La colaboración, la regeneración y el impacto son conceptos claves para enfrentar los desafíos derivados del cambio climático. En Chile, organizaciones sociales son ejemplos replicables e inspiradores de trabajos comunitarios que abordan los desafíos relacionados con el acceso al agua potable, la gestión participativa del agua y la restauración de ecosistemas acuáticos y boscosos. Su enfoque centrado en la colaboración ha sido fundamental para enfrentar la crisis hídrica de manera efectiva y sostenible.
Durante estos día, la noticia sobre la crisis hídrica que vive Uruguay ha marcado la pauta. La falta de lluvia y de medidas adecuadas a largo plazo para anteponerse a esta situación por parte de las autoridades del país vecino, son algunas de las causas que han potenciado el estado hídrico actual.
En el caso de Chile, aunque se han registrado lluvias recientemente, el llamado es a “no confiarnos, ya que no hemos alcanzado un balance hídrico esperado en un año normal en algunas partes del país”, explica el meteorólogo Gianfranco Marcone.
En este escenario, con un desafío tan grande, la respuesta no solo puede quedar en manos de las autoridades. “La cooperación debe venir de todos los sectores”, aseguró Sergio Galilea, director del Centro de Análisis de Políticas Públicas de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, durante la presentación del Informe País 2022 sobre el estado del medio ambiente.
Además recalcó que “existe la necesidad urgente de hacer cambios sustantivos en las dinámicas de desarrollo predominantes en el país”.
Verónica Morales, directora ejecutiva de Fundación Lepe, organización dedicada al desarrollo regenerativo comunitario, explica que “además de lo que impulse el Estado y los privados, para hacer frente a los desafíos derivados de la crisis climática, el rol de las organizaciones de la sociedad civil se hace cada vez más preponderante”.
“Durante los últimos siete años en los que Fundación Lepe ha operado en los territorios, han podido comprobar en terreno que la colaboración, la regeneración y el impacto son conceptos esenciales que están intrínsecamente relacionados y pueden generar resultados positivos impresionantes cuando se combinan en una comunidad unida”, detalla.
Fundación Lepe ofrece desde 2017 un fondo concursable bianual, de $240 millones de pesos, que precisamente busca relevar el rol de la sociedad civil, para mejorar la calidad de vida de las personas. En su última versión, las organizaciones que se adjudicaron el fondo, mostraron coincidentemente un sello “regenerativo”, que busca contribuir de alguna manera a los daños a nuestro ecosistema, que hoy inciden en la calidad de vida de las personas.
Y justamente en el contexto de la crisis hídrica, destacan tres casos de éxito, que buscan dar solución a esta problemática, desde la colaboración, el bien común y la comunidad. “Red Comunitaria de Agua de Nal Alto”, “Somos Cuenca, Habitantes del Biobío” y “Restaurando Aguas y Bosques del Lavkenmapu”, son algunos de ellos y que se relacionan directamente con el tema hídrico desde diferentes aristas y territorios.
La comunidad de Nal Alto, integrada por 34 familias, no contaba con continuidad del suministro de agua potable, pese a estar ubicados en uno de los lugares más lluviosos del país y debían depender de camiones aljibe enviados por la municipalidad de Ancud.
Postularon a Fondo Común en 2021 y, apoyados por Fundación Lepe y el municipio, pudieron construir una red comunitaria de agua utilizando una vertiente del sector, con la participación activa de la comunidad para el cuidado, mantención y gestión del ecosistema. Este proyecto logró que más de 1.500 personas tengan acceso a agua potable en una zona rural, gracias a que se incluyó, no solo a las viviendas de la comunidad, sino que también a la escuela y a la posta rural de la zona.
Además, el proyecto genera un ahorro anual de cerca de 8 millones de pesos para el municipio, suma que en 5 años equivaldrá aproximadamente a 200 becas de estudios superior para jóvenes de la comuna de Ancud (Fuente: Becas Municipalidad Ancud).
Según la coordinadora de Fondo Común, Antonia Madrid, la Red Comunitaria de Agua de Nal Alto ha demostrado ser un ejemplo inspirador de colaboración y solidaridad para abordar los desafíos relacionados con el acceso al agua potable en su comunidad.
“Mediante la implementación de soluciones innovadoras y la participación activa de sus miembros, esta red ha logrado mejorar la calidad y disponibilidad del agua, asegurando así el bienestar de sus habitantes. Su enfoque centrado en la comunidad ha sido fundamental para enfrentar la escasez hídrica de manera efectiva y sostenible. El caso de la comunidad de Nal Alto es emblemático, replicable y fácilmente implementable por otras, con organización y trabajo comunitario”, sostiene.
