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Plásticos de un solo uso: nueva regulación podría reducir más de 533 mil toneladas en Chile
El país solo recicla el 8,5% de los casi un millón de toneladas de plástico que consume al año. Un estudio propone medidas concretas para frenar el impacto ambiental de los envases desechables.
Chile enfrenta una crisis ambiental significativa debido a la contaminación por plásticos. Según el Pacto Chileno de los Plásticos (investigación Fundación Chile), el consumo anual de aproximadamente 990.000 toneladas, el país recicla solo el 8,5% de este material, lo que lo posiciona como uno de los mayores generadores de residuos plásticos per cápita en América Latina.
La contaminación plástica tiene implicancias ambientales y económicas profundas. A nivel ecológico, afecta a más de 270 especies de vida silvestre que han sido dañadas por el enredo en equipos de pesca desechados y otros desechos plásticos. Económicamente, la acumulación de plásticos en ecosistemas marinos y terrestres impacta negativamente en sectores como el turismo, la pesca y la salud pública, generando costos adicionales para la economía nacional.
Bajo este contexto, un informe publicado por la organización de conservación marina Oceana, la empresa de reutilización Algramo, la Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje (ANIR) y el Pacto Chileno por los Plásticos, reveló que una nueva política pública en Chile tiene el potencial de evitar la generación de más de 533 mil toneladas de plásticos de un solo uso en el país. Este estimado representa una significativa reducción de la basura producida por envases desechables en los primeros 10 años de implementación de la ley, marcando un avance crucial en la lucha contra la contaminación plástica.
El estudio, titulado “Diseño detallado de una política pública para prevenir la generación de residuos de envases en Chile y análisis de impacto”, examina en detalle el impacto potencial de una regulación que no solo limita el uso de envases innecesarios, sino que también promueve mecanismos de financiamiento para proyectos de reutilización. Si se lleva a cabo, la implementación de la nueva ley contribuiría a reducir la carga ambiental de los plásticos en Chile.
“La producción de plásticos representa uno de los principales problemas ambientales de la actualidad, ya que la fabricación de una sola botella de plástico utiliza más del 6% del petróleo que se extrae a nivel mundial, lo que resalta aún más la huella ecológica de este material.A nivel global, la producción anual de plástico supera los 430 millones de toneladas, y de este total, un 40% está constituido por botellas plásticas”, comenta Claudio Brinkmann, Co-Fundador y CEO de Maihue.
“La propuesta que sustenta el informe se enmarca dentro de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que obliga a los productores de envases a asumir la responsabilidad tanto por los envases que generan como por los impactos ambientales de su disposición final”, detalla.
“El nuevo mecanismo establece que los productores deberán financiar iniciativas para evitar la generación de residuos plásticos, especialmente a través de la promoción de la reutilización de envases. Según el informe, esto permitiría evitar la generación de residuos plásticos innecesarios y reduciría la cantidad de materiales de un solo uso que terminan en vertederos y en los ecosistemas”, agrega.
El enfoque sobre la gestión de plásticos
En este contexto, Brinkmann subraya la urgencia de cambiar el enfoque sobre la gestión de plásticos. Según el ejecutivo, es crucial que las políticas públicas no solo se centren en mejorar los procesos de reciclaje, sino que también impulsen cambios estructurales en la forma en que las empresas producen y utilizan productos plásticos de un solo uso.
Por eso señala que el modelo actual de producción y distribución de botellas plásticas está profundamente vinculado a la extracción de petróleo, lo que genera altas emisiones de gases de efecto invernadero. “El modelo actual no es sostenible”, afirma.
“El reciclaje es importante, pero la verdadera solución radica en evitar la producción de plásticos innecesarios en primer lugar”, agrega.
Su empresa Maihue, dedicada a lapromoción de soluciones de agua purificada a través de dispensadores conectados a la red, ha logrado reducir el uso de más de 60 millones de botellas de plástico en solo un año mediante el uso de dispensadores de agua conectados a la red, que incorporan sistemas de purificación adaptados a la calidad del agua en Chile. Esto no solo representa una alternativa más sostenible y económica para los consumidores, sino que también reduce significativamente el impacto ambiental de los plásticos.
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Para Brinkmann, las empresas embotelladoras, especialmente las dedicadas a la venta de agua, deben ser pioneras en la adopción de modelos más sostenibles y en la promoción de alternativas como los dispensadores de agua.
“Hoy sabemos que un 80% del costo de una botella de agua embotellada se atribuye al plástico y a su transporte. Por lo tanto, al eliminar las botellas plásticas, no solo estamos reduciendo el impacto ambiental, sino también los costos para los consumidores”, explica.
Hacia un Chile con menos plásticos
El informe subraya que el modelo de reutilización debe ser una prioridad en la agenda ambiental de Chile. Para lograrlo, se necesita una combinación de políticas públicas eficaces, una mayor inversión en infraestructura de reciclaje y, lo más importante, un cambio en la mentalidad de los consumidores, que deben ser más conscientes de las consecuencias del uso excesivo de plásticos.
Luego concluye con un llamado a la acción para que Chile se convierta en un líder mundial en la reducción de plásticos de un solo uso, especialmente a través de la reutilización. Como concluye Brinkmann, “El mayor riesgo del planeta es pensar que otro vendrá a salvarlo. Necesitamos cambiar la cultura del consumo de agua, generando conciencia sobre las externalidades de los botellones y botellas de plástico”.
A través de iniciativas como las presentadas en el informe, y con la colaboración de empresas, gobiernos y consumidores, Chile podría dar un paso crucial para enfrentar la crisis de contaminación plástica, impulsando un modelo más sostenible que beneficie tanto al medio ambiente como a la economía nacional.