Durante la última década, la conversación sobre cómo enfrentar el cambio climático ha relevado la importancia del rol de las áreas verdes y de la incorporación de la naturaleza en las ciudades, poniendo énfasis en las especies vegetales, la cobertura vegetal y arbórea. En este Día Mundial del suelo es necesario resaltar su importancia, que da sustento y soporte a la vegetación y a la actividad que se da en el espacio público.
El Día Mundial del Suelo tiene su origen en la puesta en valor y protección de este para la sostenibilidad y resiliencia de los sistemas agroalimentarios. Sumado a este propósito vital, resulta igual de significativo poner en valor el rol que el suelo tiene dentro de la ciudad.
El desarrollo urbano ha impermeabilizado en gran medida el suelo, limitando las opciones de retención e infiltración de las aguas lluvias, como también la posibilidad de retención de carbono y de temperaturas. Así mismo, se ven limitados los usos sociales que se le puede dar, ya sea por olas de calor o días de lluvia y a su vez, la menor chance de contar con naturaleza en la ciudad. Frente a esto, es importante considerar algunas acciones para enfrentar este problema desde nuestro rol como desarrolladores de espacio público.
En relación a lo ecosistémico, es fundamental valorar el suelo blando y minimizar la impermeabilización de los suelos, aprovechando además de incorporar, cuando se requiera, pavimentos permeables por sobre impermeables. A su vez, avanzar en la incorporación de soluciones de drenaje sostenible, aumentar la cobertura de piso vegetacional con enfoque biodiverso, entre otras soluciones basadas en la naturaleza, que contribuyan a una mejora biológica del suelo.
El desafío, nos da la posibilidad incluso de innovar en la incorporación con mayor fuerza sistemas agrícolas de pequeña escala, o adaptar técnicas agrícolas sostenibles en la mantención de las áreas verdes, lo que puede ser un tremendo aporte para contar suelos urbanos más saludables.
Por otro lado, resulta interesante entender el rol social del suelo en la vida pública y en las interacciones que día a día tenemos entre las personas. Para que el suelo actúe como soporte para la vida de quienes lo habitan, necesitamos que se use la mayor cantidad de tiempo posible.
Por lo mismo, es fundamental que las acciones desde lo ecosistémico se trabajen en conjunto con acciones que permitan el uso de estos espacios con equipamiento, mobiliario, zonas de estar, de juego o de deporte. La integración de naturaleza y actividad humana permite no solo mejorar la calidad de vida, sino también aumentar la sustentabilidad de las intervenciones, fomentando el cuidado y la apropiación del espacio público.
Una relación simbiótica es esencial para el cuidado de los suelos en entornos urbanos y se hace fundamental para avanzar hacia ciudades sanas y sostenibles, que aporten a la calidad de vida de las comunidades. Las áreas verdes son espacios estratégicos para ejecutar y visibilizar soluciones prácticas y concretas hacia esta meta.