“Zonas en peligro” y “áreas de riesgo” son ideas que se repiten cada vez más en las ciudades, especialmente en ciudades con riesgos de incendios forestales por su demografía y construcción.
El próximo 5 de diciembre se celebra un nuevo Día Mundial del Suelo, instancia establecida por Naciones Unidas (ONU) ante la necesidad de compartir experiencias sostenibles para recuperar un suelo que pensábamos era un recurso infinito.
Especialmente en tiempos donde cada vez más el concepto de ciudades y crecimiento urbano se unifica con el cambio climático, llegando al momento en que ya no se puede hablar de una sin la otra, la planificación y consideración de los riesgos que está generando el clima en el mundo ha obligado a diversos sectores a incorporarlos en los conceptos urbanos y en los usos de suelos.
Es así como el nuevo Consejo Nacional de Desarrollo Territorial, a cargo de la doctora en Planificación Urbana Paola Jirón, centra parte de sus objetivos en la temática medioambiental, ya que “el riesgo ambiental no es un tema presente en la planificación urbana y lo que se está haciendo es actualizar las discusiones del cambio climático y cómo actualizamos la planificación urbana y territorial frente a los desafíos de hoy”, mencionó en una entrevista en Radio Valparaíso.
“Zonas en peligro” y “áreas de riesgo” son ideas que se repiten cada vez más en las ciudades, especialmente en ciudades con riesgos de incendios forestales por su demografía y construcción. Para el profesor del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Luis Álvarez, “respecto de las condiciones de afectación del cambio climático, creo que las principales incidencias son las llamadas ‘islas de calor’, esto porque las temperaturas son reflectadas, o sea, el uso de suelo determina las alzas de temperatura por su materialidad o las determinaciones de la planificación”.
Para el también magíster en Urbanismo existen alternativas para reducir riesgos. “El suelo puede ser regulado para evitar esos fenómenos: promover los sistemas verdes haciendo de la ciudad el soporte de las condiciones naturales, reduciendo margen de ocupación de suelo, aplicando rasantes que permitan el asoleamiento diferenciado y la ventilación y, por supuesto, fomentando materiales que tengan respuestas a la reflexión reducidas a nulas”, comentó.
El pasado mes de octubre se realizó el octavo encuentro de foros del Congreso Ciudades, instancia que planteó la pregunta “¿Qué debe hacer la política respecto a la crisis de las ciudades?” y donde participó Valentina Durán, directora del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).
Durante la sesión, Durán señaló que es clave considerar los efectos de salud, los cambios en costumbres que puedan tener las comunidades y la compatibilidad territorial de los proyectos que se presentan.
Explicó que “no tenemos normas de suelo, falta un instrumento para analizar la contaminación en los suelos en el país”, por lo que complementa que se está trabajando en herramientas, como instructivos, para que cuando existan solicitudes de participación por parte de comunidades frente a proyectos, lo puedan hacer sin mayores problemas.
Además, señaló que desde la pandemia se está viviendo en una triple crisis global que se relaciona con la contaminación del aire, agua y pérdida de biodiversidad. También manifestó que los actores más afectados son los sectores más vulnerables.
Para la especialista, el cambio climático acelera esta crisis, porque va generando un impacto mayor a la humanidad. Por esta razón se está trabajando en tener sistemas que puedan entregar mayor protección a las personas y el medio ambiente, considerando aquellos factores para la construcción de políticas públicas.
Frente a esto, Luis Álvarez agrega que existen “suelos que pueden desarrollar viviendas, que son variados, disímiles y pueden quedar cautelados como de uso habitacional. Incluso aquellos que tienen o están afectos a riesgos, la legislación urbana los declara como mitigables”.
Pero aquí surge de inmediato la pregunta para el profesor sobre ¿qué pasa cuando el fenómeno natural sobrepasa todas las referencias históricas y todos los modelos quedan obsoletos a propósito de los fenómenos de cambio climático?. “Aquí es donde vuelve el propósito de la ONU y la necesidad de experiencias sostenibles para recuperar un suelo que pensábamos era un recurso infinito”, sostiene.