La iniciativa busca que habitantes de distintos territorios colaboren de manera participativa en monitoreo de diversas dimensiones que permitan un mejor cuidado y uso de lugares de interés socioambiental.
Proyecto Centinelas Comunitarios es el nombre de la iniciativa que busca desarrollar monitoreos participativos de base comunitaria sobre dimensiones socioambientales de territorios específicos y de áreas protegidas o de interés para la conservación.
El proyecto nace desde el Laboratorio de Ciencia Ciudadana de la Universidad de Los Lagos, el cual se creó en el 2020, con el objetivo de generar iniciativas de ciencia ciudadana, como una forma de hacer investigación colaborativa, trabajando con comunidades para responder a problemas que las personas o territorios poseen.
En esta línea, Proyecto Centinelas Comunitarios se inicia en el año 2021 a través de la colaboración con la Asociación de comunidades mapuche huilliche de Carelmapu, perteneciente a la comuna de Maullín, región de Los Lagos.
El trabajo se gestó gracias a un fondo de cooperación internacional llamado Queen Elizabeth Schoolars de la Universidad de York, de Toronto, Canadá, a partir del cual se logró implementar el piloto en la localidad de Carelmapu.
En primera instancia, se comenzó a monitorear las dimensiones socioambientales de una figura de administración del borde costero llamado Espacio Costero Marino de Pueblos Originarios, asociada a la ley 20.249 o conocida como Ley Lafkenche, la cual protege los usos consuetudinario de los pueblos originarios a través de la entrega de un área para su administración.
Francisco Araos, académico del Centro de Estudios del Desarrollo Regional y de Políticas Públicas (Ceder), explica que en el ámbito ambiental, “decidimos que era relevante establecer un mecanismo de monitoreo de las condiciones socioambientales, es decir, cambio climático, biodiversidad, amenazas ambientales como erosión costera, contaminación, entre otras”
Respecto a la dimensión social, afirma que pretendíamos monitorear las historias y memorias asociadas a los territorios, paisajes culturales e hitos de cada lugar, y prácticas tradicionales como mariscadura, recolección de algas o frutos silvestres, entre otros”.
Esta estrategia de monitoreo se organiza en torno al entrenamiento de la personas de la comunidad para poder observar estos fenómenos, para posteriormente establecer un envío de reportes sobre lo observado de estos lugares, utilizando grupos de WhatsApp.
Estos reportes, se componen de tres tipos de información: Descripción de lo observado, a través de texto o audio; foto o video de lo presenciado; y punto de localización, datos que se agregan a una bitácora que reúne el conjunto de registros y se lleva a una plataforma de datos espaciales asociada a la página web del proyecto.
A esto se suma la creación de material de divulgación asociados a los reportes, con un diseño pre definido en base a la bitácora de monitoreo, junto con otro tipo de material como video, poster, desplegables, entre otros.
A partir de este año, se busca que estos monitoreos generen información para que las personas tengan evidencia y tener sustento científico para acciones de cuidado de la naturaleza.
“Otros usuarios son la propia comunidad científica, activistas u organizaciones no gubernamentales que trabajan en estos territorios, sirviendo de sustento para cada una de sus iniciativas, y la posibilidad de incidir en procesos de implementación de políticas públicas o gestión territorial”, señala el académico.
Estos proyectos de ciencia ciudadana se componen de diversas etapas, como la de recolección de información para que un grupo de ciudadanos tenga la posibilidad de implementar metodologías de monitoreo, etapa de validación de datos y posteriormente etapa de comunicación o incidencia.
En particular en este ocasión, se ha trabajado en la primera etapa, que se traduce en la construcción de grupos de centinelas con información recibida de los grupos de usuarios.
Para este año, se pretende iniciar el trabajo en la etapa de validación en colaboración con el académico del Centro I-Mar de la Universidad de Los Lagos Edwin Niklitschek, la Fundación Legado y la Junta de Vecinos 17 de Amortajado , que se enfocará en el Santuario de la Naturaleza del río Maullín, área protegida que se encuentra en la elaboración de su plan de manejo.
En dicho lugar, se pondrá en práctica una serie de protocolos para la curadoría y validación de los datos.
“Un ejemplo de lo que se hará, es que un grupo de centinelas, asociados al río Maullín, nos envíen un reporte sobre alguna amenaza ambiental de aguas, por ejemplo. Nosotros tomaremos muestras de esa agua, vamos a validar la muestra en laboratorio y a partir de ese conocimiento lo vamos a sistematizar y generar los protocolos, que luego son entregados al administrador de este Santuario”.
Teniendo estas dos etapas, las que se esperan finalizar este año, se podrá contar con la metodología casi completa, es decir, las personas tomando datos, contar con un gestor de área pública, con protocolos y metodologías para validar los datos generados por las alertas ciudadanas y tomar decisiones sobre lo que está sucediendo.
“Actualmente, estamos implementando centinelas en diversos niveles y espacios geográficos. Anteriormente lo fue en la laguna Kusrüpuyewe con comunidades indígenas, donde actualmente se están entregando los resultados de dicho monitoreo, que se enmarca en la protección de una sub cuenca de aquel territorio”, señala el investigador.
A lo anterior, se suma un proyecto de colaboración internacional de los centinelas con la Universidad del Sur de Santa Catarina (Unisul) y la organización de pescadores del Cabo de Santa Marta del mismo estado de Brasil, quienes visitaron hace poco la región de Los Lagos para relatar su experiencia con esta metodología en su país.
A futuro, y en el marco de otros proyectos de investigación, se espera implementar estas iniciativas a nivel nacional, a través de una red de trabajo que se ha venido organizando, asociado a zonas costeras y humedales, en las regiones de Los Lagos, O’Higgins y Atacama.