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Deepfakes en Chile: el avance de la inteligencia artificial y el desafío de la ciberseguridad
Con el auge de la inteligencia artificial, los deepfakes se han convertido en una amenaza global. En Chile, el sector público y privado implementa nuevas medidas para combatir la falsificación digital y el fraude de identidad.
En la era de la inteligencia artificial, la manipulación de imágenes y videos ha alcanzado niveles sin precedentes. Lo que antes parecía una tecnología de ciencia ficción hoy se ha convertido en una amenaza real para la seguridad digital y la confianza en la información. Los deepfakes o falsificación facial, han evolucionado rápidamente y plantea desafíos a las organizaciones. Desde su uso en desinformación política hasta fraudes financieros, estos videos e imágenes alteradas pueden utilizarse contra personas y organizaciones de muchas formas dañinas, incluida la difamación y el daño a la reputación, pero quizás el riesgo más cuantificable sea el fraude financiero.
Chile no está ajeno a este fenómeno. Con un ecosistema digital en crecimiento y un incremento en la adopción de nuevas tecnologías, el país enfrenta el reto de fortalecer sus mecanismos de ciberseguridad para evitar que estas herramientas sean utilizadas con fines maliciosos. Si bien en América Latina aún no se han reportado casos masivos de fraude con deepfakes, las autoridades y el sector privado ya están tomando medidas para prevenir ataques antes de que se conviertan en una crisis.
Un estudio de iProov de 2024 reveló que el 73% de las organizaciones a nivel mundial están implementando soluciones de ciberseguridad para contrarrestar esta amenaza. Sin embargo, el 62% de las personas expresaron su preocupación por el hecho de que sus empresas no están tomando el tema con la suficiente seriedad. Al menos en América Latina, Chile está avanzando en múltiples frentes. Daniel Molina, vicepresidente de iProov para América Latina, explica: “Los nuevos documentos de identidad digital lanzados en Chile en diciembre incluyen medidas de seguridad mejoradas para evitar falsificaciones. Estas no solo establecen nuevos protocolos para combatir posibles deepfakes, sino que también allanan el camino para ingresar a la Era de la Identidad Digital, un enfoque más práctico y respetuoso con la privacidad basado en la confidencialidad de los datos personales”.
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Pero esta no es la única medida que Chile está tomando para enfrentar el creciente panorama de inseguridad digital. Programado para estrenarse este año, el estadio de fútbol de la Universidad Católica implementará un sistema integral de cámaras de verificación facial. Este sistema validará la identidad de una persona en segundos, otorgando o denegando el acceso al recinto, y facilitará las investigaciones en casos de comportamiento inapropiado dentro del complejo deportivo.
“Una de las grandes ventajas de la validación biométrica en áreas de alto tráfico como estadios, aeropuertos u otros recintos es que la autenticación se produce en apenas unos segundos. Es un sistema no invasivo y sin contacto, a diferencia del escaneo de huellas dactilares, que agiliza el flujo de personas y mejora su experiencia, y garantiza que solo quienes tienen permiso para hacerlo ingresen a un lugar determinado”, afirma el ejecutivo de iProov. Destaca que Chile enfrenta un desafío para acelerar el flujo de pasajeros en sus aeropuertos, como lo demuestra la reciente congestión en el principal aeropuerto del país.
En el frente regulatorio, también se están realizando esfuerzos para combatir los deepfakes. En diciembre, se presentó un proyecto de ley en el Congreso para modificar el Código Penal y penalizar la creación y distribución de imágenes privadas generadas mediante herramientas de inteligencia artificial.
Para Daniel Molina, “cualquier avance regulatorio es un avance significativo. Sin embargo, no debemos pasar por alto otra amenaza: el fraude de identidad sintética (SIF, por sus siglas en inglés). Esto es cuando las identidades se crean a partir de información robada, ficticia o manipulada para engañar a las organizaciones. A diferencia del robo de identidad tradicional, donde los delincuentes roban o usan indebidamente la identidad de una persona existente, el SIF crea personas mezcladas completamente nuevas que son más difíciles de rastrear y detectar. Son altamente sofisticados y se utilizan para engañar a empresas y organizaciones, como los bancos, con el único fin de acceder fraudulentamente a los sistemas y cometer delitos, en su mayoría, con fines lucrativos”.