El proyecto “Somos Cuenca, Habitantes del Biobío”, impulsado por el colectivo Bestias del Sur Salvaje, es una iniciativa que busca proteger y preservar la cuenca del río Biobío, una importante fuente de agua dulce y biodiversidad en la región. Su objetivo principal es fomentar una visión de desarrollo respetuoso con el medio ambiente, promoviendo la conformación de una red de colaboración entre organizaciones para la protección de los recursos naturales.
Buscan preservar este importante ecosistema para las generaciones futuras y promover un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección del ecosistema. El Fondo Común les dio el impulso para desempeñar un papel fundamental en la promoción de la gestión participativa del agua en el territorio.
A través de la organización de talleres educativos, la implementación de proyectos de conservación, fomento de un turismo responsable y sustentable a lo largo del a cuenca hidrográfica del Biobío y la promoción de la gobernanza comunitaria, este grupo ha logrado aumentar la conciencia sobre la importancia de proteger los recursos hídricos y ha fomentado una mayor participación de la comunidad en la toma de decisiones relacionadas con el agua.
Han podido agrupar a 188 actores sociales y públicos (entre los que se encuentran fundaciones, activistas ambientales, comunidades indígenas, organizaciones deportivas, municipalidades, Gobierno Regional y Ministerio de Medio Ambiente) que participan de las actividades en torno a la conservación de la cuenca.
Y diez de ellos (The Pew Charitable Trusts, International Rivers, Universidad de Concepción, Fundación Lepe, Patagonia, entre otros) ya están trabajando colaborativamente en una plataforma web para la conservación de la cuenca del Biobío.
Ellos consideran que es fundamental que las organizaciones sociales se involucren de manera activa y continua en la promoción de la sostenibilidad, gobernanza y la resiliencia en relación con el agua y el cambio climático. Al trabajar junto con otras partes interesadas, pueden marcar la diferencia y contribuir a la protección de este recurso vital para las generaciones presentes y futuras.
En Tirúa, al sur de la región del Biobío, la fundación Licán, en conjunto con 20 familias campesinas mapuches Lafkenche, llevan a cabo el proyecto “Restaurando aguas y bosques del Lavkenmapu”.
Esta iniciativa, beneficiada por Fondo Común, tiene como objetivo principal la aplicación de técnicas de recuperación agroecológica para abordar tres problemas fundamentales: la escasez de agua, la erosión del suelo y la necesidad de garantizar una alimentación saludable.
A través de acciones comunitarias de reforestación de bosque nativo y árboles frutales, así como de cercado para proteger pequeñas vertientes de agua que son el suministro de las familias, esta iniciativa ha logrado restaurar hábitats naturales y promover un uso responsable del recurso hídrico. La restauración de microcuencas y bosques, conlleva finalmente a volver a darle vida a la tierra y, de ese modo, el resurgimiento de sus aguas.
A la fecha, se han beneficiado directamente a 151 personas; se han plantado 1.662 árboles nativos y herbáceas reforestadas; se ha educado a la comunidad sobre el cuidado, formación de suelo y soberanía alimentaria, entre otras acciones. Una solución a la escasez hídrica que nace desde una comunidad de base, de manera colaborativa, sirviendo de ejemplo para muchas más.
Estos proyectos han demostrado ser ejemplos inspiradores de colaboración y solidaridad para abordar los desafíos relacionados con el acceso al agua potable, la gestión participativa del agua y la restauración y regeneración de ecosistemas acuáticos y boscosos. Su enfoque centrado en la comunidad ha sido fundamental para enfrentar la escasez hídrica de manera efectiva y sostenible.
Morales enfatiza que “actuar juntos frente a la crisis hídrica y el cambio climático es imperativo debido a la interdependencia global en el acceso al agua, el impacto en la seguridad alimentaria, la protección de la diversidad de ecosistemas, la mitigación y adaptación al cambio climático y el impacto en la salud humana. Estos desafíos requieren una acción colectiva y coordinada a nivel nacional e internacional para lograr resultados significativos y garantizar un futuro sostenible para todos”.
Estas experiencias exitosas demuestran que la participación activa de la sociedad civil, junto con la colaboración público-privada, puede generar soluciones innovadoras y sustentables para abordar los desafíos hídricos a los que nos enfrentamos.