El futuro de la protección ambiental en Chile no está en la mera conservación, sino en la regeneración activa de los ecosistemas
Cada 18 de octubre, el Día Mundial de la Protección de la Naturaleza nos invita a reflexionar sobre el impacto que nuestras actividades tienen en el planeta y a replantearnos cómo interactuamos con los ecosistemas. Desde su creación, inspirada por la advertencia del expresidente argentino Juan Domingo Perón sobre la “marcha suicida”; de la humanidad a través de la contaminación, esta fecha busca generar conciencia sobre la necesidad urgente
de proteger nuestro entorno natural. Pero en 2024, la protección de la naturaleza debe ir más allá de simples acciones de mitigación; debemos hablar de regeneración.
Chile, con su rica diversidad geográfica y natural, se encuentra en una posición crítica en la lucha por la protección ambiental. Enfrentamos sequías prolongadas, pérdida de biodiversidad y ecosistemas vulnerables que requieren medidas que superen la conservación tradicional. Es hora de entender que no solo podemos aspirar a proteger lo que queda de la naturaleza, sino también a regenerar lo que hemos degradado. Aquí radica una diferencia clave entre restauración y regeneración: mientras que la restauración busca devolver un ecosistema a su estado previo, la regeneración nos implica directamente como especie parte del ecosistema, enfocándonos en su renovación para asegurar nuestra propia supervivencia.
Este concepto de regeneración ofrece una perspectiva más profunda sobre la interacción del ser humano con la naturaleza. En lugar de asumir que somos entes separados que actuamos “por la naturaleza”, reconocemos que somos parte de ella y que nuestras acciones, positivas o negativas, tienen consecuencias directas sobre nosotros mismos. Esta visión integradora puede redefinir las políticas ambientales en Chile y otros países que buscan un desarrollo sostenible.
Chile tiene el potencial de convertirse en un líder global en regeneración ambiental. No obstante, esta transformación requiere un cambio profundo en nuestros hábitos cotidianos y en la infraestructura del país. Desde el uso de tecnologías limpias hasta la reintegración de especies nativas en áreas degradadas, las acciones deben ser integrales y sistémicas. La inversión en transporte ferroviario, la adopción de energías limpias y la promoción de prácticas agrícolas regenerativas son solo algunos ejemplos de cómo podemos avanzar hacia un modelo más sostenible y regenerativo.
El Día Mundial de la Protección de la Naturaleza es una oportunidad para reconocer que hemos llegado a un punto crítico en nuestra relación con el planeta. No basta con reducir el impacto ambiental; debemos regenerar los ecosistemas de los que dependemos. Chile tiene los recursos naturales, la biodiversidad y el conocimiento científico para liderar este cambio.
Pero es esencial que comprendamos que la regeneración no es solo un deber hacia la naturaleza, sino hacia nosotros mismos, como una especie que comparte y depende de un entorno vivo y saludable.
En definitiva, el futuro de la protección ambiental en Chile no está en la mera conservación, sino en la regeneración activa de los ecosistemas. Este enfoque, que ve al ser humano como parte integral de la naturaleza, puede garantizar un equilibrio a largo plazo y un desarrollo que no solo sea sostenible, sino también enriquecedor para todas las formas de vida en el planeta.
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