
El cambio de hora y su impacto en personas neurodivergentes
El 5 de abril comenzó el horario de invierno en el país. Aunque para muchos solo significa dormir una hora más, expertos advierten que este cambio puede desestabilizar la salud física y mental de personas neurodivergentes.
Cuando dieron las 23.59 horas de este sábado 5 de abril, los relojes se retrocedieron en 60 minutos en casi todo el territorio chileno, debido al tradicional ajuste al horario de invierno. Sin embargo, lo que para muchas personas puede ser un trámite más del calendario, para otras significa una alteración importante en su salud física y mental.
Los efectos del cambio de hora son cada vez más estudiados y hoy expertos advierten que pueden ser especialmente complejos para las personas neurodivergentes, como quienes están dentro del espectro autista o viven con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Alteraciones en el sueño, en las rutinas diarias y en el bienestar general, son algunas de las consecuencias que puede tener este reajuste horario en quienes requieren de estructuras más estables para funcionar.
El reloj biológico también se mueve
Pablo Salinas, académico del Departamento de Neurología y Neurocirugía Norte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile explica que “el cambio de horario puede alterar nuestro ritmo fisiológico habitual, nuestros ciclos circadianos porque se descoordina la rutina de luz y oscuridad que tenemos con este horario de verano, con el horario oficial”.
Según el especialista, este desfase puede generar síntomas como fatiga mental, mayor somnolencia y una baja en el rendimiento físico y cognitivo durante los primeros días de adaptación.
Para minimizar estos efectos, Salinas recomienda comenzar un ajuste paulatino de los horarios de sueño y mantener una buena “higiene del sueño”. Esto incluye evitar pantallas al menos dos horas antes de dormir, no hacer ejercicios ni consumir alimentos justo antes de acostarse y procurar un ambiente oscuro y tranquilo durante la noche.
Rutinas que importan
Si para una persona neurotípica este cambio puede ser incómodo, para una persona neurodivergente puede representar una barrera significativa. Así lo plantea Marcela Cuevas, psicóloga, docente del Magíster en Psicología Clínica mención Infanto-Juvenil de la Universidad de Chile y coordinadora del equipo Infanto-Juvenil del Centro de Psicología Aplicada (CAPs).
“Muchas personas neurodivergentes requieren ritmos y rutinas ordenadas y estructuradas, por lo que los cambios les resultan más complejos que a la población neurotípica”, explica.
Especialmente “cuando se trata de cambios importantes relacionados con los ritmos circadianos, el cuerpo y el organismo, ya que afectan directamente la función cerebral”.
La luz natural, la hora de levantarse y acostarse, los momentos de alimentación y otras rutinas diarias se ven alteradas con el nuevo horario, impactando el bienestar de quienes dependen de una mayor estabilidad estructural para desenvolverse.
Tanto en personas autistas como con TDAH, el cambio de horario puede afectar el funcionamiento diario de forma directa. En el caso del espectro autista, Salinas señala que “generalmente tienen dificultades para adaptarse a los cambios. Por lo tanto, hay que ir preparando este nuevo horario, en los días previos explicándolo y dejándolo explícito en el caso que sean niños o ir preparándose cada uno de nosotros en caso de quienes sean adultos”.
En cuanto al TDAH, la alteración del sueño puede amplificar las dificultades para planificar, concentrarse y organizar actividades. “generalmente se asocia a la alteración de la función ejecutiva, por lo tanto, las personas también tienen problemas de planificación y de ir adaptándose a los cambios, por lo tanto, también vale el mismo consejo”, agrega el neurólogo. Por eso, tanto él como Cuevas coinciden en que anticipar la modificación horaria y adaptar las rutinas con tiempo puede hacer una gran diferencia.
¿Qué se puede hacer?
Cuevas es enfática en señalar que excluir a las personas neurodivergentes del cambio de horario no es una solución viable ni práctica, ya que implicaría enfrentar nuevas exigencias de adaptación al operar con horarios distintos al del resto de la sociedad. El problema, por lo tanto, requiere un enfoque más integral y empático.
“El desafío debe abordarse a un nivel más amplio, considerando a las niñeces, adolescencias y a todas aquellas personas con otras condiciones o características de salud mental que se ven mayormente afectadas por estos cambios de horario”, sostiene.
La experta insiste en que la clave está en visibilizar cómo estas transiciones afectan la estabilidad de las rutinas diarias y en adoptar medidas de acompañamiento tanto en los hogares como en las escuelas, centros de salud y espacios laborales.
Una de las discusiones que reaparece cada año en torno a estos ajustes es la posibilidad de mantener un horario único durante todo el año. Diversas voces han planteado los beneficios de eliminar el cambio estacional, sobre todo para favorecer la salud y el rendimiento de las personas.
El cambio de hora puede parecer un trámite menor en el calendario nacional, pero sus implicancias van más allá de ajustar el despertador. Para las personas neurodivergentes, puede representar una alteración importante en su calidad de vida y funcionamiento diario. Por eso, comprender estos impactos y generar apoyos concretos desde las familias, comunidades educativas y políticas públicas, se vuelve fundamental.