En la actualidad, la producción global de plástico supera los 430 millones de toneladas anuales, con América Latina contribuyendo aproximadamente con el 20% de esta cifra. En Chile, la acumulación de plástico alcanza las 25,000 toneladas cada año.
El año 2023 ha sido testigo de condiciones climáticas extremas a nivel mundial, reflejando el impacto del calentamiento global. En el país, se ha registrado el año más cálido desde 1961. La producción y uso de combustibles fósiles, especialmente el petróleo utilizado en la fabricación de plástico se presenta como un factor clave en este fenómeno.
Uno de los mayores desafíos en la gestión de residuos es el manejo de las botellas de plástico, que representan casi el 40% del peso total de los desechos generados a nivel mundial. A pesar de esto, solamente el 8.5% de estas botellas se reciclan, mientras que el resto termina en vertederos o en los océanos, creando una grave problemática ambiental.
Se estima que un camión lleno de plástico desechado llega a los océanos cada minuto, lo que pone en evidencia la urgencia de actuar para reducir su impacto.
En este sentido, Claudio Brinkmann, co-Fundador y CEO de Maihue, destaca la importancia de cambiar la forma en que se producen y utilizan las botellas de plástico. Brinkmann señala que es necesario romper con la cadena que va desde la extracción y procesamiento del petróleo hasta la distribución globalizada de productos envasados en plástico, para reducir al máximo las emisiones de gases de efecto invernadero y los impactos ambientales asociados.
En particular, las empresas embotelladoras, como las de agua cuyo consumo se ha triplicado en los últimos años en el país, juegan un papel crucial en este cambio. “Sabemos que están haciendo estrategias y buscando soluciones para esta realidad como la utilización de material más sustentables, pero estas no acabarán con el problema de raíz”, comenta el experto.
“Frente a esta problemática, diversas iniciativas buscan reducir la dependencia de botellas de plástico. En este sentido, la tendencia mundial apunta hacia el uso de dispensadores de agua purificada y remineralizada como una alternativa más sostenible y económica”, asegura Brinkmann.
Gracias a esta tendencia de evolución hacia los dispensadores, Maihue ha logrado ahorrar más de 60 millones de botellas de plástico en tan sólo un año. El mayor riesgo del planeta es pensar que otro vendrá a salvarlo.
“Es necesario un cambio en la cultura del consumo de agua, generando conciencia sobre las externalidades de los botellones y botellas de plástico. Hoy sabemos que un 80% del costo de una botella de agua embotellada se atribuye al plástico y a su transporte. Los dispensadores de agua purificada emergen como una solución económica y amigable con el medio ambiente”, concluye Brinkmann.