Antiguamente se pensaba que Santiago era el centro neurálgico para un negocio exitoso. Hoy, en cambio, son cada vez más las personas que se atreven a impulsar sus ideas fuera de la capital, gracias al atractivo de sectores como el turismo y la agricultura.
Cuando se habla de empresas con triple impacto se refiere al tipo de ellas que son rentables a partir de integrar en su modelo de negocio tres beneficios: social, ambiental y económico. En el mundo corporativo cada día son más las compañías que buscan desarrollar sus procesos y operaciones integrando aspectos que se alineen a estos modelos de desarrollo.
¿Pero que pasa desde el emprendimiento? ¿Es posible desarrollar negocios rentables financieramente y que además puedan tener impactos positivos para el medio ambiente y la sociedad? ¿Es Chile un terreno fértil para ello?
Efectivamente, un análisis de Gedes, agencia especializada en desarrollo y planificación territorial e intermediaria de Corfo y Sercotec, evidencia que las regiones de Chile poseen importantes ventajas competitivas asociadas a su capital natural para impulsar negocios de triple impacto.
Entre las aristas principales de estos proyectos está el cultivo de alimentos en el extremo norte y la pesca responsable en la zona sur, pasando por el turismo de intereses especiales en el norte grande y la agricultura regenerativa para la conservación de los suelos en la zona central.
En su análisis, por ejemplo, lo que ocurre en la Región de Arica y Parinacota es un caso interesante, considerando además el rol de Chile como potencia agroalimentaria.
“La experiencia en el cultivo de tomate es una referencia atractiva para la producción de alimentos. Arica es una zona con un buen clima, sin heladas y con agua proveniente del altiplano que pueden abastecer los predios. Además, se incentiva el uso de tecnología para obtener mayor eficiencia, lo que podría ser también un impulso a la innovación, similar a lo que ha ocurrido en países como Israel con un sistema muy eficiente en producción de agua, con un impacto ambiental y de erosión de los suelos mucho menor”, señala el gerente de la firma, Roberto Cervela.
En el centro-norte, el ejecutivo destaca la promoción de un turismo con menor huella de carbono: hoteles rústicos y con una matriz energética solar, de menor escala, rescate de actividades ancestrales y gastronomía típica y la observación en cielos con menor contaminación lumínica.
“Es una oferta atractiva para el turista extranjero, que cumple esta experiencia, en línea con lo que también ha ocurrido en San Pedro de Atacama, con una industria que se ha desarrollado con fuerza y con una participación protagónica de las comunidades”, explica.
En la zona central, el impulso a proyectos de agricultura sostenible es uno de los ejes más interesantes, de acuerdo al especialista de la agencia de desarrollo territorial.
Finalmente, en el sur, existe una activa comunidad de empresas certificadas de triple impacto (pertenecientes al Movimiento B), también se observan oportunidades a nivel de la producción de alimentos, específicamente a nivel de la pesca responsable, de acuerdo al ejecutivo.
“Las distintas zonas del país disponen de un capital natural muy interesante para impulsar emprendimientos sostenibles, con el propósito de desarrollar una industria más bondadosa y una economía más humana. Una cosa curiosa es que en el contexto de crisis económica también surge la creatividad y la innovación. Tenemos un terreno avanzando, y hoy estos proyectos buscan agregar cada vez más valor”, dice Cervela.
Actualmente, Chile es la nación con más emprendimientos “B” (negocios certificados para cumplir con estrictos estándares verificados de desempeño social, ambiental, transparencia y responsabilidad) per cápita a nivel latinoamericano. Para Gedes, que también es Empresa B, el impulso a una economía con foco en el triple impacto será vital para fortalecer la competitividad del país en el mediano y largo plazo.
Sobre este punto, Roberto Cervela señala que el país puede liderar esta transición en América Latina, tomando como referencia su desarrollo económico, la percepción global de un país innovador para la región y las recientes políticas públicas en materia energética o en el contexto del cambio climático, añadió el ejecutivo.
“Estamos avanzando en la dirección correcta, y la sostenibilidad ha pasado a ser un tema de estado y se está abordando con profundidad a nivel corporativo”, advierte el experto.
Al mismo tiempo, desde Gedes destacan que las naciones más desarrolladas del planeta están retrocediendo en el impulso a proyectos de envergadura industrial. Una suerte de retorno a las bases o a enfoques más tradicionales que también se observa en varias regiones de Chile.
“Un caso interesante es el de la minería verde, donde en la Bolsa de Londres, por ejemplo, se transan minerales producidos de forma sustentable. En Chile, vemos que grandes empresas del sector están incorporando tecnologías hídricas y energéticas de punta. Esto partió de forma espontánea y ahora se está intencionando con un marco regulatorio, pero la idea es que en cinco o diez años pase a ser parte de la cultura y ADN de las organizaciones”, concluye.