
Neurodivergencia en Chile: espacios en la educación, salud y familia como pilares del cambio
En Chile, cerca del 17% de la población tiene algún tipo de discapacidad. Aún así, los espacios realmente inclusivos son escasos. Centros como CAD y programas como el de Adipa ofrecen una alternativa al modelo tradicional, apostando por la comprensión y el respeto.
En Chile, el Ministerio de Desarrollo Social y Familia reporta que el 17% de las personas mayores de 2 años vive con algún tipo de discapacidad, lo que equivale a más de tres millones de personas. Pese a estos números, los espacios verdaderamente inclusivos siguen siendo escasos.
Comprender esto implica un cambio profundo en la forma en que la sociedad aborda las diferencias cognitivas. La neurodivergencia es parte de la diversidad humana. Sin embargo, durante años, las personas neurodivergentes han debido adaptarse a sistemas que no fueron pensados para ellas.
Espacios poco empáticos, diagnósticos tardíos, terapias impuestas y modelos educativos rígidos han sido parte de la experiencia común para quienes tienen autismo, TDAH, dislexia u otros neurotipos. Hoy, esa realidad comienza a cambiar gracias a iniciativas que están transformando el modo en que entendemos y acompañamos la neurodivergencia.
La educación como pilar para una inclusión real
Uno de los ámbitos más decisivos para avanzar en inclusión es el educativo. La nueva Escuela de Educación y Neurodivergencia impulsada por Adipa y la Fundación Santillana nace como un espacio formativo para profesionales del área, entregando herramientas innovadoras y prácticas, basadas en evidencia, para abordar la diversidad neurocognitiva en las aulas.
El curso inaugural, centrado en el abordaje educativo del espectro autista, busca no solo entregar contenidos teóricos, sino estrategias que permitan construir entornos inclusivos alineados con la Ley de Autismo 21.545. Rubén Albornoz, director académico de Adipa explica que “este curso no solo entrega conocimientos teóricos, sino que también estrategias concretas para construir entornos de aprendizaje inclusivos y respetuosos”.
La importancia de este enfoque radica en que los entornos escolares suelen ser los primeros espacios sociales formales que enfrentan los niños neurodivergentes. Si estos espacios no están preparados para recibirlos, no solo se afecta su aprendizaje, sino también su autoestima, salud mental y proyección futura. Por eso, formar a docentes, psicopedagogos y profesionales de la salud mental se vuelve un eje estratégico.
El hogar como espacio clave
El reciente lanzamiento del CAD Autismo en Positivo en Chicureo refuerza otro ángulo fundamental en el acompañamiento de personas neurodivergentes: el rol de la familia y el entorno cotidiano. Impulsado por la española Tatiana Luis, una de las voces más influyentes en neurodivergencia en el mundo hispanohablante, el centro propone una visión distinta. No se trata de cambiar a las personas, sino de fortalecer los espacios donde se desarrollan.
“Queremos cambiar la forma en que se acompaña a las familias. No se trata de ‘tratar’ a los niños, sino de fortalecer los entornos donde crecen para que puedan desarrollarse sin límites”, explica la española, quien ha trabajado con más de 5.000 familias en diversos países.
Este enfoque abandona el paradigma de la corrección o normalización, y promueve uno centrado en la aceptación, la autonomía y el empoderamiento familiar. El CAD ofrece evaluaciones integrales, planes personalizados, visitas al hogar y al colegio y talleres adaptados, con el objetivo de que el aprendizaje y la inclusión se integren a la rutina diaria.
Una realidad
Se estima que entre el 15% y el 20% de la población mundial es neurodivergente, según la Universidad de Stanford. En Chile, el Ministerio de Desarrollo Social y Familia indica que el 17% de la población de 2 años o más presenta algún tipo de discapacidad, lo que representa más de 3 millones de personas. Esta cifra evidencia la urgencia de adaptar los espacios públicos, privados y comunitarios a realidades diversas.
Pero ¿qué significa realmente ser neurodivergente? Según Tatiana Luis, “incluye neurotipos como el autismo, el TDAH, la dislexia, entre otras y lo importante es reconocer que estas diferencias enriquecen nuestra sociedad. No se trata de corregir o cambiar a las personas, sino de adaptar los entornos para que todos puedan desarrollarse plenamente siendo quienes son”. Entender esto implica dejar de ver las diferencias como obstáculos y comenzar a valorarlas como una parte fundamental del tejido social.
Si bien la legislación ha dado pasos importantes, aún falta camino por recorrer en materia de implementación, formación y cambio cultural. De nada sirve una normativa si los profesionales no están capacitados o si las escuelas no cuentan con apoyos efectivos.