La rentabilidad de las empresas creadas por personas con discapacidad intelectual no debe considerar sólo sus resultados económicos sino también los sociales.
La dependencia económica de las personas con discapacidad merma su integración social. Solo el 35,3 % de ellas están reconocidas oficialmente como población activa en países como España.
Si la situación ya es difícil para este colectivo, las posibilidades de conseguir un empleo disminuyen todavía más para las personas con discapacidad intelectual.
Esta situación nos ha motivado a trabajar junto al Grupo de Entidades Sociales CECAP para identificar las causas e intentar poner soluciones.
Llevamos a cabo un primer estudio sobre la cooperativa Abono Café, creada en Toledo por personas con discapacidad intelectual, en la que las familias han tenido un alto nivel de implicación. En este proyecto se han fomentado las relaciones interpersonales y el trabajo colaborativo.
La formación de un equipo emprendedor cohesionado se ha convertido en una fortaleza del proyecto y en una fuente de satisfacción y bienestar para sus miembros. Además, han recibido asesoramiento para mejorar sus conocimientos empresariales y competencias, lo que ha incrementado su empleabilidad.
Este proyecto de emprendimiento ha permitido a sus integrantes evolucionar también en términos de maduración, autorrealización y autoconocimiento con lo que las relaciones hacia sus iguales y hacia sí mismos han mejorado notablemente. La creación de la empresa ha fomentado las relaciones con su entorno, ampliado sus redes de contactos y generado un impulso integrador.
En este proyecto se invirtió dinero público. Así, el paso siguiente fue preguntarnos si ha sido rentable para la sociedad y si es posible medir la utilidad de este tipo de proyectos.
Los resultados han demostrado que el valor social generado superaba ampliamente el desembolso realizado. De hecho, por cada euro invertido se ha obtenido un retorno de cinco euros. El efecto multiplicador de los fondos invertidos por las Administraciones Públicas convierte al emprendimiento en una herramienta útil y rentable para los colectivos vulnerables.
La rentabilidad de las empresas creadas por personas con discapacidad intelectual no debe considerar sólo sus resultados económicos sino también los sociales. Hay que calcular, por ejemplo, los ahorros de costes para las arcas públicas o la generación de valor social para su entorno de referencia. Esto incluye tanto el aprovechamiento del talento de las personas con discapacidad intelectual como su mayor bienestar personal y que tengan la oportunidad de tener un empleo digno. Un objetivo incluido en la Agenda 2030 de la ONU.
A continuación ampliamos la muestra de estudio a 37 casos. El propósito era analizar si las personas con discapacidad intelectual con mayor tendencia emprendedora tenían mayor calidad de vida y si estaban más satisfechas laboralmente.
Los resultados lo confirmaron. Aunque también revelaron que la tendencia emprendedora puede no tener una relación directa con la satisfacción vital de los individuos con discapacidad intelectual. La relación es más bien indirecta, a través de la calidad de vida o la satisfacción laboral.
En definitiva, la implicación práctica de estos resultados supone modificar el diseño de las políticas sociales públicas para mejorar la satisfacción y calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual, que deberían incluir mecanismos para facilitar y apoyar el emprendimiento.
Hemos visto cómo el autoempleo (emprendimiento) se revela como una posible vía para intentar paliar las altas cifras de desempleo entre las personas con discapacidad intelectual. A su vez, este trabajo también pone de manifiesto cómo el emprendimiento por parte de estas personas les beneficia tanto a ellas, mejorando su calidad de vida y su nivel de integración social, como a toda la sociedad –creando valor y generando ahorros a las arcas públicas–.
Por último, cabe señalar que el valor de nuestros trabajos reside también en que son de los primeros estudios a nivel internacional que analizan los beneficios del emprendimiento entre las personas con discapacidad intelectual. Además, son pioneros en medir el valor social generado por este tipo de empresas y en estudiar cómo influye la tendencia emprendedora en la calidad de vida, la satisfacción laboral y la satisfacción vital de este colectivo.
Virginia Barba-Sánchez, Investigadora Principal del grupo de investigación ENSITMA, Universidad de Castilla-La Mancha; María Yolanda Salinero Martín, Profesora Contratada Doctor, Universidad de Castilla-La Mancha; Pablo Ruiz Palomino, Catedrático de universidad, área de Organización de Empresas, Universidad de Castilla-La Mancha y Pedro Jimenez Estevez, Organización de empresas, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.