ingerir comida frente a un televisor incrementa en 37% la posibilidad de sobrepeso.

Soledad y alimentación

Una de las investigaciones que coincide con esto es la que realizó Dongguk University Ilsan Hospital de Seúl, Corea, publicada por el sitio de internet El Confidencial de España. Esta sostiene que los hombres que comen solos presentan un 45% más de probabilidades de padecer sobrepeso y un 64% más riesgo de sufrir síndrome metabólico.

La misma investigación demostró que las mujeres tienen un 29% más de sobrepeso si comen solas.

Para llegar a estas conclusiones, sus autores examinaron a 7.725 adultos a los que se les pidió que indicaran la frecuencia en la que comían solos.

Se descubrió que quien lo hacía más de dos veces al día era más propenso a desarrollar obesidad abdominal y enfermedades cardiovasculares.

Los expertos expusieron que los hombres solteros que comían solos tenían hasta el triple de riesgo de sufrir síndrome metabólico en comparación con los varones que lo hacían acompañados.

El riesgo asociado a comer en solitario en el caso de los individuos se mantenía incluso cuando se ajustaban factores como la edad, el consumo de tabaco y alcohol, el ejercicio físico, y el nivel educativo y socioeconómico. 

En estudios anteriores ya se había demostrado que los núcleos familiares tendían a ser cada vez más pequeños o unipersonales, algo que afectaba a los patrones alimenticios, que se habían vuelto irregulares y hacían que cada vez fuera más frecuente que las personas comieran en solitario.

En otras investigaciones, además, también se había observado que las personas que se alimentan solas eran más propensas a elegir alimentos poco saludables, consumir menos frutas y verduras, y tener horarios irregulares en las ingestas.

Comer es social

Gálvez explica que el tema de la calidad alimentaria podría verse alterada cuando uno come solo, ya que se  “tiende a comer más rápido, lo que está más a mano y comerlo en los diez minutos que da el tiempo disponible”.

A la vez asegura que hay una liberación de ciertas sustancias al interior del organismo que se produce de manera diferente cuando uno come solo o acompañado y que resulta más saludable hacerlo de esta última manera.

En este sentido subraya que las Guías Alimentarias son un aporte “y con una propuesta novedosa y actualizada, ayuda a que las personas tomen conciencia de que si comen solos puede que estén comiendo de manera menos adecuada que si lo hicieran con amigos o con familia”.

Hace mención a que desayunar con todos los miembros del hogar, o al menos con otra persona, es más saludable y promueve, por ejemplo, mejor calidad alimentaria en los adolescentes que suelen salir de casa sin haber comido nada”.

Además, resalta que las comidas en familia o con otros miembros del hogar son una instancia en que se transmiten valiosas enseñanzas sobre la alimentación que favorecen sobre todo a los niños y niñas. Añade que la conveniencia de comer acompañado es válida en general: “Se producen momentos de comunicación, de dispersión. El comer es algo social”.

Fuera las pantallas

La doctora en Salud Pública de la Universidad Erasmus de Rotterdam, también profesora de la Universidad de Chile y miembro del equipo que confeccionó las Guías, Sandra López, señala que en relación a la recomendación de comer sin estar mirando pantallas también hay evidencia internacional.

Por ejemplo, la publicación de Valerio Lora, psicóloga experta, en el periódico La Información de República Dominicana, en donde hace referencia a un estudio de la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos.  

Este último detectó que comer frente al televisor aumenta 37% la probabilidad de tener sobrepeso, porque las personas se concentran más en lo que ven que en lo que comen.

Otras investigaciones han demostrado que un efecto similar produce ingerir comida frente a las demás pantallas de uso común en la actualidad, como celular, notebook, tablet y PC.

“Cuando uno come mirando las pantallas se presta menos atención de lo que se está comiendo. Hay estudios que demuestran que hacerlo puede llevar a comer más de lo que se quiere o se debiera”, destaca López.

Advierte que otro tipo de conductas negativas también se ven favorecidas si se come mirando pantallas: “Si se está viendo una película u otro tipo de programas se produce un aumento del ‘picoteo’ y se consume cosas que no se debería comer”.

En esta línea, agrega que al comer frente a  la pantalla no se activan las señales de hambre y saciedad como resultaría más saludable. “Entonces la gente sigue comiendo, y no se siente saciada”. 

Manifiesta también que los hábitos en las comidas tienen relación con estados de salud mental: “Hay personas más ansiosas que pueden comer más o menos, dependiendo de sus grados de ansiedad”.

Situación de Chile 

El asunto es crítico para Chile por su primer lugar en América Latina de prevalencia en obesidad infantil y sexto a nivel mundial.

En tanto según las diversas encuestas sobre el tema, nuestro país se encuentra también en los primeros lugares de obesidad adulta del continente, junto a México y Estados Unidos.

Esta situación responde a diversos factores. Uno de ellos es el sedentarismo presente, siendo de 90% en mujeres y 83,3% en hombres, según la última Encuesta Nacional de Salud realizada para el período 2016- 2017.

Gálvez sostiene que el estilo de vida predominante en el país está detrás de estas cifras: “Social y culturalmente estamos bien occidentalizados. No tenemos margen para cocinar por ejemplo una cazuela, una carbonada, cosas que requieren más tiempo. Las tantas horas de trabajo que tenemos aquí influyen negativamente”.

Por su parte, López asigna especial importancia a la escasa actividad física de los chilenos y subraya que la población vulnerable es la que menos la realiza: “Porque gasta más horas en el trabajo. Es más difícil que pueda tener un tiempo libre para hacer ejercicio, actividad física.”

Observa que estas personas se encuentran en esta condición “porque su trabajo es muy sedentario y en las horas de ocio no pueden hacer ejercicio porque están cansadas o realizan otro tipo de actividad que consume su tiempo”.

En ese sentido, las expertas coinciden en la necesidad de tomar conciencia sobre esta situación, ya que es fundamental para producir un cambio sociocultural.

Publicidad

Tendencias